Gustavo Bolívar ha sido el soldado más fiel a la causa de Gustavo Petro. Cada vez que el presidente electo da un paso en falso, el senador del Pacto Histórico es el primero en salir a poner el pecho para defender a su líder. En eventos públicos, siempre se le ve a su lado, grabando sus discursos.
Bolívar estuvo con Petro en los tiempos difíciles y lo acompañó desde el minuto cero en el objetivo de llegar al poder, pero, paradójicamente, ahora que se cumplió el objetivo y la izquierda por fin llegó a la Casa de Nariño, se ha convertido en el mayor crítico de las movidas que ha hecho el nuevo jefe de Estado en procura de lograr una coalición mayoritaria. Ni siquiera férreos contradictores como el expresidente Álvaro Uribe y el excandidato Sergio Fajardo le han hecho tantas críticas a Petro como Gustavo Bolívar.
Mientras el presidente electo ha buscado un gran acuerdo nacional que incluya a los partidos políticos tradicionales, para lo cual ha habido reuniones con fuertes contradictores del petrismo como Uribe y el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, el senador Bolívar sigue con la beligerancia de la campaña y considera que el diálogo significa dejar a un lado las banderas que defendieron cuando fueron oposición y con las que llegaron ahora a la presidencia.
“Cambio sí, pero no a cualquier precio. Cambio sí, pero no con cualquiera. Reconciliación sí, pero sincera, no por intereses. Esta causa no se puede entregar a quienes asesinaron a miles de colombianos, a quienes despojaron millones de campesinos, ni a quienes saquean el Estado”, escribió el senador.
En el fondo, el malestar de Bolívar no es solo por las reuniones de Petro con sus contradictores y la apertura del nuevo Gobierno hacia políticos tradicionales del liberalismo, el conservatismo y La U –a quienes el Ejecutivo tendría que darles representación–, sino porque ha tenido que ver cómo figuras a las que ha criticado durante su carrera ahora son fichas claves del Pacto Histórico.
Por ejemplo, uno de ellos es Alfonso Prada, a quien Bolívar acusó en 2017 de haberse robado el Sena y haber entregado contratos a dedo cuando estuvo en la administración de Juan Manuel Santos. Pero ahora se convirtió en figura clave del nuevo Gobierno y, según conoció SEMANA, está cerca de formalizar su ingreso al gabinete.
También ha tenido diferencias con Roy Barreras, un experimentado senador que primero fue uribista, luego santista y hace menos de dos años se convirtió en petrista. El guiño que le dio Petro a Barreras para que sea el nuevo presidente del Senado fue el detonante con el que Bolívar, quien también aspiraba a presidir el Congreso, se transformó en una especie de botafuegos del petrismo.
“Roy es importante en ese rol y tiene la ‘experiencia’, pero no, no representa el cambio por el que estamos luchando muchos en este proyecto”, fue el comentario de Bolívar con el que desató toda una tormenta.
No se habían terminado de tranquilizar las aguas cuando Bolívar volvió a arremeter, esta vez para criticar la reunión entre Petro y Uribe, un encuentro que fue aplaudido por la mayor parte de los sectores políticos.
“Bienvenida la reconciliación, pero a Uribe solo perdón social. Perdón judicial si va a la JEP. Perdón divino, difícil. No podemos traicionar a las víctimas”, aseguró.
Y pocas horas después se fue contra el Partido Conservador, una fuerza clave para la coalición de Petro. “Si la inmensa mayoría que tenemos (80 senadores) es programática, ¿el Partido Conservador dejará de oponerse a la regulación de marihuana, el fin a Comisión de Acusaciones, el Acuerdo de Escazú, la prohibición del fracking, el fin de la minería en páramos y los ascensos a militares cuestionados? Gran noticia”, cuestionó de manera irónica el senador del Pacto.
Y luego se fue lanza en ristre contra quienes rodean al presidente electo: “El primer gobierno del Pacto Histórico manejará en 4 años ¡$1.520 billones! En 2026 los votantes sabrán si los cuidamos y gastamos. Esa es mi preocupación con tanto bandido merodeando. Árbol que nace doblado…”.
