En su primer discurso como presidente, Gustavo Petro, el exguerrillero que se alzó en las urnas con más de 11 millones de votos el 19 de junio pasado, se estrenó en el poder leyendo las palabras que escribió por protocolo en 21 páginas, pese a su capacidad de improvisación.
Durante más de 30 minutos, el nuevo mandatario –quien promete gobernar con el pueblo y afuera de las frías y grises paredes de la Casa de Nariño– envió un mensaje emotivo, de unión, de paz, con un tono conciliador. Trazó la hoja de ruta de sus cuatro años de gobierno y no escapó a la literatura, a la historia, a uno que otro anuncio y a varias pullas.
Después de reconocer lo que significa para él la espada de Simón Bolívar, que se convirtió en un novelón y en el principal símbolo de la posesión, aunque el expresidente Iván Duque se opuso a su traslado, el líder de izquierda empezó por mostrar su lado humano. Saludó a Clara Urrego y Gustavo Petro, sus padres, quienes se encontraban en la investidura. De su madre poco se conoce, mientras que su padre fue una figura simbólica al cierre de la campaña presidencial.
Después, saludó a sus hijos y le dedicó un espacio a Verónica Alcocer, su esposa, quien durante la campaña jugó un papel preponderante en las regiones y los sectores culturales, donde cautivó un nicho que le terminó sumando al líder progresista. “(Ella) quien me ha acompañado, quien me ha dado descendencia, la vida misma”, afirmó. “Aquí no estará para acompañarme solamente, sino para acompañar a las mujeres de Colombia en su esfuerzo para salir adelante”, añadió.
Petro les dijo a los colombianos que abarrotaron la plaza de Bolívar “que hoy empieza nuestra segunda oportunidad. Nos la hemos ganado. Se la han ganado. Su esfuerzo valió y valdrá la pena. Es la hora del cambio”.
El nuevo huésped de la Casa de Nariño aseguró que desde este 7 de agosto empezó lo que él llama la Colombia de lo posible. Y lanzó una de las pullas pronunciadas en medio de su discurso: “Estamos acá contra todo pronóstico, contra una historia que decía que nunca íbamos a gobernar, contra los de siempre, contra los que no querían soltar el poder. Pero lo logramos. Hicimos posible lo imposible”, anotó.
Como estaba contemplado, el nuevo presidente no se le escapó a la paz, una de sus principales banderas de campaña y que ha venido tomando fuerza en las últimas semanas tras los anuncios de las eventuales negociaciones con el ELN, el Clan del Golfo y otros grupos armados. “Que la paz sea posible. Tenemos que terminar, de una vez y para siempre, con seis décadas de violencia y conflicto armado. Se puede”. Prometió, además, cumplir el acuerdo de paz firmado entre las Farc y el Gobierno de Juan Manuel Santos, un expresidente cercano a la nueva administración y quien lo acompañó durante la posesión.
Contra viento y marea, dijo que cumplirá las recomendaciones del informe de la Comisión de la Verdad, un documento que compiló una versión sobre el conflicto armado en Colombia en los últimos años, cuestionado por los distintos sectores de la derecha, entre ellos el uribismo, por su aparente sesgo ideológico.
De hecho, el ministro de Educación, Alejandro Gaviria, anunció hace dos semanas que llevará el informe a los colegios del país y desató una polvareda política.
“Es la sociedad toda la que debe dialogar sobre cómo no matarnos y sobre cómo progresar. En los diálogos regionales vinculantes convocamos a todas las personas desarmadas para encontrar los caminos del territorio que permitan la convivencia. No importan los conflictos que hay allí o allá, se trata precisamente de evidenciarlos a través de la palabra, de intentar sus soluciones a través de la razón. Es más democracia, más participación lo que propongo para terminar con la violencia”, dijo.
Aunque ya lo había anunciado, Gustavo Petro convocó a todos los actores armados para dejar las armas en las nebulosas del pasado. “A aceptar beneficios jurídicos a cambio de la paz, a cambio de la no repetición definitiva de la violencia, a trabajar como dueños de una economía próspera pero legal, que acabe con el atraso de las regiones”.
No entregó detalles de cómo avanzan las exploraciones de paz con el ELN ni se pronunció sobre la disposición de paz que han venido mostrando durante los últimos días grupos narcotraficantes. Tampoco se refirió al acogimiento al que, según su canciller, Álvaro Leyva Durán, se someterán los hombres del Clan del Golfo que acepten las condiciones de formar parte de la paz total que promete.
“Para que la paz sea posible en Colombia, necesitamos dialogar, dialogar mucho, entendernos, buscar los caminos comunes, producir cambios”, precisó.
Petro cree que la paz es posible si se cambia la política contra las drogas “vista como una guerra por una política de prevención fuerte del consumo en las sociedades desarrolladas”.
Por esto, insistió en que es hora de una nueva convención internacional que acepte que la guerra contra las drogas ha fracasado, que ha dejado un millón de latinoamericanos asesinados durante los últimos 40 años y que 70.000 norteamericanos muertos por sobredosis cada año.
