En campaña, el ahora presidente Gustavo Petro, con su discurso conmovedor y disruptivo, prometió soluciones ágiles y profundas a los problemas que aquejan a Colombia. Hoy, como mandatario, podría toparse de frente con la realidad compleja de tramitar sus reformas.
El presidente, su gabinete y la bancada de Gobierno en el Congreso saben que el primer año, en el que por ahora hay una luna de miel con varios partidos, será fundamental para sacar esas ideas adelante. Algunas colectividades se adhirieron a último minuto y no tienen mucha afinidad ideológica.
El tan anhelado cambio difícilmente se logrará en cuatro años. A pesar de eso, el presidente del Senado, Roy Barreras, anunció que buscaría aprobar 12 reformas de aquí a noviembre de este año. Todo Gobierno tiene 100 días de maniobra en los que se verá cómo será su mandato de ahí en adelante, y esa será la primera prueba de Petro.
La expectativa es alta y quienes votaron por ese cambio lo quieren ver de forma rápida. Durante la campaña, Petro llenó a su electorado de promesas y mensajes románticos como “vivir sabroso”, que podrían ser difíciles de cumplir de inmediato y de medir.
Hoy en día, el presidente se encuentra con una coalición inestable y las pujas propias del debate de reformas. La posibilidad de no lograrlo durante su primer año de gobierno será un golpe de realidad al que podría enfrentarse el mandatario colombiano.
“Se va a encontrar una realidad y es que eso no se construye rápidamente. Gobernar es realmente difícil y la gente le va a pedir resultados muy rápido, y esas brechas de lucha contra la pobreza no se van a superar pronto”, afirmó el exministro Luis Felipe Henao.
La frágil coalición de Gobierno
Hasta el momento, la bancada de gobierno está compuesta por el Pacto Histórico, Alianza Verde, Comunes, Partido Liberal y Partido de la U, junto con algunos congresistas de las circunscripciones de paz y especiales. El Partido Conservador ya se acercó al Gobierno y lo apoya, aunque aún no ha hecho el anuncio oficial. Petro deberá ser ágil para que la falta de afinidad ideológica después no le juegue en contra.
La primera crisis se vivió en medio del proceso de elección del contralor, en el que el Gobierno mostró molestia ante la decisión del Partido de la U, Partido Liberal y Partido Conservador de apoyar a la candidata María Fernanda Rangel. Según Armando Benedetti, embajador de Colombia en Venezuela, se trata de una “coalición de Congreso y no de gobierno”.
Desde ese momento, se ha visto flaquear a esa unión, en la que hay mucha transacción y poca concordancia, y todo apunta a que se podría romper en cualquier momento.
“Los alternativos no tenemos las mayorías holgadas. No hemos comenzado y ya hay inestabilidad en las coaliciones. Yo aspiro a que al menos la mitad de las reformas que hemos propuesto logren pasar”, dijo el senador Ariel Ávila, de la Alianza Verde.
Por otro lado, según la senadora María José Pizarro, se trata de debates necesarios que la ciudadanía debe entender.
“El debate tiene que darse. Si el debate no se da, estamos hablando de repetir lo que hemos vivido en los últimos años. Lo que yo creo es que la gente tiene que entender que hay un debate necesario, porque los proyectos de ley tienen que reflejar las distintas posiciones del país. Gustavo Petro ha llamado al diálogo”, señaló la senadora del Pacto Histórico.
Los principales retos
Una de las más complejas promesas de Gustavo Petro es acabar con el hambre en Colombia. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 7,3 millones de colombianos se encuentran en esa condición.
Para ello se necesitarán recursos y, por eso, la primera prueba que tendrá el Gobierno es sacar adelante la reforma tributaria en el Congreso. El proyecto fue radicado el lunes y de inmediato causó polémica en varios sectores del país. Uno de los puntos sensibles son los impuestos a las bebidas azucaradas y a los alimentos ultraprocesados. La principal razón es que el tributo desincentivaría su consumo para mejorar la salud de los colombianos.
En el Congreso tampoco cesan las críticas. Partidos como el Centro Democrático y Cambio Radical no están de acuerdo con que se toquen los bolsillos de los colombianos más vulnerables, quienes consumen principalmente este tipo de alimentos.
Al mismo tiempo, Petro deberá reconocer que ya no es oposición, en la que el escepticismo es lo único que se necesita. Ahora, el presidente deberá proteger la institucionalidad en el Estado.
En este sentido, preocupa lo que pueda pasar con la fuerza pública, ahora al mando de Iván Velásquez, nuevo ministro de Defensa. Petro buscará crear el Ministerio de la Paz y Seguridad, hacia donde trasladará a la Policía Nacional, y el Esmad sería reformado. Seguramente, el debate en el Congreso será feroz, con críticas hasta de quienes se declararon aliados.
Otro punto que preocupa es la reforma a la salud, la cual será presentada por la ministra Carolina Corcho en 2023. La médica psiquiatra ha estado matizando su postura en contra de las EPS, las cuales propuso eliminar en un primer momento. Hoy por hoy, propone “revisar” el rol de estas. Ese es un tema sensible, ya que se trata de un sistema reconocido por su alta cobertura y bondades. El debate también podría romper las alianzas legislativas.
Un pedido a gritos que el Gobierno deberá resolver en el primer año serán las deudas históricas que tiene el país con regiones olvidadas, en parte la tarea de la vicepresidenta Francia Márquez. Estos territorios piden infraestructura, educación y saneamiento básico. La ministra de Vivienda, Catalina Velasco, se comprometió con el mínimo vital de agua para todo el país, un reto grande y que hasta el momento ha sido imposible de lograr.
Petro también deberá mediar disputas rurales. Por ejemplo, está llamado a solucionar el conflicto que se vive en el norte del Cauca entre indígenas y empresas azucareras. Más allá de terrenos históricos, se trata de discusiones complejas en lo social y económico. El presidente se dará cuenta de la necesidad de que exista un Estado equilibrado para resolver esas disputas, sin dejar al empresariado de lado.
El restablecimiento de las relaciones con Venezuela y las negociaciones que se puedan hacer con grupos armados ilegales han generado otra alerta y podrían derivar en un desgaste para el Gobierno en los primeros meses. De todas formas, el mandatario les ha puesto el acelerador a esas relaciones, pero reconoció que no será un tema que se solucione de la noche a la mañana.
En las próximas semanas se pondrán a prueba Gustavo Petro como administrador y la bancada de gobierno como esa aplanadora con la misión de aprobar 12 reformas en cuatro meses de gestión. De esta manera, el presidente se encontrará con la dicotomía de cumplirle a su más fiel electorado o maniobrar con los poderes que conlleva estar en el Ejecutivo.
Por ahora no hay riesgos de protesta social. Desde la oposición se ha dicho que buscarán trabajar de manera constructiva y alejado de lo que hizo la izquierda para llegar al poder. Sin embargo, el incumplimiento de varias de esas reformas que anunció Petro en campaña podría desencadenar un malestar social que desgaste al Gobierno.
La gobernabilidad en el Congreso será fundamental y Petro deberá mantener de su lado a las mayorías. Mientras tanto, la ciudadanía exigirá cambio inmediato y esperará que se cumplan las promesas al pie de la letra. En medio de un panorama económico mundialmente adverso, dificultades sociales y con un país dividido, será todo un reto cumplir con las altas expectativas que enfrenta el primer gobierno de izquierda en la historia de Colombia.