El lunes 10 de diciembre se celebró el día internacional de los Derechos Humanos. Varios actos de reconciliación se dieron lugar en el país para conmemorar esa fecha. Uno de ellos fue especialmente particular. En la sesión de este martes, la plenaria del Senado acogió a víctimas del conflicto armado colombiano, algunas de ellas como Bertha Frías, víctima de los atentados del Club El Nogal, quien tuvo una nueva oportunidad para darle la mano en público a quienes pertenecieron a la guerrilla de las Farc, sus victimarios. El 7 de febrero de 2003 se produjo el atentado en el club capitalino. La explosión de un carro bomba cobró la vida de 36 personas y dejó heridas a 198. Bertha fue una de ellas. Le diagnosticaron cuadriplejia y tuvo que aprender a mover desde la más pequeña de sus extremidades. 15 años después del atentado terrorista, ha tenido la capacidad de perdonar. Dejó de odiar a las Farc y desde que esa guerrilla estaba dialogando en La Habana ha podido confrontarlos. Los perdonó. Luego de firmados los acuerdos de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos, y aunque sigue exigiendo la verdad, se ha reunido en más de una ocasión, en la ciudad o en las zonas veredales, con quienes fueron sus victimarios. Cuatro de ellos estaban este martes en el Senado. Dejaron las armas y hoy ocupan una de las curules que el acuerdo de paz le concedió a esta organización. Bertha volvió a estrecharse en un abrazo con estos antiguos guerrilleros, especialmente con una mujer, Griselda Lobo o ‘Sandra Ramírez’ como se le conocía en la guerrilla y quien por años fue la compañera sentimental de Manuel Marulanda Vélez ‘Tirofijo’, fundador y líder histórico de las Farc. Pero más allá de este abrazo, la senadora Griselda Lobo tenía preparado otro gesto de reconciliación. Subió al atril y le ofreció una pequeña matera con una planta al senador Álvaro Uribe, jefe de la bancada del Centro Democrático.
Uribe, quien también es víctima del conflicto pues las Farc son los autores del homicidio de su padre, Alberto Uribe Sierra, fue el presidente que sustentó su política de seguridad en el combate frontal contra las Farc. Precisamente, en el primer año de su gobierno, tuvo lugar el atentado al Club El Nogal. En sus ocho años de mandato, a pesar de algunos acercamientos en secreto, nunca se sentó a dialogar con la guerrilla. Tampoco apoyó el proceso de paz adelantado por su sucesor Juan Manuel Santos. Se opuso al acuerdo de paz en el Congreso y en la calle, donde lideró la campaña por el No al plebiscito que pretendía refrendar con la voz del pueblo el acuerdo de paz. Y en el Capitolio lideró una sistemática oposición a la implementación del segundo acuerdo de paz, el que se firmó en el Teatro Colón de Bogotá tras el rechazo del primero en las urnas. Entonces, quien fuera la compañera sentimental de Tirofijo le tendió la mano a Uribe y le ofreció la planta como gesto de reconciliación. En principio el senador del Centro Democrático se resistió. “Yo no albergo odios, quien alberga odios pierde lo mejor de la vida”, dijo Uribe. Recordó que ha coincidido en la comisión séptima con Victoria Sandino de la forma más respetuosa y constructiva, según sus palabras. Pero aclaró que hay temas profundos “que nos dividen y no tienen que moverse hacia un campo distinto al del respeto. La Farc ha sentido respeto personal pero también franqueza. Tenga la certeza que aquí no hay odios sino preocupaciones”. Sin embargo, Uribe le pidió a la senadora Lobo que lo relevara de simbolismos, como en el que participó hace unas semanas con el también senador Ántanas Mockus, y que se conformara con su presencia y con la mirada a los ojos. La senadora Griselda Lobo no se conformó, volvió a extenderle la planta y le pidió a Uribe que enviara a una persona para recibirla. Fue ahí cuando Uribe se levantó de su asiento y aceptó la planta. La plenaria del Senado les tributó un aplauso. Pero Uribe no dejó las cosas ahí. Dijo que no podía negarse a recibir la "matica", pero le pidió a la senadora que entendiera que existen muchas diferencias entre ellos. Mencionó una, la elegibilidad política de quienes fueron guerrilleros. Ese fue uno de los puntos del acuerdo de paz a los que Uribe se opuso, pues en su criterio, los guerrilleros deberían pagar primero por sus crímenes, antes que tener curules en el Congreso. "Yo sé senadora que usted comprende que hay algunas diferencias".