“La guerra contra las drogas fortaleció las mafias y debilitó los Estados. La guerra contra las drogas ha llevado a los Estados a cometer crímenes y ha evaporado el horizonte de la democracia. ¿Vamos a esperar que otro millón de latinoamericanos caigan asesinados y que se eleven a 200.000 los muertos por sobredosis en Estados Unidos cada año? O, más bien, cambiamos el fracaso por un éxito que permita que Colombia y Latinoamérica puedan vivir en paz”, interrogó.
La igualdad también ocupó parte de su discurso. A Petro no le parece que el 10 por ciento de los colombianos tenga el 70 por ciento de la riqueza. “Es un despropósito y una anormalidad. No naturalicemos la desigualdad y la pobreza. No miremos para otro lado, no seamos cómplices. Con voluntad, políticas de redistribución y un programa de justicia, vamos a hacer una Colombia más igualitaria y con más oportunidades para todos y todas”.
Es decir, para él la igualdad es posible “si somos capaces de crear riqueza para todos y si somos capaces de distribuirla más justamente”.
Por tanto, se refirió a la reforma tributaria que será presentada este lunes en el Congreso y que, según él, generará justicia: “El llevar una parte de la riqueza de las personas que más tienen y más ganan para abrirles las puertas de la educación a toda la niñez y a la juventud no debe ser mirado como un castigo o un sacrificio. Es simplemente el pago solidario que alguien afortunado hace a una sociedad que le permite y le garantiza la fortuna”.
“Si somos capaces de llevar una parte de la riqueza que se crea a los niños y niñas desnutridos a través de algo tan simple como pagar los impuestos de ley, seremos más justos y estaremos más en paz. No es un asunto solo de caridad, es un asunto de solidaridad humana”, agregó.
Además de la tributaria, el presidente anunció la reforma a la salud, a las pensiones, al contrato laboral y a la educación, pero de esta no entregó mayores datos.
Otros detalles…
En otra arista, el nuevo presidente les encomendó una nueva tarea a las Fuerzas Militares. Anunció que durante su gobierno se volverán a construir distritos de riego con el Ejército, casas campesinas y caminos vecinales con los soldados de la patria.
“Ejército, sociedad y producción pueden unirse en una nueva ética social indestructible. Los helicópteros y los aviones, las fragatas no solo sirven para bombardear o disparar, también sirven para crear la primera infraestructura de la salud preventiva del pueblo colombiano”, precisó.
Informó que a partir del 7 de agosto todos los bienes que están bajo la figura de extinción de dominio de la Sociedad de Activos Especiales (SAE) pasarán a ser la base de una nueva economía productiva, administrada por las organizaciones campesinas, por las cooperativas urbanas de jóvenes productivos y por las asociaciones populares femeninas. El anuncio, que resulta atractivo, no fue explicado en detalle. Al fin y al cabo, requiere un marco normativo y legal que el nuevo presidente seguramente discutirá con su equipo jurídico en las próximas semanas.
El sucesor de Iván Duque informó, además, que en su gobierno se acabó el centralismo y que Colombia va más allá de las principales ciudades capitales. “Se acabaron los no se puede y siempre fue así. Hoy empieza la Colombia de lo posible”, afirmó
Colombia –según Petro– “no es solo Bogotá. El Gobierno del cambio será descentralizado. Les prometo que vamos a estar y trabajar en todo el país, desde Leticia hasta punta Gallinas, desde cabo Manglares hasta isla San José. Duele mucho la ausencia del Estado en muchos puntos del país. Ya no más. Voy a trabajar para que el lugar de nacimiento no condicione tu futuro y para que el Estado diga presente en cada rincón de Colombia”.
Gustavo Petro estuvo acompañado durante su posesión de líderes nacionales e internacionales. A los visitantes extranjeros los llamó a la unión.
“En tiempos en los que vemos a naciones hermanas bombardeándose, aquí, en el corazón de Colombia, en el corazón de Latinoamérica, hay una decena de presidentes y presidentas de la región, con diversidad ideológica y diferentes trayectorias, pero todos unidos y unidas compartiendo esta verdadera fiesta de la democracia”, destacó.
Petro dijo que ya es hora de dejar atrás los bloques, los grupos y las diferencias ideológicas para trabajar juntos.
“Entendamos de una vez y para siempre que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Y que juntos somos más fuertes”.
África –de acuerdo con el nuevo mandatario– será uno de los continentes con los que Colombia pretenderá realizar alianzas. “Buscaremos que San Andrés sea un centro de salud, cultural y educativo del Caribe antillano; de allí saldrán todos los embajadores y embajadoras de Colombia para las Antillas”.
También establecerá contactos con los árabes. “Buscaremos una alianza para transitar hacia las nuevas economías descarbonizadas. Queremos juntar nuestra Buenaventura y nuestro Tumaco con el este asiático rico y productivo”, anunció.
Su decálogo
Petro enumeró diez compromisos que le esperan durante su paso por la presidencia. El primero: trabajar para conseguir la paz verdadera y definitiva.
