El presidente de Colombia es uno de los nominados para el premio Nobel de la Paz. La postulación la hizo Rasmus Hansson, un diputado ecologista noruego que profesa una enorme admiración por el mandatario colombiano.
“Petro promueve una política de paz creadora, moderna e integral. Él muestra en la práctica que el diálogo con los actores armados puede ser un medio eficaz para solucionar conflictos y reducir la violencia”, aseguró Hansson, según información de la cadena alemana DW.
El diputado agregó que la apuesta de Paz Total del primer mandatario es “incluyente” y ha permitido que mujeres, jóvenes, indígenas y grupos marginales también participen. El político pertenece al Partido Verde y asegura que el presidente colombiano es una “inspiración para el mundo”.
Hansson es un reconocido ambientalista y activista en su país con una amplia y reconocida trayectoria en ese sector. Dirigió el capítulo de Noruega de la WWF (World Wildlife Fund) del año 2000 al año 2012. Y en el año 2013 fue elegido como parlamentario en ese país.
Durante su periodo como político ha sido una de las voces más duras a favor de la necesidad de que Noruega reduzca su consumo para aportarle al planeta en medio de la lucha por el cambio climático. También es un abanderado de la energía eólica y de la protección del oso polar.
El Nobel de Paz
De todos los premios Nobel, solo el galardón de paz se entrega en Oslo, Noruega. Los demás, son adjudicados en Estocolmo, Suecia.
Las nominaciones al nobel de paz son uno de los secretos mejor guardados del mundo. “Es, sin duda, uno de los aspectos más enigmáticos del premio, pues, tanto el número de candidatos como las nominaciones hechas por los nominadores y la lista corta elaborada de posibles ganadores debe quedar bajo secreto durante cinco décadas. Se trata de un método para garantizar la confidencialidad del proceso y, en parte, agregar un cierto misterio al proceso de selección”, cuenta la revista National Geographic.
La distinción de paz es quizás la más aclamada en el mundo y tiene una historia interesante detrás. “Alfred Nobel mostró un gran interés por las cuestiones sociales y participó en el movimiento por la paz. Su relación con Bertha von Suttner, que fue una fuerza impulsora del movimiento internacional por la paz en Europa y más tarde galardonada con el Premio de la Paz, influyó en sus opiniones sobre este asunto. La paz fue el quinto y último premio que Nobel mencionó en su testamento”, cuenta la página web del premio.
Hasta el momento, se han otorgado 104 galardones, de los cuales 19 han sido para mujeres. El más viejo en recibirlo tenía 87 años y la más joven 17.
Hace unos años, SEMANA contó en un perfil la impresionante vida del creador de este premio, el más apetecido por los líderes mundiales en la actualidad:
Alfred Nobel (1833 – 1896) era un químico comprometido con los derechos civiles y asuntos pacifistas. Hablaba con fluidez varios idiomas, incursionó en la literatura y patentó 355 inventos, entre ellos la dinamita, el producto que lo haría multimillonario y que a la vez lo llevaría a sentirse culpable de cientos de muertes.
El genio sueco nació en 1833 en Estocolmo. Es descendiente del intelectual Olof Rudbeck, escritor y científico, su padre Immanuel era ingeniero e inventor, constructor de puentes en Estocolmo, y su madre Andriette Ahlsell provenía de una familia muy adinerada. Alfred tenía tres hermanos: Robert Nobel (1829–1896) y Ludvig Immanuel Nobel (1831-1888), dos ingenieros reconocidos en el mundo petrolero en Rusia, y Emil Nobel (1843-1864) quien murió en uno de los tantos experimentos de la familia con explosivos. Nunca se casó ni tuvo hijos.
La familia viajó a Rusia en busca de nuevas oportunidades y allí Immanuel se convirtió en uno de los mayores proveedores de minas marinas para el Ejército Rojo. Sus finanzas crecieron y fundaron la empresa Fondéries & Atéliers Mécaniques Nobel & Fils de artefactos bélicos. Con estos productos, Rusia impidió que la Marina Real Británica se acercara a San Petersburgo durante la guerra de Crimea.
Alfred fue educado por maestros privados. A los 17 años ya hablaba fluidamente en sueco, ruso, francés, inglés y alemán. Tenía la costumbre de memorizar diccionarios enteros. Él y sus hermanos veían clase de ruso, literatura, química, matemática y física. Alfred se interesó también en la filosofía y la poesía, estaba fascinado por la literatura inglesa, especialmente por los poetas Lord Byron y Percy Bysshe Shelley. Incluso adoptó una actitud hacia la vida similar a la de Shelley, con un idealismo extravagante, un amor extremo por la humanidad, un carácter pacifista y un ateísmo que rozaba lo fanático.
