María Fernanda Carvajal es una joven que vive con su mamá en Girón, Santander, en el barrio Villas de Don Juan I, y pertenece al estrato 1. A pesar de estar en una situación de discapacidad, María Fernanda logró hacer estudios técnicos en sistemas y en diseño gráfico publicitario, como cuenta su madre. Todo de manera virtual.
Su familia forma parte de los más de 300.000 hogares que ha conectado el MinTIC a las redes de internet y hoy tiene la posibilidad de desarrollar no solo nuevas habilidades, sino acceder a mercados y clientes a quienes les ofrece sus servicios de diseño gráfico. Con ello avanza en su emprendimiento y colabora con los ingresos en casa en tiempos de pandemia, cuando las ofertas laborales escasean.
Doña María, su mamá, explica que gracias a internet su hija vende sus trabajos y diseños. “Tener este servicio ha sido una ayuda muy grande y pagamos 8.000 pesos por él. Hay quienes no tienen cómo acceder a un trabajo. La niña hace su propio emprendimiento y eso es muy bueno para que los jóvenes tengan cómo defenderse. Si no hay trabajo en empresas, pueden trabajar desde la casa”, dice.
La pandemia aceleró los cambios en la tecnología y aumentó el valor y la importancia de internet para estar conectados y productivos en medio de las distancias. Los hogares se convirtieron en oficinas y salones de clase, y todo indica que se mantendrán así en el futuro cercano. Pero, además, muchos cambios de hábitos en el consumo y en lo laboral apalancados en lo digital ya harán parte de la cotidianidad.
Eso sí, la situación generada por la covid-19 dejó en evidencia las brechas digitales y, sobre todo, la necesidad imperiosa de acelerar los procesos para cerrarlas y lograr que la tecnología y su acceso se conviertan en un instrumento de competitividad y productividad, así como en uno de los elementos más importantes de equidad. Aunque hay zonas, especialmente en la ruralidad, que aún esperan conexiones para acceder a internet, historias como la de María Fernanda se repiten en los segmentos de menores ingresos y en áreas alejadas.
Es el caso de Johanna de Arias, quien vive en la vereda El Consuelo, de Ansermanuevo, Valle del Cauca, y es estilista. Con el acceso a internet ha podido desarrollar nuevos conocimientos y prácticas sobre temas de belleza para presentarles a sus clientes de la zona. “Veo tutoriales de cómo hacer queratina o aplicar tintes. Eso me permite mantenerme actualizada, además, vecinos de la finca, por las tardes, usan internet para estudiar y hacer otras actividades”, dice Johanna.
O el caso de la familia de Milena Arboleda, cerca de Medellín; su esposo es técnico en reparación de lavadoras y mediante las redes sociales ha venido ampliando su campo de acción y el número de clientes, mientras sus hijos de 16 y 17 años acceden a las clases virtuales por medio del celular, desde la casa. O el de Daniel, el hijo de Kelly Peña en Baranoa, Atlántico, en la zona de Campeche, quien puede utilizar internet de su colegio, que ya está conectado al servicio.
El objetivo es reducir la brecha digital y llevar los beneficios de la conectividad a todo el territorio nacional. El esfuerzo en democratizar el acceso con una mejor banda ancha, una conexión de calidad y asegurar que las telecomunicaciones de cuarta generación lleguen hasta los rincones más apartados y a todos los territorios y regiones es una tarea desafiante.
En ese sentido, hace unos días la ministra de las Tecnologías de la Información y las Telecomunicaciones (TIC), Karen Abudinen, realizó un recorrido por siete municipios de cuatro departamentos del sur del país, en los antiguos territorios nacionales, Putumayo, Caquetá, Guainía y Vichada. Allí, junto con representantes de los operadores –Claro, Tigo, Movistar y WOM–, hizo el seguimiento para comprobar que los beneficios del despliegue de infraestructura, cobertura y acceso a internet móvil y telefonía celular están llegando a quienes de verdad los necesitan.
