SEMANA: Usted es de Ciénaga de Oro, ¿de acá también es su hijo?

GUSTAVO PETRO SIERRA: También, sí. Él nació aquí en Ciénaga de Oro y fue bautizado acá. Nació a las seis de la tarde del 19 de abril de 1960.

SEMANA: ¿Qué estaba haciendo ese 19 de abril?

G.P.: Estaba charlando con mi esposa en el cuarto y sintió los dolores del parto. Tuvimos que llamar a una señora vecina, como a tres casas, y ella fue quien la atendió.

SEMANA: ¿Cómo fue la llegada de Gustavo Petro al mundo?

G.P.: Indudablemente, mi esposa tuvo que hacer mucho esfuerzo para tenerlo. Fue doloroso y duró más de una hora.

SEMANA: ¿El bebé lloró de una vez o tocó darle varias palmaditas?

G.P.: Tocó darle varias palmaditas.

SEMANA: ¿Y a usted le tocó darle varias palmaditas a él en la crianza?

G.P.: No.

SEMANA: ¿Cómo era Gustavo Petro de niño?

G.P.: Era un niño muy calmado, no era necio, no era travieso. La verdad es que no lloraba, no molestó para nada. Lo único es que molestaba un poco para las comidas porque tenían que hacérselas aparte. Una vez mi señora hizo un sorbete de banano con leche y a él no le gustaba, no se lo tomó y le dije que debía comer como todos y se lo tomó. A las 12 de la noche me tocó arrancar para el hospital infantil porque tenía un vómito que no paraba, desde ahí no me volví a meter en el tema (risas).

El senador Gustavo Petro y Gustavo Petro Sierra, su padre | Foto: Foto de @PetroGustavo

SEMANA: ¿Y cuántos años tenía?

G.P.: Entre 7 y 8 años.

SEMANA: Vivían en Zipaquirá…

G.P.: Sí, nosotros llegamos a Zipaquirá porque a mí me trasladaron.

SEMANA: ¿En qué año?

G.P.: Fue como en 1965.

SEMANA: ¿Entonces su hijo llegó a ese municipio de Cundinamarca como a los 5 años?

G.P.: No, más pequeño. Vivimos un tiempo en Bogotá y como los arriendos cada día eran más caros, nos fuimos a vivir a Zipaquirá. Cuando él nació yo vivía en Bogotá, pero nació en Ciénaga de Oro.

SEMANA: ¿Y dónde lo registró?

G.P.: Ese es el cuento de una gente que se muere de envidia y de rencores, buscan la manera de perjudicar. Él nació acá, yo trabajaba en Bogotá, tenía que irme y llevarlo. Cuando iban a empezar los estudios, la primaria, hubo la necesidad de sacar el registro y la mamá lo registró en Zipaquirá.

SEMANA: Del apellido Petro dicen que viene como de Italia…

G.P.: En el libro de Gustavo dice que viene de una región del norte de Italia que se llama Liguria.

SEMANA: ¿Hasta que leyó el libro se enteró de la procedencia?

G.P.: Sí.

SEMANA: ¿Qué tiene Gustavo Petro de costeño y qué tiene Gustavo Petro de cachaco?

G.P.: De costeño, el baile.

SEMANA: ¿Baila bien?

G.P.: Él cree que baila bien…

SEMANA: ¿Y sinceramente cómo lo ve?

G.P.: Sí, se defiende (risas).

SEMANA: Entonces tiene un gusto por la música…

G.P.: Pero no es solamente él. Yo no he sido parrandero, no he sido como es el costeño como tal y él salió a mí en ese sentido.

SEMANA: ¿Se inspiraba en usted?

G.P.: Sí, se inspiraba en mí.

SEMANA: ¿Y de cachaco?

G.P.: De pronto su forma de ser, yo diría que un poco tímido, pero no introvertido.

SEMANA: Hablemos de los gustos de su hijo. ¿La changua o el mote de queso?

G.P.: Ni lo uno ni lo otro, porque tiene leche.

SEMANA: ¿El ajiaco o el sancocho?

G.P.: Ambos le gustan.

SEMANA: Usted dice que su hijo es especial, ¿por qué?