Mientras sus hermanos se quedaban en la empresa trabajando con su padre, Alfred decidió viajar por el mundo. Estando en París en 1847, conoció al químico italiano Ascanio Sobrero, quien tres años antes había descubierto la nitroglicerina, un líquido altamente explosivo, considerado muy peligroso para ser utilizado en la práctica, ya que tenía una fuerza mucho mayor que la pólvora, y podía detonar de manera inesperada si se exponía a calor y presión.
Desde ese momento, Alfred Nobel se interesó mucho en la nitroglicerina y en la búsqueda de un método para su uso práctico en la construcción. Trabajaba por encontrar una solución a los problemas de seguridad que acarreaba la utilización de este químico.
Cuando finalizó la Guerra de Crimea con el Tratado de París en 1856, la familia Nobel quedó en bancarrota porque los rusos prefirieron abastecerse de productos extranjeros. Entonces su padre regresó a Estocolmo, mientras Alfred y sus hermanos se quedaron un tiempo más en San Petersburgo. Sus hermanos fundaron una exitosa empresa petrolera. Él, por su parte, decidió seguir experimentando con explosivos.
En 1863 Alfred regresa a Estocolmo y trabaja en el uso nitroglicerina. Al mezclar la nitroglicerina con diatomita (una clase de roca maleable) se dio cuenta de que podía controlar este explosivo, al que bautizó en 1867 ‘dinamita’. Con este invento se reducirían los costos de la construcción de edificaciones que requerían explosiones de rocas para la creación de canales o túneles.
El precio que tuvo que pagar Alfred en su búsqueda por controlar la nitroglicerina fue muy alto. En septiembre de 1864, una gran explosión en la fábrica Nobel en Estocolmo cobró las vidas de su hermano menor Emil y de otras cuatro personas. Por estos sucesos, Alfred se sentiría culpable y sufriría fuertes episodios de depresión.
El sector de la construcción que demandaba este nuevo explosivo hizo que Alfred Nobel se convirtiera en un gran empresario. Creó un imperio de tiendas en más de 20 países, llegó a vender dinamita para la construcción en varias naciones de Europa, Oceanía y América. Gracias a la dinamita se construyeron importantes obras civiles como el túnel Söder en Estocolmo y el gran túnel San Gotardo en los Alpes Suizos. Sus viajes por el mundo hicieron que el poeta Víctor Hugo lo describiera como “el vagabundo más rico de Europa”.
En 1868, el año posterior a obtener su primera patente por la dinamita, Alfred Nobel y su padre Immanuel fueron condecorados con el Premio Letterstedt de la Real Academia Sueca de Ciencias (la misma institución que décadas más tarde se haría cargo de administrar varias categorías de los Premios Nobel). El premio lo recibió por “sus descubrimientos de gran importancia y valor práctico para la humanidad”.
Con todo, el uso de la dinamita en las guerras hizo que los problemas de depresión de Alfred se agudizaran. El período de su vida, que va de los años 1880 hasta principios de los 1890, estuvo lleno de episodios de depresión. Incluso llegó a recluirse en centros de reposo, pero su deseo por una vida activa hizo que pudiera continuar con sus labores, sus investigaciones y sus experimentos.
Cuando murió en 1896, en San Remo (Italia), muchos se sorprendieron de su testamento, en el cual estipuló que la mayoría de su fortuna (406 millones de dólares) sería utilizada en fondos de inversión para la creación de premios que se entregarían cada año a “aquellos quienes durante el año anterior hayan otorgado el mayor beneficio a la humanidad. Los intereses mencionados serán divididos en cinco partes iguales: una parte a la persona que haya realizado el descubrimiento o invento más importante en el campo de la física; una parte a la persona que haya logrado el descubrimiento o mejora más importante en química; una parte a la persona que haya realizado el descubrimiento más importante dentro del dominio de la fisiología o medicina; una parte a la persona que haya realizado la obra más sobresaliente en el campo de la literatura en una dirección ideal; y una parte a la persona que haya logrado la mayor cantidad o mejor obra por la fraternidad entre naciones, por la abolición o reducción de ejércitos y por la organización y promoción de congresos de paz”, se lee en su testamento.
Estipuló que los premios de física y química fueran entregados por la Academia Sueca de Ciencias; que los trabajos en fisiología o medicina estuvieran a cargo del Instituto Karolinska en Estocolmo; el de literatura en manos de la Academia en Estocolmo, y el de la paz, por un comité de cinco personas elegidas por el Parlamento Noruego.
“Es mi expreso deseo que, al entregarse los premios, no se tendrá en cuenta la nacionalidad de los candidatos. Serán los que más lo merezcan aquellos quienes recibirán el premio, sean de origen escandinavo o no”, puntualizó. Esta fue la forma en que Alfred Nobel buscó reparar su sentido de culpa.