La relación de Gustavo Petro con las armas empezó desde niño y de forma accidental. Pudo haber sido una tragedia, pero hoy vive para contar la historia. Sucedió cuando era muy pequeño y se encontraba en la casa de su familia en Ciénaga de Oro (Córdoba), cuando el hoy senador disparó por primera vez un arma.

“Una vez disparé un revólver, creyendo que era de juguete. Eso fue en la casa en Ciénaga de Oro, que eran paredes de bahareque débiles, eso atravesó como tres. El revólver fue al suelo, sonó y todo el mundo salió. Fue un susto muy tenaz”, le confesó Petro a SEMANA.

Sin embargo, asegura: “No fueron de mi gusto ese tipo de juguetes. A mí me gustaba era ser constructor, no jugar a la guerra”.

A pesar de que, como sostiene, no han sido de su gusto las armas, estas sí han marcado su vida. Desde joven, Petro desafió al establecimiento. Hizo parte del M-19, donde empuñó un fusil, aunque asegura que nunca disparó.

“¿Disparé? No, estaba en las barricadas con los trabajadores. Después, en las montañas, caminé cerca de año y medio por las montañas sin disparar. De hecho, una de las discusiones de mi contingente era qué hacemos subiendo y bajando montañas, como el Quijote, si nosotros lo que queríamos era hacer una revolución”, reveló en entrevista con este medio.

Eso sí, confesó que si hubiese habido un combate mientras estaba en las montañas “seguramente habría participado”, pero no se dio la circunstancia.

¿Entonces cuál era su labor en el M-19? Era eminentemente política, según relata, era un organizador de barrios y una especie de enlace entre el grupo guerrillero y las organizaciones sociales, una labor por la que estuvo preso.

“Hay un Petro que conoce de cosas militares, le enseñan, pero la estructura político-militar hace un énfasis en las personas que ingresan al M-19: unos se convierten en dirigentes militares, Carlos Pizarro era uno; otros más, con vocación política, hay sindicalistas, hay curas, hay gente que organiza barrios, yo era un organizador de barrios, hasta que el Ejército me captura y me lleva preso. Después paso a la clandestinidad y en la clandestinidad me muevo entre ciudades, me muevo entre paros”, confesó Petro.

Ante lo paradójico que resulta el hecho de pertenecer a un grupo guerrillero sin haber disparado un arma, el hoy senador asegura que en el M-19 había integrantes que se dedicaban a lo político, no a lo militar.

“Hasta periodistas muy importantes en Colombia que estuvieron en el M-19 y nunca dispararon un arma. Había gente que ha hecho grandes producciones de cine y de televisión, artistas y eran eso: artistas”, apuntó.

A pesar de que los analistas reconocen que se sintoniza con los sentimientos de cambio político del electorado y que tiene un discurso moderno sobre temas como el medioambiente, las energías limpias, la igualdad y la defensa de los animales, lo que les llega a algunos sectores, sobre todo en los estratos más jóvenes, el hecho de haber pertenecido al M-19 constituye el principal ‘talón de Aquiles’ para Petro. No hay debate en el que no le mencione su militancia en la guerrilla.

Sin embargo, sus defensores también usan esa situación para señalar que su historia es ejemplo de vida. Tras el desarme del M-19, se convirtió en el exguerrillero que más lejos ha llegado en la política colombiana. Concejal de Zipaquirá, representante a la Cámara, senador, alcalde de Bogotá. Y ahora nuevamente candidato a la Presidencia. ¿Hasta dónde llegará?

El Jesús de los pobres

Ha sorprendido al incorporar en su discurso a Jesús, incluso ha hablado del “Jesús de los pobres”. No obstante, también ha lanzado duras críticas a los sectores cristianos al acusarlos de “falsedad”. ¿Cuál es el Dios en el que cree?

En diálogo con SEMANA, Petro confesó que tiene formación católica, pues el colegio en el que estudió el bachillerato era regido por curas lasallistas. Allí conoció sobre la teología de la liberación.

“¿Qué es la teología de la liberación? La opción preferencial por los pobres, desde una visión muy cristiana. Eso a mí me impregnó y siempre vi en este tema de mi acción política una opción preferencial por los pobres”, relató el senador de Colombia Humana.

Sin embargo, a pesar de su formación católica, no va a misa ni es “rezandero”, pues considera que esto es más apariencia y lo suyo es “el compromiso”.

“En la teología de la liberación lo que importa no es la forma, el rito, sino el compromiso; he visto católicos que se arrodillan y votan por Uribe para que mate muchachos. Yo no creo en estos rituales, sino en el compromiso”, reveló el candidato presidencial.

Para ejemplificar el compromiso dentro de su creencia, Petro mencionó la historia de cuando Jesús ayudó a una mujer acusada de adulterio para que no fuera lapidada, según se relata en la biblia.

“Jesús ama a una trabajadora sexual que va a ser lapidada y es trabajadora sexual porque es pobre y se convierte ella en uno de los pilares del catolicismo. Ese Jesús es un Jesús de compromiso, él logra convencer a los hombres que quieren lapidar a la mujer, ahí está sociedad patriarcal, la sociedad de la injusticia, la sociedad desigual. No es el lapidador el que tiene la razón, es la trabajadora sexual”, recordó.