SEMANA: En estos días se reunieron más de 40 congresistas para ver cómo va a ser el esquema de trabajo de la oposición. ¿Qué se ha definido?GUSTAVO PETRO: Soy un tanto enemigo de la palabra oposición. Preferimos denominarnos ‘alternativa de poder’, lo cual es diferente. Mientras la oposición se limita a decirle No a todo lo que proponga el gobierno, una fuerza que es ‘alternativa de poder’ propone lo que el gobierno no lidera. No nos interesa dedicarnos exclusivamente a descubrir escándalos, ni pensamos en bloquear vías o carreteras. Haremos mucho más. Nuestro estilo será otro.SEMANA: ¿Qué les interesa?G.P.: Mantener el bloque con el que llegamos a segunda vuelta. Aunque hay discusiones obvias que vienen incluso del hecho de que no todas las fuerzas estuvieron desde un inicio en la misma campaña, en últimas se dio una confluencia de fuerzas que quiero que se mantenga. Queremos que el Partido Verde, el Polo, la Fuerza Ciudadana, el Mais, la UP, los progresistas, más la disidencia que se produce en el liberalismo y varias fuerzas sociales, puedan constituir un sujeto político que podría entrar a disputar el poder local en 2019.Puede leer: Grito de independencia: Cambio Radical y Duque, cara a cara en la Casa de NariñoSEMANA: Después de su abrazo con Robledo, quedó la sensación de que hay un ambiente para superar divisiones históricas de la izquierda. ¿Existe ese ambiente?G.P.: Sí, pero este proyecto no es ‘izquierda’. Hay izquierda, sin duda, pero no puedo decir que los 8 millones de votos que representa este bloque respondan solo a este sector. Esos sufragios construyeron una nueva realidad política, ligada al voto programático. En las elecciones unos respaldaron el triunfo de Duque y una agenda política y económica de continuidad. Otros vieron en mi candidatura compromisos con el medioambiente, con cambios en el modelo productivo y con la democratización del país. Allá hubo 10 millones y aquí hubo 8. Son dos visiones de sociedad.Los expresidentes son viudos del poder y están llenos de ambiciones burocráticas. Pero en esta elección una ha sido la lógica del Congreso y otra la de los exmandatarios que, como queda en evidencia, cada vez tienen menos capacidad de convocar a sus partidos.SEMANA: Frente a su propuesta de hacer una oposición diferente, usted recientemente acogió la idea de hacer parte de un gran pacto de unidad nacional como el que propone Duque. ¿Se mantiene?G.P.: Inicialmente, lo plantee así. Sin embargo, al oír de nuevo los discursos de Duque, creo que más que un pacto, él busca que otras fuerzas se sumen a su visión de país. Así lo dije en la plaza de la Hoja el 7 de agosto. Él dice “invito a un pacto, y este es el pacto”. Si él quisiera un pacto, no desconocería nuestra agenda.SEMANA: Su idea de pacto ¿implicaría la posibilidad de participar en el gobierno?G.P.: No, eso no lo hicimos ni con Santos. Implicaría apertura para recoger elementos del programa que respaldaron 8 millones de colombianos. No digo que deba incluir todo lo que planteamos en campaña, pero sí tener apertura para considerar algunas de nuestras ideas. Al hablar de pacto, ¿no podría el presidente, por ejemplo, discutir con nosotros algunas ideas como la de promover una educación superior pública, presencial y gratuita? Duque confunde unidad con unanimismo: invita a la unidad, pero alrededor de su programa.SEMANA: En su anterior experiencia legislativa, Uribe era presidente. Ahora vuelve al Senado y el mandatario es el pupilo de Uribe. ¿Qué tanto va de Uribe a Duque?G.P.: Siento que ambos se han movido de manera similar en materia de seguridad del Estado. Antes operaba el DAS, ahora buscan que opere la Unidad de Protección. Los nombramientos en esas áreas: la señora Claudia Ortiz –que iban a poner allí a pesar de retuitear trinos amenazantes–, el viceministro Daza –que acusó a los opositores de asesinos o terroristas– o la misma ministra del Interior responden a lógicas de inteligencia estatal aplicadas en la era Uribe. En el tema económico, la continuidad llega a tal punto que el ministro de Hacienda de ambos gobiernos es el mismo; en la política minero-energética, ambos apoyan un modelo extractivista en el que es posible el fracking y en el que la subsistencia de las élites tradicionales regionales se da a través de las regalías petroleras.Le sugerimos: Gobierno de Duque: un despegue con ventarrónSEMANA: Pero expertos, incluso, reconocen en el nuevo gabinete un perfil técnico…G.P.: