Con motivo del Día Internacional de Aire Limpio, impulsado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Greenpeace realizó un análisis sobre la niñez, la salud y la calidad del aire en el suroccidente de Bogotá.

El informe revelado por la ONG dice que hay una urgente necesidad de que desde la Alcaldía aseguren el derecho de los ciudadanos a respirar aire limpio y a un ambiente sano, sobre todo para las poblaciones más vulnerables como los niños, las niñas y las personas con mayores necesidades económicas.

La organización destaca que los niveles de contaminación en la ciudad no solo superan los parámetros permitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), sino que los ciudadanos desconocen lo que están respirando en la calle.

Los parámetros establecidos por la medición de Bogotá de la concentración anual de PM2.5 y de PM10 sobrepasan en un 150 % los rangos permitidos por la OMS. En la capital colombiana, la contaminación del aire por el PM2.5 fue responsable de la pérdida estimada de 5.400 vidas durante el pasado año.

“Desde Greenpeace analizamos cuatro instituciones educativas en las localidades de Kennedy, Puente Aranda y Fontibón, ubicadas en zonas cercanas a cuatro estaciones de monitoreo y en áreas atravesadas por vías con mucho tráfico, probablemente expuestas a una mayor contaminación del aire debido a la alta movilidad vehicular e industrias en esas zonas”, dijo Tatiana Céspedes, coordinadora de la campaña Nueva Ciudad de Greenpeace

“Sin embargo, mientras los niños transitan por estas ubicaciones, desconocemos los índices de contaminación de aire presentes a los niveles de la calle”, agregó la funcionaria.

Entre las instituciones educativas, elegidas por la organización ambientalista, están: jardines infantiles, liceos, instituciones educativas distritales e instituciones educativas privadas.

“Algunas estaciones de monitoreo pertenecientes a la red de calidad del aire de la ciudad se encuentran localizadas en lugares donde es muy poco probable que registren lo que la ciudadanía está respirando a los niveles de las calles”, afirmó.

“Creemos que el Gobierno debe liderar un sistema de monitoreo de calidad de aire que mida lo que realmente están respirando los niños y asegurar el derecho de los ciudadanos al aire limpio y a un ambiente sano”, añadió Céspedes.

Las estimaciones de la ONU dicen que la contaminación del aire es el mayor riesgo ambiental para la salud humana, pues constituye una de las principales causas de defunción y de enfermedades en todo el planeta, factor que se puede evitar.

Lo anterior afecta desproporcionadamente a las poblaciones más vulnerables, como a los niños, niñas, mujeres y personas de edad avanzada, teniendo además efectos negativos en los ecosistemas.

“Los efectos de la contaminación del aire en los más pequeños son mayores, ya que su comportamiento y fisiología los pone en más riesgo. Su tasa metabólica es alta y respiran más rápido que los adultos”, contó la experta.

“Kilo por kilo utilizan más oxígeno y respiran más aire que los más grandes, por lo que su exposición a los contaminantes es mayor. Algunas de las afecciones a la cual pueden estar expuestos los menores por la mala calidad del aire son problemas de desarrollo neurológico, infecciones del tracto respiratorio inferior, función pulmonar, asma y cánceres infantiles, entre otros”, puntualizó.

“De hecho, los niños expuestos a la contaminación del aire en la etapa prenatal y temprana también tienen más probabilidades de experimentar resultados adversos para la salud en la edad adulta”, indicó.

En la capital de Colombia, una cifra superior al 60 % de las emisiones se debe únicamente al transporte terrestre, el porcentaje restante se debe a las fuentes fijas de emisión.

Así mismo, los combustibles de los vehículos motorizados, principalmente el de los buses y camiones generan tóxicos perjudiciales para la salud. Entre los contaminantes dañinos se encuentra el dióxido de nitrógeno (NO2) y Material Particulado (PM10 y PM2.5).

“Los ciudadanos tenemos el derecho de conocer qué estamos respirando mientras transitamos la ciudad. Desde Greenpeace continuaremos siendo veedores de la puesta en marcha de la declaratoria de emergencia climática y del plan estratégico para mejorar la calidad del aire en la ciudad para cumplir la meta de disminuir en 50 % las emisiones de la ciudad para 2030”, concluyó la experta.