Según la ministra Abudinen, la meta del Gobierno para agosto de 2022 es conectar al 70 por ciento del país. Hoy esa cifra está en 51,9 por ciento. Para alcanzar ese objetivo, el MinTIC avanza en cinco proyectos. El primero es conectar a 14.745 colegios de zonas rurales de los 1.104 municipios del país. Con esto se impactará 43 por ciento de los colegios públicos rurales en el territorio nacional. Para el 30 de abril ya estarán conectados los primeros 1.500.
El segundo proyecto consiste en conectar 500.000 nuevos hogares subsidiados por el Gobierno nacional. Ya esa tarea se ha logrado en 342.000 hogares: los que están en estrato 1 pagan 8.000 pesos y aquellos que se encuentran en el estrato 2 el valor es de 19.000 pesos.
El tercero es el proyecto de Última Milla Móvil para conectar con internet móvil de banda ancha (voz y datos) a 165.000 colombianos, entre ellos 20.000 mujeres emprendedoras y 145.000 estudiantes –de los últimos grados de colegio y universitarios–, objetivo que se cumplirá en mayo próximo.
El cuarto busca ampliar cobertura con un mayor número de antenas. Los planes son instalar 3.658, de las cuales ya están puestas 827, y para finales de abril la cifra ascenderá a 954 antenas operando. Y finalmente, el quinto proyecto es el desarrollo de zonas digitales comunitarias, para que la comunidad pueda acceder a internet gratuito. Ya están operando 2.700 en el país. La apuesta para completar todas estas estrategias asciende a 3,3 billones de pesos, según cálculos del MinTIC.
La dinámica y velocidad en las conexiones a internet vienen en aumento, impulsadas sin duda por la pandemia, pero también por las necesidades de las familias y empresas en el país. Según el más reciente dato del portal Colombia TIC, del ministerio, el año pasado se logró una cifra récord de conexiones: 794.000 nuevos hogares conectados en el país que incluyen a los subsidiados y las familias en los planes tradicionales. Esta es la segunda cifra más alta en la historia de las telecomunicaciones, solo superada en 2013 cuando se llegó a 996.677 conexiones nuevas.
“Todas las empresas han hecho inversiones privadas para avanzar mucho más rápido y llegar a ese 70 por ciento de conectividad”, explica la ministra al señalar los compromisos que han adquirido los operadores en las regiones tras la pasada subasta del espectro, con lo que se denomina ‘obligaciones de hacer’ y la importancia de las antenas. De hecho, en el plan de la subasta está contemplado que en 2025 este país tendrá en las zonas más apartadas el tránsito al ciento por ciento a 4G y se podrán apagar 2G y 3G.
“Estamos creciendo en conectividad a unas velocidades gigantescas, significa que nosotros hoy estamos llegando a los lugares más apartados y algo fundamental: en medio de la pandemia este país ha podido estar activo. Tenemos más celulares y más hogares conectados, lo que ha permitido que hoy el país continúe trabajando y los jóvenes puedan seguir estudiando. Obviamente, aquí no se acaba, el reto sigue siendo grande porque tenemos que continuar conectando, pero hemos generado un aceleramiento en la conectividad con estos programas”, agrega Abudinen.
Es necesario no solo pensar en el futuro, sino también en el corto plazo para contrarrestar los efectos de la pandemia y reactivar la economía, potenciando los negocios, sacando mayor provecho del comercio electrónico y proyectando al país para enfrentar los retos de la cuarta revolución industrial en la economía nacional.
Precisamente, el sector TIC tiene un papel fundamental como protagonista de la reactivación económica del país al convertirse en el gran articulador de este esfuerzo. La apuesta en esta materia es de 1,9 billones de pesos con más de una decena de programas que buscan beneficiar a más de un millón de colombianos, entre empresarios, comerciantes, emprendedores, mipymes y población en general.
El sector, en medio de la competencia y de algunas tensiones, se sigue moviendo y es hoy la bisagra que permitirá mantener la actividad productiva y asegurarse de que la desigualdad no se profundice.