En la noche del domingo 2 de octubre, cuando el presidente Juan Manuel Santos admitió el resultado adverso del plebiscito, envió un mensaje directo al sector que se impuso en las urnas para adelantar un diálogo y alcanzar un gran acuerdo nacional."Mañana mismo (había dicho el domingo) convocaré a todas las fuerzas políticas –y en particular a las que se manifestaron hoy por el No– para escucharlas, abrir espacios de diálogo y determinar el camino a seguir".A primera impresión, las palabras del mandatario se interpretaron como la renegociación de los acuerdos de La Habana entre el Gobierno y las FARC, un escenario que el propio Centro Democrático y los demás promotores del No habían anticipado.Más aún cuando el presidente Santos, en su alocución, insistió en que mantendría sus facultades constitucionales para alcanzar la paz, precisamente cuando muchos temían que el proceso de paz había fracasado.El lunes 3 de octubre, Santos, en compañía de su equipo negociador, liderado por Humberto de la Calle, cuya gestión fue respaldada por el Gobierno y las fuerzas políticas que se reunieron para encontrar salidas a la crisis, hizo ciertas precisiones, las mismas que trazarán la hoja de ruta del nuevo panorama que se abre ante los ojos del país.La primera precisión fue esa: "Escuchar no es renegociar". La postura del Gobierno es oír qué puntos no les gustan del acuerdo y cuáles se deberían incluir. Pero renegociar el acuerdo firmado el pasado 24 de agosto en La Habana no será posible.Esa determinación, además, marcará el diálogo con el uribismo y demás sectores que se sumaron al No. Entre otras como coletazo de campaña. De renegociar los acuerdos, el Gobierno habría mentido en campaña y su credibilidad quedaría diezmada. Si no se pueden renegociar, los del No habrían sido quienes lo habrían hecho.Escuchar pero no renegociar. Así se abre la etapa que el senador Antonio Navarro llamó "los días del diálogo nacional". Con el uribismo, con las iglesias, con un sector de los conservadores, con el exprocurador Alejandro Ordóñez, con los expresidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana.Para ello, los partidos aprobaron crear una comisión que adelante el diálogo y que, en palabras del senador Mauricio Lizcano, presidente del Congreso, tenga “tiempos precisos y resultados concretos".Por el momento no se conocen los integrantes de esta comisión. Para los congresistas, lo mejor sería que por parte del Gobierno lo lideren De la Calle y el resto del equipo negociador en La Habana.Mientras se tomaban estas decisiones en la Casa de Nariño, a varios kilómetros de distancia, en el barrio Chapinero, donde queda la sede del Centro Democrático, los precandidatos Iván Duque, Óscar Iván Zuluaga y Carlos Holmes Trujillo firmaron un comunicado en el que se ofrecieron como voceros para entablar el diálogo. Sin embargo, no se hicieron presentes en la Casa de Nariño, y los acercamientos están lejos de tener como escenario la casa presidencial.En la reunión se alcanzaron a explorar otras alternativas, otros escenarios para salvar más de seis años de negociación con las FARC. Allí hasta se discutió la más reciente afirmación de Rodrigo Londoño, quien advirtió que el mensaje del plebiscito era político pero que jurídicamente el acuerdo de La Habana está vigente.De la Calle dijo que le gustaría que el jefe de las FARC tuviera razón, pero aclaró que en los acuerdos él mismo redactó la condición de que para ser implementados debían haber sido refrendados por la voluntad popular.También se descartó la posibilidad, planteada por algunos congresistas, de llevar al Congreso algunos proyectos de ley y aprobarlos en el mecanismo ordinario. Por ejemplo, leyes de amnistía o indulto. Tampoco es posible, entre otras porque estas están relacionadas con los acuerdos en materia de justicia transicional.Por eso el Congreso colombiano ya se hizo a la idea de que los asuntos relacionados con la paz han quedado suspendidos, lo que viene es retomar la agenda. En la reunión el Gobierno reiteró que a más tardar en 10 días se presentará la reforma tributaria.Pese a las circunstancias, algunos asistentes coincidieron en que vieron al presidente Santos "sereno y sólido", a pesar de las caras de circunstancia con las que había iniciado la mañana en la Casa de Nariño. Aunque lo principal eran soluciones, hubo algunos comentarios de reproche, como que la campaña se hubiera concentrado en alcaldes y gobernadores, mientras que a los parlamentarios se les trató con "desdén".En la reunión sólo De la Calle asumió su responsabilidad política, y hasta puso su renuncia protocolaria sobre la mesa. Nadie, ni el presidente, la admitió. El respaldo al negociador fue unánime. Entre los demás nadie habló de renuncias, como tampoco de crisis ministerial, pues después de la dolorosa derrota que sufrió el Gobierno en las urnas, tal vez no sea el mensaje oportuno modificar el gabinete.De momento el balón del diálogo nacional está en el terreno del uribismo y de los demás promotores del No. Les corresponde, tras la euforia electoral, plantearle salidas al país. "Que digan si lo que quieren es dilatar, o acabar con el proceso, o un futuro promisorio", pidió el presidente de la U, Armando Benedetti, en el momento de salir del palacio presidencial.Escuchar no es renegociar, parece el mantra del Gobierno en esta nueva etapa, en la que el ambiente que se respira es de incertidumbre.