El nombre de Mara Gómez quedará marcado en la historia del fútbol femenino para siempre. Ella se convirtió en la primera futbolista transgénero en debutar en la primera división de una liga profesional de este deporte: “Es histórico a nivel mundial. Fueron largas las luchas, mucho camino, mucho sufrimiento para estar hoy acá. No es una conquista individual, es una cuestión social, colectiva”, dijo la delantera de 23 años que milita en el equipo argentino Villa San Carlos.
Mientras que el hecho ha sido celebrado por muchos sectores, lo ven como evidencia de que el deporte es sinónimo de inclusión, para otros la participación de mujeres transgénero tanto en el fútbol como en otros deportes genera preocupación, pues consideran que podría causar algún tipo de ventaja deportiva.
La misma Martina Navratilova, ícono del tenis femenino y de la lucha por las deportistas transgénero, abrió la polémica hace un par de meses al calificar de “trampa” que les permitieran participar a atletas que nacieron hombres –tal como ella– en deportes de mujeres: “Un hombre puede decidir ser una mujer, tomar hormonas si lo requiere, ganar todo lo que tenga por delante y quizás obtener una pequeña fortuna, y luego cambiar su decisión y regresar a hacer bebés si así lo desea (...). Es descabellado y es trampa”, consideró la ganadora de 18 Grand Slam.
Laura Rivera, investigadora experta en deporte del Centro de Estudios en Medición de la Actividad Física de la Universidad del Rosario, descartó que haya cualquier tipo de ventaja. Según Rivera, la participación de mujeres transgénero en el deporte tiene pautas claras para evitar las polémicas. Las mujeres transgénero, precisó, usualmente se someten a métodos hormonales muy estrictos en los que se inhibe la acción de la testosterona, la hormona que otorga ciertas cualidades físicas, como la fuerza muscular y la capacidad aeróbica.
“Cualquier mujer deportista transgénero debe tener por debajo de los 10 nanomoles de testosterona por litro de sangre 12 meses previos a la competencia, así lo establece el Comité Olímpico Internacional”, dijo la experta, quien aseguró que en su época de futbolista no hubiese considerado injusta una situación así y, por el contrario, la apoyaría.
Entre las colegas de Mara en Colombia no hay lugar para la controversia. Es más, celebran que participe y creen que es un paso para que más futbolistas transgénero lo hagan. “No hay nada tan poderoso como el fútbol para transmitir ese mensaje de inclusión”, dice Isabella Echeverri, jugadora del Sevilla de España y doble campeona panamericana. “Debe primar la igualdad”, agrega la capitana del Junior de Barranquilla, Daniela Montoya. “Me alegra que el fútbol sea un puente para transmitir un mensaje de inclusión”, concluye la arquera Vanessa Córdoba.
Todas coinciden en que en el fútbol no solo prima la fuerza física de una jugadora, sino también la táctica, lo mental y el talento innato.
En Argentina, las rivales de Mara lo vieron de la misma forma, y previo al partido, que su equipo perdió 7-1 (marcador que descarta cualquier tipo de ventaja deportiva para Villa San Carlos), recibió como obsequio una camiseta número diez con su nombre y apellido en la espalda de parte de las jugadoras de Lanús: “Fue emocionante, no me lo esperaba. Que un equipo rival me diera una camiseta, que se haya acordado de mí, quiere decir que me apoyan y luchan para que esto suceda. ¡Esto es el fútbol!”.