El segundo: cuidar a los abuelos, niños y niñas, así como a las personas en condición de discapacidad, uno de los principales pilares de su campaña presidencial. “Haremos una política de cuidado para que nadie se quede atrás. Somos una sociedad solidaria que se preocupa y se ocupa del prójimo”.
En tercer lugar, el líder del Pacto Histórico se comprometió a gobernar con y para las mujeres de Colombia, un aspecto que empezó a cumplir con el nombramiento de un gabinete paritario, además de la creación del Ministerio de la Igualdad. Este es uno de los primeros proyectos que pasará por el Congreso en las próximas semanas, una entidad que dirigirá la vicepresidenta, Francia Márquez, a quien designó ministra de esa dependencia.
En su intervención, Petro incluyó entre sus prioridades ser el presidente que dialogará con todos los sectores, sin excepciones ni exclusiones. “Este será un Gobierno de puertas abiertas para todo aquel que quiera dialogar sobre los problemas de Colombia. El diálogo será mi método; los acuerdos, mi objetivo”, enfatizó.
Esa desconexión con los ciudadanos fue una de las grandes críticas que tuvo que soportar Iván Duque durante su gobierno y que le costaron movilizaciones en las calles. Por ello, Petro se comprometió a diseñar mecanismos y dinámicas para que todo colombiano se sienta escuchado en su gobierno. “Solo quien está cerca puede entender y ponerse en el lugar del otro”, precisó.
El sexto compromiso del líder de izquierda es defender a los colombianos de las violencias y lo hará con una estrategia integral de seguridad. “Colombia necesita una estrategia que vaya desde los programas de prevención hasta la persecución de las estructuras criminales y la modernización de las fuerzas de seguridad”.
Sin embargo, no entró en detalles sobre uno de los temas que más le preocupa actualmente a la fuerza pública: el paso de la Policía al Ministerio de Paz, que se creará durante el actual periodo legislativo del nuevo Congreso. Tampoco, sobre la suerte que le espera a la inteligencia de la institución de seguridad, que sufrirá cambios, según anticipó esta semana el ministro de Defensa, Iván Velásquez.
Gustavo Petro anunció que luchará contra la corrupción, uno de los temas que más le han servido de plataforma política durante los 30 años de vida pública.
“Vamos a recuperar lo que se robaron, vigilar para que no se vuelva a hacer y transformar el sistema para desincentivar este tipo de prácticas”. Advirtió que ni su familia, ni sus amigos, ni sus compañeros, ni sus colaboradores quedarán excluidos del peso de la ley.
Otro de los compromisos es su protección por el suelo y subsuelo, los mares y ríos: “No voy a permitir que la avaricia de unos pocos ponga en riesgo nuestra biodiversidad. Vamos a enfrentar la deforestación descontrolada de nuestros bosques e impulsar el desarrollo de energías renovables”.
Más compromisos
Petro también anunció que desarrollará la industria nacional, la economía popular y el campo colombiano: “Vamos a acompañar y a apoyar a todo aquel que se esfuerza por Colombia: el campesino, el artesano, el que crea trabajo (...)”. Al final de su decálogo, el líder del Pacto Histórico dejó claro que cumplirá y hará cumplir la Constitución.
Su discurso lo concluyó afirmando que el país necesita mejores leyes, y lo más importante: garantizar su cumplimiento.
“Confío mucho en que los debates en nuestras asambleas legislativas sean fructíferos y ofrezcan resultados para la sociedad colombiana”, dijo.
Y envió un mensaje de unión a los colombianos: “Uniré a Colombia. Uniremos, entre todos y todas, a nuestro querido país. Tenemos que decirle basta a la división que nos enfrenta como pueblo. Yo no quiero dos países, como no quiero dos sociedades. Quiero una Colombia fuerte, justa y unidad”.
El nuevo jefe del palacio presidencial obvió varios temas en su primer discurso como jefe de Estado, entre ellos las relaciones entre Colombia y Venezuela. Se esperaba que anunciara los diálogos exploratorios con el Gobierno de Nicolás Maduro, que, sin duda, avanzan sobre el terreno, pero no ocurrió. Al fin y al cabo, el líder de izquierda prefiere apartarse del tema, no politizar las conversaciones y dejar que avancen enfatizadas en el aspecto comercial.
Después de su intervención, recorrió la Casa de Nariño, designó a los ministros faltantes y, como casi nunca ocurre, les habló de frente y ante la mirada del país.
Les trazó la hoja de ruta, les aclaró que no será un mandatario de puertas cerradas, que su papel no será el del presidente que ve los problemas del país desde el Palacio de Nariño, “entre los muros grises y fríos del palacio presidencial” y les enfatizó que el tiempo es corto. “Nos toca aprovecharlo al máximo, intensificar la existencia, la actividad”, dijo.
Al final, les recomendó a sus ministros nombrar como viceministros a jóvenes colombianos con experiencia, pues es innegable que ese nicho fue protagonista en el triunfo en las urnas que alcanzó el líder de izquierda. “Ellos decidieron el futuro de Colombia, nos debemos a ellos”, concluyó.