G.P.: Su forma de ser. Es un poco calmado, le gustó la lectura desde pequeño y es una persona supremamente inteligente. Tiene una facilidad para leer y hacer análisis, sin contar que es un matemático puro.

Vea la entrevista completa:

SEMANA: Nos hablaba del gusto de su hijo por la lectura, ¿escribir también lo apasiona?

G.P.: Sí. Yo compré en un semestre unos cuadernos de esos de universitario de argollas grandes, entonces una noche se me acabó el que tenía en uso, la noche siguiente cogí uno de los que había comprado; lo cogí, llegué a la universidad y cuando fui a tomar nota, vi que tenía unas hojas escritas. Me puse a leer lo que estaba ahí y era una especie de novela que él había escrito. Era la historia de un hijo de un extranjero y contaba cómo a su papá lo perseguía la Interpol, que lo cogieron en la casa y se lo llevaron preso. Al día siguiente lo fusilaron y él vio todo eso y le dio por irse al monte. En ese monte se encontró con la guerrilla, el M-19 todavía no existía, no sé cómo catalogar eso, tal vez una premonición.

SEMANA: Usted está metido en la campaña también, son jornadas muy largas, ¿por qué lo hace?

G.P.: Por ayudarlo, creo que la relación de padre e hijo no se acaba nunca, eso permanece. Es una muestra de amor por él.

SEMANA: Por la buena relación que tienen…

G.P.: Claro, estuve hace poco en unos pueblos del Tolima, regresé a la casa en Bogotá, me vine para Córdoba, ahorita me están llamando para volver al Tolima, entonces faltan pocos días y después de que se acabe la campaña, descanso.

SEMANA: ¿Y la mamá de Gustavo, su señora?

G.P.: Ella vive en Canadá, en Montreal. Más de la mitad de mi familia está en el exterior. Hemos sido perseguidos, nos han amenazado, entonces los teléfonos viven chuzados y a ella le tocó irse. A mi hija Adriana le tocó irse para Canadá. Tengo tres nietos en ese país y ya han nacido dos bisnietas.

SEMANA: Y usted decidió quedarse apoyando a Gustavo Petro, ¿es su consentido?

G.P.: No. A todos los quiero por igual.

SEMANA: Su otro hijo sonó en varios medios de comunicación por el tema de la visita a La Picota y demás, ¿qué opina de eso?

G.P.: Juan Fernando es un hombre muy inteligente y quizás tiene una mente más ágil que Gustavo, pero no he podido hablar esos temas a profundidad con ellos porque cuando quiero reunirlos Gustavo no tiene tiempo. La idea que puso Juan no es mala, el perdón social no es malo.

SEMANA: Pero dicen que se negoció con presos para conseguir votos, esa fue la polémica...

G.P.: De pronto el tema tuvo mala presentación, pero si de verdad queremos la paz tenemos que hacer concesiones, la sociedad colombiana tiene que aceptar un perdón social.

SEMANA: ¿Qué piensa de Álvaro Uribe?

G.P.: Que es una persona muy inteligente, muy sagaz.

SEMANA: ¿Qué es lo más bonito y lo más difícil de ser el papá de Gustavo Petro?

G.P.: Crear una familia es muy difícil. Yo creo difícil fue el momento en que Gustavo tuvo una vinculación con la guerrilla, ningún padre puede ponerse contento con eso.

SEMANA: ¿Cómo eran sus noches en esos días?

G.P.: Pues muy duras. Nosotros vendimos la casa que teníamos en Zipaquirá para ver si lo podíamos alejar un poco de los amigos, pero eso no dio resultado y fue una lucha dura.

SEMANA: Por lo que nos dice, uno supone que le dijo que no se fuera por allá…

G.P.: El primer detalle fue una huelga que hicieron los compañeros del colegio, él estudió en La Salle y cuando hicieron sexto de bachillerato hubo una gran revuelta entre los compañeros de él, varios perdieron el año, entonces esos muchachos organizaron una huelga. Llamaron a Gustavo para que liderara la huelga, el hermano Pedro, que era el rector, fue a mi casa a pedirme ayuda, que le dijera a mi hijo que no se metiera en eso. Cuando él llegó, yo le dije que había venido el hermano Pedro y me dijo que los compañeros se lo pidieron y que no se podía negar, entonces ahí no había opción.

