El nombre de José Rafael Abello le dice muy poco a la opinión pública. Pero si se oye el apodo del ‘Mono Abello’, se recuerda como uno de los primeros pesos pesados del narcotráfico en los años 80 con los carteles de la droga. Fue extraditado, pagó sus culpas, regresó al país y ahora su nombre vuelve a ser noticia por cuenta de una acción de tutela que les arrebató a su esposa e hijas el control sobre unas propiedades que la familia le disputaba a la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE). La historia de este litigio asegura que Abello, a través de sus familiares, interpuso acciones para hacer valer la propiedad sobre varios predios que estaban confiscados por la DNE. Lo que siguió fue que un juez de Pivijay (Magdalena) falló a favor de los Abello Vives el 5 de marzo del 2014. Dos apartamentos en El Rodadero y dos lotes en otras zonas de Santa Marta (Magdalena) que habían sido intervenidos por la DNE por su presunta procedencia ilícita regresaban al seno de la familia Abello Vives. Cuatro meses les duró la dicha. En julio del mismo año, el Tribunal Superior de Santa Marta revocó la tutela y devolvió el control de las propiedades a la DNE. A su juicio, el juzgado de Pivijay, que favoreció a las tres mujeres (Ana Elisa Vives Pérez, y a sus hijas María Alejandra y Ana Cristina), no había notificado a la entidad, lo que le impedía defender sus derechos como administradora de los bienes. Sólo 30 días después, la Corte Suprema de Justicia ratificó el fallo, que fue escogido para revisión por la Corte Constitucional. En ese último escenario, la pelea no tuvo revancha para los Abello Vives. La máxima instancia constitucional determinó que los bienes debían permanecer bajo el control de Estupefacientes. Así se puso fin a las intenciones de la esposa y las hijas del ‘Mono’ de atesorar lo que parece ser parte del imperio que construyó quien fue uno de los cuatro hombres más importantes del cartel de Medellín. Al lado de Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha y los hermanos Ochoa, el ‘Mono’ fue gestor del impresionante poderío de esa estructura criminal, actuando desde la costa atlántica. Construyó un imperio derivado de actuaciones ilegales y por eso se puso bajo la lupa de las autoridades. Su imperio se empezó a derrumbar en noviembre de 1989, cuando agentes del DAS lo detuvieron cerca de un restaurante en el norte de Bogotá. Fue el primer pez gordo capturado por los organismos de seguridad del Estado, en épocas en las que el presidente Virgilio Barco no tuvo otra alternativa que declararle la guerra –y de frente– al narcotráfico. Pagó muchos años en la cárcel en EE. UU. mientras la Fiscalía le confiscó en Santa Marta 121 propiedades avaluadas en 10.000 millones de pesos. Ahora quiso recobrar algo de eso, pero el fallo de la Corte bien puede ser considerado un nuevo golpe a la quizá ya disminuida fortuna del ‘Mono’.