Las laderas de Maripí, Boyacá, eran un territorio infranqueable, un enclave esmeraldero del que las mismas Farc salieron repelidas a plomo. Esta semana, 350 policías de la Dijín acompañados por funcionarios de la Fiscalía, entraron allí. Iban dispuestos y armados para librar una batalla, pero encontraron extensos terrenos abandonados. Los agentes transitaron la zona durante varias horas, oficializando la extinción de dominio de una fortuna avaluada en 1,5 billones de pesos, perteneciente a Pedro Orejas y su clan. Una cifra que incluso supera la de los bienes que las Farc reportaron a la justicia durante el desarme. Pero además del monto económico, lo particular de la operación es que los agentes llegaron hasta las minas Cunas y La Pita, las que comparten la mayor veta de esmeraldas del país, los yacimientos sobre los que Víctor Carranza y sus enemigos, el Clan Rincón, edificaron sus imperios. Los mismos que fueron el motor de la última y sangrienta guerra verde. Los afectados por el operativo de extinción de dominio fueron, principalmente, los jefes del Clan Rincón, encabezados por el extraditado Pedro Nel Rincón, conocido como Pedro Orejas, sus hermanos Omar, Gilberto y su cuñado Horacio Triana, presos y solicitados por el gobierno de Estados Unidos para que purguen penas porque su emporio esmeraldero se convirtió en una fachada del narcotráfico y el lavado de activos. En este proceso en particular, hay cargos por el envío de siete toneladas de cocaína que fueron incautadas en Cartagena. En contexto: Guerra de las esmeraldas: fuego verde Tras una investigación de un año y medio encabezada por la Dijín y apoyada por agentes de la DEA, se conformó el inventario de los 202 bienes que fueron incautados esta semana, entre los que hay 73 fincas, 38 lotes, 21 casas, 3 hoteles, además de caballos y vehículos lujosos. La mitad de esas propiedades estaba en Mapirí, aunque también encontraron en Puerto Boyacá, Ubaté, Pauna y Bogotá. Pero la verdadera joya del operativo es la intervención del terreno donde está ubicada la mina Cunas, famosa por ser la que guarda las mejores esmeraldas del país, y sobre la que el zar Carranza -junto a las de Muzo- amasó gran parte de su fortuna. Originalmente, ese terreno era propiedad de Horacio Triana, quien la exploró sin encontar la fuente de la fortuna. Entonces le vendió la mitad a Carranza, cuya suerte para "enguacarse" es famosa en el mundo de las piedras preciosas. El zar halló un tesoro. Tras su muerte, la viuda María Blanca Carranza de Carranza recibió su parte. Y aunque el proceso de extinción de dominio no afecta la herencia de Carranza, esa condición de copropiedad con Triana hizo que todo el predio pasara a manos del Estado. Sin embargo, los títulos de explotación del yacimiento están a nombre de antiguos socios del difunto zar, quienes podrán seguir extrayendo esmeraldas mientras paguen regalías al erario. Aunque los expertos emitieron una valoración de esos terrenos, lo cierto es que el precio de una mina como Cunas es incalculable, pues no se conocen a ciencia cierta los tesoros que alberga. Entre los bienes expropiados también figuran dos títulos de explotación a nombre de Pedro Orejas y su hermano Omar. Uno de ellos es sobre la mina Casa de Lata, y el otro sobre una porción de la mina La Pita. Esta última, junto a Cunas, son los yacimientos claves de la última guerra verde. Le recomendamos: Víctor Carranza, el mito que ni las balas ni la justicia pudieron acabar Ese sangriento episodio comenzó hacia 2005, cuando Pedro Orejas llevó a Yesid Nieto, un narcotraficante del sur del país al occidente de Boyacá. Nieto, a su vez, trajo consigo a los paramilitares de Freddy Rendón, alias el Alemán. Con un ejército a su disposición, Pedro Orejas desafió abiertamente a Carranza y se autoproclamó como el nuevo zar de las esmeraldas. La confrontación dejó centenares de muertos. Nieto fue asesinado en Guatemala en 2007 y, al año siguiente, Pedro Orejas fue capturado por homicidio. Durante la encarcelada de Orejas, sus hermanos pactaron la paz con los Carranza. Los clanes se pusieron de acuerdo para explotar en conjunto la boyante veta, conocida como Consorcio, que compartían las minas Cunas y La Pita, y repartirse las ganancias. Pero cuando Pedro Orejas recuperó su libertad, fue acusado de violar los límites del pacto e intentar sacar ventaja. Así se reanudó la violencia. Entre 2009 y 2010, Carranza fue víctima de atentados cinematográficos, perpetrados al parecer por una alianza entre los Rincón y los paramilitares Cuchillo y el Loco Barrera. Hoy, Carranza está muerto, Pedro Orejas encerrado en una cárcel de la Florida y sus familiares presos y a la espera de una suerte similar. Para completar la decadencia de esos clanes, sus fortunas y hasta las minas sobre los que fundaron sus imperios dejaron de ser intocables.