No es lo mismo hablar del peso político que tienen los ministros de las TIC, Comercio Exterior o Cultura, que el que tienen los de Defensa, de Interior, de Trabajo o de Hacienda. En estas últimas carteras, Duque le entregó el poder a Uribe.SEMANA: Esa afirmación es muy fuerte…G.P.: Pero es cierta. Esos ministerios controlan el poder real. Las armas, los recursos, la dinámica de las relaciones productivas, la política… Sin duda hay un anillo de poder menos relevante, en el que el presidente nombró a personas cercanas a él para proyectar renovación, pero para nadie es un secreto que Uribe controla cada movimiento en el Ministerio de Defensa, que Carrasquilla fue su ministro, que Alicia Arango fue su mano derecha o que impulsó a Nancy Patricia Gutiérrez. Si Duque hubiera querido gobernar, no entrega su primer anillo de poder.SEMANA: ¿Cómo vio los proyectos de ley que radicó el gobierno la semana pasada?G.P.: Me concentré en el de reforma política. Aunque la lista cerrada sigue siendo una opción válida, me sorprendió que no reformará el sistema electoral a fondo. No propone la transformación del Consejo Nacional Electoral, sino su fortalecimiento. Si la representación partidista en la autoridad electoral no se modifica, estamos hablando carreta.SEMANA: ¿Será usted el jefe de la oposición?G.P.: Al contrario de lo que dicen los medios no tendremos un solo jefe de la oposición. Haremos control político de manera conjunta y nos prepararemos de la manera más articulada posible para sustituir a los políticos tradicionales en el poder. Cada bancada hará debates de acuerdo con sus intereses prioritarios.SEMANA: ¿La Farc estará en ese bloque alternativo?G.P.: La Farc no estuvo en mi campaña. Ese partido tiene todo por construir y hay que ver cómo va a operar en el Congreso y para dónde va. El tema Farc es complicado. Sin embargo, estoy seguro de que si se le hace un apartheid político, pueden generarse nuevos insumos para que excombatientes vuelvan a la violencia. Pero también tengo claro que a quien les abra esas puertas, la derecha le va a montar un correlato diciendo que es guerrerista y de izquierda radical. Inicialmente, deben buscar mecanismos, como partido, para construir su propia legitimidad.Le recomendamos: “Los expresidentes son adictos al poder”: Gustavo PetroSEMANA: Usted es promotor de la consulta anticorrupción. ¿Cuál es el valor real de esa consulta?G.P.: Por cuenta de la oposición del uribismo a la consulta, y que le hace un daño en términos de la posibilidad de pasar el umbral, el valor de la misma es cada vez más simbólico. Pensé que el primer pacto de Duque iba a ser convocar a los 19 millones que votaron en la segunda vuelta y buscar la unidad alrededor de la consulta. Pero le sacó el cuerpo y cumplió escasamente con la organización electoral para efectuarla, lo cual, además, ya se había dado. La consulta es, ante todo, un mandato.SEMANA: Y frente a la elección de contralor, ¿cuál es su impresión?G.P.: Los expresidentes son viudos del poder y están llenos de ambiciones burocráticas. Pero en esta elección una ha sido la lógica del Congreso y otra la de los exmandatarios que, como queda en evidencia, cada vez tienen menos capacidad de convocar a sus partidos.SEMANA: ¿Qué cree que terminará haciendo el gobierno en el tema del acuerdo de paz?G.P.: Creo que van a hacer algo a la ‘colombiana’: en vez de entrar al choque con nosotros y con otras fuerzas volviendo trizas los acuerdos, los van a dejar marchitar. Evitarán el debate. Lo que no tiene claro el gobierno es que si no se cumple con lo pactado, miles de guerrilleros quedan expuestos a ser cooptados por otras organizaciones criminales. Y yo no llamaría a esos guerrilleros ‘disidencias’ porque no precisamente se irían a reivindicar un proyecto insurgente. Se van a hacer parte de grupos armados que se parecen al paramilitarismo, pero que no lo son porque están controlados desde afuera.SEMANA: ¿Desde dónde?G.P.: Desde México. Por eso creo que la agenda diplomática inicial de Duque no ha debido ser visitar al rey, a Aznar, a Butragueño o a los congresistas republicanos. Ha debido ir a discutir con Manuel López Obrador una política conjunta contra el narcotráfico. En México es donde ahora están parte de las fuentes de nuestra violencia. La agenda internacional de Duque, sumada a los nombramientos diplomáticos que está haciendo, demuestra que está entrampado en la ideología más que en el conocimiento.