De toda su carrera po-lítica, estos han sido los 365 días más difíciles del alcalde de Bogotá. En vez de gobernar, Petro se dedicó a defenderse. Primero fue el procurador, luego sus cuñados y ahora la promesa del Metro. El gobierno de la Bogotá Humana no dejó contentos a los capitalinos, cansados de los trancones, la inseguridad y el caos en que se convirtió la ciudad. Aunque arrancó el año con un pie adentro y otro afuera del Palacio Liévano, le ganó el pulso a Alejandro Ordóñez, pero no supo consolidar su gestión, ni demostrarle a sus votantes que se quedó para dar resultados. Mejor dicho, mató al tigre pero se asustó con el cuero. Estas fueron las peleas más memorables que el alcalde tuvo que capotear en 2014. La batalla contra el procurador Resultado: Ganó Hace exactamente un año comenzó el calvario de Petro. En diciembre de 2013 la decisión del procurador, Alejandro Ordóñez, de destituirlo e inhabilitarlo por 15 años por cuenta del desastre en la recolección de basuras, fue el primer capítulo de una telenovela interminable. El alcalde hizo toda clase de maromas para sobrevivir. Congregó a miles de bogotanos en la Plaza de Bolívar y a punta de balcón, discurso y una avalancha de tutelas, logró que el Tribunal Administrativo de Cundinamarca suspendiera provisionalmente su destitución. Días después fue hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos para que le otorgaran medidas cautelares y aunque lo logró, el 18 de marzo el presidente, Juan Manuel Santos, no acogió esa petición y nombró alcalde encargado al entonces ministro de Trabajo, Rafael Pardo. Ese mismo día el Consejo de Estado revocó la decisión del Tribunal de Cundinamarca y Ordóñez parecía el ganador definitivo. Pero todo cambió en mayo cuando el magistrado Gerardo Arenas dictó medidas cautelares a favor del burgomaestre. Esas medidas hasta hoy le siguen dando oxígeno para mantenerse en el cargo. El simple hecho de seguir en el Palacio Liévano un año después del fallo de la Procuraduría, hace de Petro el ganador de este round, aunque la pelea no esté del todo terminada. El lío de los cuñadosResultado: PerdióA mediados de julio recibió una grave acusación: sus cuñados, Juan Carlos y María Teresa Alcocer, sellaron un millonario negocio con el contratista del Distrito Julio Gómez, protagonista del carrusel de la contratación y hoy preso. Gómez le aseguró a la Fiscalía que le había entregado un lote a un familiar de Petro, como resultado de una extorsión de los Nule. Pero había más. Los hermanos de su esposa también estaban construyendo un complejo de apartamentos al lado, o mejor dicho, en el humedal de La Conejera. La noticia se volvió viral y miles de indignados protestaron por la falta de coherencia del alcalde, pues una de las banderas de su campaña fue perseguir la corrupción, y ahora su propia familia estaba metida en líos parecidos. Como siempre, Petro se defendió y dijo que aparte de declararse impedido, no podía responder por lo que hacían todos sus familiares. Aunque el impedimento era necesario, no fue suficiente y muchos bogotanos todavía sienten que el alcalde les debe una explicación. Más que haber cometido una indiscreción, el alcalde pierde la batalla por el severo golpe que el escándalo asestó a su imagen de adalid anticorrupción. Opinión públicaResultado: PerdióCuando la ciudad no podía estar más cansada del caos, su trino para asegurar que el portal The Huffington Post lo consideraba el sexto mejor alcalde del mundo fue la tapa. La indignación era tal, que el medio norteamericano tuvo que aclarar que no era un ranking e incluso agregó una explicación sobre su polémica gestión. Desde entonces, su mayor enemigo ha sido la opinión pública, que lo ha condenado por su falta de planeación y sus decisiones de último minuto. Por más balcón y discurso, los números no mienten. Según un sondeo de Gallup en noviembre, el alcalde alcanzó su segundo peor resultado de la historia. El 76 por ciento de los encuestados dijo que la situación de Bogotá está empeorando y el 69 por ciento desaprobó su gestión. La sensación de vivir en una ciudad sin gobierno se apoderó de los bogotanos y Petro perdió la pelea de enamorar a los capitalinos de su gestión. Casas VIP Resultado: Perdió Petro se fijó la meta de construir 70 mil viviendas de interés prioritario en cuatro años y prometió que por lo menos la mitad quedarían en el centro ampliado. Dos años después, ni las casas ni su promesa de revitalizar esa parte de la ciudad son una realidad. La idea de integrar a los más pobres fue una de sus banderas, pero no lo ha logrado. Y la decisión de construir 372 viviendas de interés prioritario para desplazados en siete lotes ubicados en El Chicó, El Lago y Santa Bárbara no fue bien recibida por algunos sectores que la vieron más como una maniobra de distracción que como una idea seria y articulada. Aunque casi todos están de acuerdo en la importancia de luchar contra la segregación, también opinan que la propuesta suena más a provocación y que no sería una respuesta adecuada para las personas que vivirían allí.Movilidad Resultado: PerdióLa falta de alternativas para la movilidad terminó por atascar a Bogotá. Aunque se supone que el Sistema Integrado de Transporte Público (SITP) ya está andando, su implementación es lenta y el Distrito no ha promovido la pedagogía suficiente para que la gente entienda cómo usarlo. A esto se suma el martirio de viajar en Transmilenio, las ciclorrutas en mal estado, falta de vías y un Plan de Ordenamiento Territorial (POT) empantanado, a la espera de la decisión de los jueces administrativos. Todos estos ingredientes, además de episodios como el paro de transportadores que mantuvo paralizada a la ciudad durante tres días en octubre, demuestran que el alcalde perdió la batalla contra la movilidad. El metroResultado: Ganó Uno de los proyectos que más trasnocha a Petro es el Metro. Por eso conseguir el apoyo del gobierno fue un gol para el alcalde. Santos ya dijo que aportará 6 billones de pesos para el proyecto y el presidente de la Cámara Colombiana de la Infraestructura, Juan Martín Caicedo, le dio el empujón. Otras figuras políticas como la presidenta del Polo, Clara López, y el propio vicepresidente de la República, Germán Vargas Lleras, también están de acuerdo con que la única salida que le queda a Bogotá es el Metro. Crece el consenso político para esta megaobra, con excepción del exalcalde Enrique Peñalosa. Haber conseguido ese espaldarazo en tiempos en que su credibilidad está por el piso es una victoria para el alcalde, pero todavía está por verse de dónde saldrá la plata para financiar esa promesa.