SEMANA: ¿Siempre lo vieron como un líder?

G.P.: Sí.

SEMANA: ¿En algún momento se quebró por su hijo, lloró por esta situación?

G.P.: Yo soy llorón, muchas veces me he quebrado.

SEMANA: ¿Qué lo pone así?

G.P.: La injusticia; la verdad, muchas cosas. Es injusto que en este momento Gustavo esté compitiendo por la presidencia de la república y haya un señor (Rodolfo Hernández) que, al parecer, le falta una cuerda. Es una persona que no conoce el país, no conoce los problemas de la gente y, sin embargo, hay gente que lo está apoyando. Eso es injusto y Gustavo está luchando contra la corrupción y todos los problemas de Colombia. No más con lo de Aida Merlano, no más contratos como el del Ministerio de las TIC, qué pasó con toda la plata que se robaron en la Refinería de Cartagena, qué pasó con las coimas que dio Odebrecht.

SEMANA: ¿Qué Rodolfo Hernández haya pasado a segunda vuelta es injusto?

G.P.: Sí.

SEMANA: ¿Por qué cree que llegó?

G.P.: Porque hay gente que no quiere a Gustavo.

SEMANA: ¿Y eso le duele?

G.P.: Claro, porque es una persona que ha luchado para servir al país. Deben recordar quién ha dado los debates contra la corrupción en el Senado, los debates contra el paramilitarismo, los debates contra el narcotráfico, pues Gustavo, incluso, está poniendo en riesgo su propia vida.

SEMANA: ¿En algún momento le ha dicho a su hijo que se retire?

G.P.: No, de pronto yo soy más terco que él.

SEMANA: ¿Sueña con verlo presidente?

G.P.: No es algo que diga uno que sin eso no se podría vivir, pero Gustavo Petro merece ser presidente, ha luchado por eso y es justo que lo logre.

SEMANA: Como todo padre de familia habla maravillas de su hijo, ¿no tiene nada malo?

G.P.: La verdad no sabría decirte, de pronto que es un poco malgeniado, que mejore el genio.

SEMANA: ¿Habla todos los días con él?

G.P.: No, a veces pasamos hasta seis meses sin vernos y sin hablar. Él después de que salió de la Alcaldía quedó sin puesto, sin ingresos, yo tuve que prestarle. En todas partes le cerraban la puerta, no querían saber nada de él. Los problemas de él fueron porque bajó el pasaje de TransMilenio a los estudiantes y a los ancianos, ese fue el gran pecado que cometió.

SEMANA: ¿Y entonces usted va por todas las ciudades explicando quién es su hijo?

G.P.: Así es; por ejemplo, hoy me levanté a las seis de la mañana, se fueron una hora o dos horas en arreglo y desayuno, y después de haber hecho eso nos subimos al carro y no hemos parado. Hay que recorrer regiones.

SEMANA: ¿Qué significa apoyar a su hijo?

G.P.: El esfuerzo que tengo que hacer es bastante porque ya en esta edad uno se cansa, tengo una cantidad de problemas de salud. Yo sufro del corazón, de la tensión, hipertenso, problemas de azúcar y problemas en la tiroides.

SEMANA: ¿Y cómo disimula esos dolores en la tarima o hablando con la gente?

G.P.: El amor. El último que me vio, me dijo: “si usted está bien de los riñones, entonces eso es del corazón”.

SEMANA: ¿Usted me dice que han pasado seis meses sin hablar con Gustavo Petro?

G.P.: Sí.

SEMANA: Mándele un mensaje por acá…

G.P.: No, pues que esté tranquilo en este último tramo de las elecciones para presidente. Que estamos seguros de que él va a ganar.

SEMANA: ¿Qué es lo primero que hará si su hijo es presidente?

G.P.: Si Gustavo es presidente me tomaré unos tragos con mis amigos. Ya en Ciénaga de Oro casi no me quedan amigos, en Bogotá me quedan muy pocos, pero siempre tengo unos dos o tres, así que con ellos me voy a tomar unos tragos. Hay uno diciéndome que tiene tres botellas de whisky 18 años.