Está claro que, tal como el mismo Bolívar lo aclaró, sus diferencias no son con Gustavo Petro, pues es su más fiel escudero, sino con quienes lo rodean. “Permanezco leal a Petro y a la causa. Solo he hecho peticiones respetuosas para que no se excluya a los luchadores de siempre y no se entregue el país a los corruptos”, señaló.
Fricciones
Sin embargo, sus declaraciones están causando daño y han generado fricciones en el Pacto Histórico, como la que se dio esta semana con el también senador César Pachón, quien se reunió con el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, algo que no cayó bien en Bolívar, quien tras el encuentro dijo que no se puede entregar la causa “a quienes despojaron millones de campesinos”. “Ya no somos oposición, aunque quizás algunos se sientan más cómodos allí”, le respondió Pachón.
Además, las declaraciones de Bolívar han generado crispación entre los influenciadores del petrismo en redes sociales, a tal punto que la semana pasada posicionaron una noticia falsa, replicada por el propio Bolívar, que decía que Petro iba a designar al exgobernador Carlos Amaya como ministro de Agricultura. El supuesto nombramiento generó rechazo y se volvió tendencia.
Esta información falsa se le devolvió como un búmeran a Bolívar porque no solo generó un respaldo masivo hacia Amaya por parte de líderes cercanos al petrismo, sino que dejó mal parado a Petro, quien aceleró su decisión de nombrar a Cecilia López como ministra de Agricultura.
Estas declaraciones no hacen sino poner más presión al nuevo jefe de Estado, quien por estos días ha tenido que convertirse en todo un equilibrista para tratar de tenerlos contentos a todos, aunque en el caso del ala más dura del petrismo aún no lo ha logrado.
En el petrismo hay malestar porque sienten que el presidente electo, en las primeras de cambio, poco los ha volteado a mirar. De las siete personas que ha designado el nuevo presidente para ocupar ministerios, apenas reconocen a dos como representantes del petrismo puro: la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, concejal de Colombia Humana y quien estuvo con Petro en la Alcaldía de Bogotá, y la ministra de Cultura, Patricia Ariza, sobreviviente del genocidio de la Unión Patriótica y quien salió a las calles durante el paro nacional.
Álvaro Leyva, quien será nombrado canciller, fue recibido con buenos ojos, pero no representa a todo este sector político. A Carolina Corcho la ven como un nombramiento más de Petro que del petrismo, mientras que Cecilia López, José Antonio Ocampo y Alejandro Gaviria les son ajenos. Y entre los nombres que han estado en el sonajero para ocupar cargos clave en el Gobierno –Alfonso Prada, Luis Fernando Velasco, Luis Gilberto Murillo y Juan Fernando Cristo– tampoco hay líderes del petrismo.
Incluso, algunos de los seguidores más fieles del petrismo ya han declarado en público que están decepcionados. Uno de ellos es el abogado Augusto Ocampo, exfuncionario de Petro en la Alcaldía de Bogotá.“Dialogan con aquellos que históricamente los han atacado, y eso está bien; pero por lo menos respóndanles el celular o los mensajes a quienes se tostaron la cara con el sol haciendo campaña (…) La realidad de que a muchos el poder los encumbra no tiene partido, ni sexo, ni color”, dijo Ocampo, molesto.
Una posición similar es la de David Rozo, uno de los tuiteros más influyentes del petrismo, quien recriminó que “ahora los ‘nadies’ no somos tan importantes”.
Por ahora, Petro no se ha pronunciado sobre el malestar que hay en un sector del petrismo y tampoco le ha reclamado o ha desautorizado a Gustavo Bolívar. Tiene claro que ha sido su más leal compañero en tiempos difíciles y sabe que su fidelidad vale más que una discusión pública.
Además, el senador y cabeza de lista del Pacto Histórico representa la voz del ala dura del petrismo, tiene gran capacidad de movilizar tendencias en redes, algunos de los influenciadores están de su lado y ha mostrado cercanía con los jóvenes de la primera línea. A Bolívar, consideran algunos en el petrismo, es mejor tenerlo de amigo.