Cacerolazo sinfónico
El músico ruso Guerasim Voronkov dirigió el miércoles el histórico concierto sinfónico improvisado en el parque de los Hippies, en Bogotá. En uno de los momentos más emotivos pidió silencio en una plaza abarrotada de gente que golpeaba cacerolas y gritaba cantos y arengas. Los manifestantes enmudecieron rápidamente para respetar la música. Voronkov aseguró que el concierto muestra que Colombia no es el mismo país de hace 20 años: “Si nos podemos escuchar uno a otro, si sacamos la violencia, podemos construir un futuro”.
Un policía pide perdón
Un uniformado se ubicó en la calle 19 con 4 y en su celular dejó reproducir un video en el que se leía en letras gigantes “¡Sin violencia! ¡Lo sentimos!”. Un ciudadano se le acercó y el policía le dijo “Perdón de corazón. No todos los policías somos iguales. No podemos protestar con ustedes, pero gracias por hacerlo por nosotros”. La persona que lo grabó le agradeció por el gesto y le dijo que ellos sabían que también son del pueblo.
Procuraduría y Alcaldía
Foto: Pocuraduría General.
Por primera vez la Procuraduría General activó un protocolo de acompañamiento a las movilizaciones, con más de 200 funcionarios en el país y un equipo de 100 en Bogotá, con el propósito de hacer respetar los derechos ciudadanos y aplicar la ley. También los acompañaban los funcionarios de Convivencia de la Alcaldía de Bogotá.
Una chocolatada con el Esmad
En la localidad de Usme, al sur de Bogotá, unos cuantos troncos de madera y una olla bastaron para juntar a algunos ciudadanos y a integrantes del Esmad. Entre todos reunieron dinero para comprar leche, el chocolate y pan para soportar la larga jornada de protestas que se inició el 21 de noviembre. “El pueblo unido jamás será vencido”, cantaban.
El primero en darle primeros auxilios a Dilan Cruz
Otoniel Martínez es la persona que aparece vestido de azul. Está junto a gestores de convivencia de la Alcaldía de Bogota, que se visten de rojo. Foto: Personería de Bogotá.
Desde hace 10 años, Otoniel Martínez se mete en las confrontaciones entre la Policía y los manifestantes para tratar de contener la violencia, sin más protección que sus distintivos de mediador de la Personería de Bogotá. El 23 de noviembre, vio cómo Dilan Cruz se desplomó y durante más de 10 minutos participó de la reanimación que permitió que el joven llegara con signos vitales al hospital San Ignacio, donde lamentablemente falleció el lunes pasado.
Defiende a los uniformados
En una de las estaciones de TransMilenio en San Victorino unos uniformados quedaron atrapados ante una multitud de ciudadanos que intentaba lincharlos. Pero en medio de esas un hombre se interpuso entre los encapuchados y los policías para evitar la violencia. Como este ciudadano varias personas en medio de los enfrentamientos entre la policía y la ciudadanía trataron de calmar los ánimos.
Universidades que dieron posada
Universidad de Los Andes. Foto: Jorge Serrato
Universidades como los Andes, el Externado, la Javeriana y el Rosario abrieron sus puertas y habilitaron algunos salones para que las personas que no alcanzaron a llegar a sus casas con motivo del toque de queda, el viernes 22 de octubre, tuvieran un techo dónde dormir.
Jornadas de limpieza
Algunos ciudadanos se unieron a los funcionarios Distrito para limpiar la ciudad después de las marchas. Foto: Alcaldía de Bogotá.
Durante las jornadas unas de las infraestructuras más afectadas ha sido TransMilenio que hasta el cierre de esta revista alcanzaba casi 3 millones de actos vandálicos. La Plaza de Bolívar, el Capitolio y la Alcaldía de Bogotá también fueron blancos de ataques. En los días siguientes un gran número de voluntarios apareció para ayudar a recoger y limpiar los destrozos.
Las velas y los policías
Un grupo de policías se unió al minuto de silencio observado en un cacerolazo en el sector de la Nueva Villa de Aburrá, en Medellín. Mientras los uniformados rindieron homenaje a sus compañeros asesinados en un atentado en Santander de Quilichao, en Cauca, los manifestantes lo hicieron por Dilan Cruz, joven herido durante una marcha en Bogotá.
Familia de Dilan Cruz
Después de la muerte del joven, la familia pidió que lo que había pasado con el joven de 18 años “fuera un detonante para terminar con la violencia”. Aseguraron que el mejor homenaje que le podían hacer era “que no se presentaran más disturbios”.