Álvaro Uribe llegó puntual a la cita, incluso con 10 minutos de anticipación. A las 11:00 de la mañana de este miércoles, tal como estaba agendado, tenía a Gustavo Petro, su principal contradictor político, a escasos metros, frente a frente, mirándolo a los ojos y hablándole del país y el papel que cumplirá el Centro Democrático, su partido, en los próximos cuatro años cuando gobernará la izquierda.
El encuentro tuvo como epicentro una oficina ubicada en el norte de Bogotá, de propiedad del abogado Héctor Carvajal Londoño, asesor jurídico del alcalde de Medellín, Daniel Quintero, cercano a Petro.
El expresidente llegó al encuentro y Petro arribó minutos después con Alfonso Prada, su jefe de debate en la campaña, y uno de los hombres que podría convertirse en ministro del Interior.
Uribe no llegó solo. Lo acompañó el senador Alirio Barrera y el congresista Juan Espinal, los voceros de su partido en el Senado y la Cámara. Además, Nubia Stella Martínez, la directora del Centro Democrático.
“Doctor Petro, ¿cómo está la familia? ¿Cuántos hijos tiene?”, empezó preguntando el líder del Centro Democrático para romper el hielo. Petro, al comienzo prevenido, se atacó a reír y le respondió el interrogante. Nombró a cada hijo y le contó en qué estaban. La mayoría estarán por fuera del país, le dijo.
Petro fue deferente. A Juan Espinal, el congresista uribista, lo llamó el “jericuano” porque el representante es de Jericó, Antioquia. “Qué pueblo más hermoso tienes, me gustaría irme a vivir algún día allá”, le confesó el líder de la izquierda.
Uribe lució desprevenido, más tranquilo de lo que se esperaba y con la disposición de escuchar a Petro y plantearle sus principales preocupaciones. “Doctor Petro, a usted no le fue mal en mi gobierno”, le afirmó el expresidente en medio de la charla que se extendió durante horas y donde reinó la armonía entre las partes. Petro sonrió.
Entre los temas que abordaron los líderes de la izquierda y la derecha estuvo la reforma tributaria que planea presentar Petro apenas empiece a gobernar en agosto próximo. Uribe, por ejemplo, sugirió una tributación amable, es decir, que no lesione fuertemente el bolsillo de los colombianos.
También la reforma agraria, la transición energética y la reforma a la salud, seguridad y microtráfico. “Compartimos todo el esfuerzo que se haga para que este país supere la pobreza, pero no puede ser al costo de marchitar al sector privado porque se volvería insostenible y nos llevaría a más pobreza”, manifestó el líder de la Política de Seguridad Democrática.
Al final, Uribe –quien coincidió con Petro en varios puntos de construcción de país–, destapó sus cartas. Anunció que el Centro Democrático sería un partido de oposición, pero con argumentos y bajo la premisa del respeto.
Además, dejó claro que las reformas o proyectos de ley que consideren que benefician al país, podrán tener el visto bueno de la bancada uribista.
Uribe cerró la reunión planteando la necesidad de un diálogo directo con el presidente electo. La propuesta le pareció acertada al líder del Pacto Histórico, quien no dudó en responder que sí.