La presidencia de Gustavo Petro, quien se convirtió en el sucesor de Iván Duque en la Casa de Nariño con más de 11,2 millones de votos, empezó a despejarse desde el 29 de mayo cuando Rodolfo Hernández venció a Federico Gutiérrez y pasó a la segunda vuelta presidencial.
Hernández, a quien todos le atribuían el triunfo frente a Petro porque se convirtió en un fenómeno político, pateó al electorado de la derecha.
La mayoría de los 5 millones de votos que apoyaron a Fico Gutiérrez el 29 de mayo habían quedado a la deriva y buscaban alternativas. Las cuentas para el santandereano estaban aparentemente dadas: tenía que unir al electorado del exalcalde de Medellín y resultaría triunfante. Pero le faltó tacto, marcó equivocadamente una distancia con el uribismo y perdió parte de esos apoyos.
Dijo que el expresidente Álvaro Uribe era un muerto políticamente y “estaba picho”. Olvidó el santandereano que gran parte de los electores de Gutiérrez militan o son votantes del Centro Democrático.
Petro, de alguna manera, provocó la salida en falso de Rodolfo Hernández. Lo matriculó con el uribismo, como hizo con Fico, y lo obligó a desmarcarse. Lo que nadie calculó fue que el ingeniero pecara de frentero y de falta de visión política, y molestara a un sector del uribismo que, en silencio, prefirió apostarle al voto en blanco, dándole aire al candidato de la izquierda.
El hoy presidente electo tiene discurso, kilometraje político y lleva dos décadas soñando y preparándose para gobernar Colombia. Su campaña manejó una línea programática que, a pesar de ser muy controvertida, se convirtió en el foco de atención de la prensa nacional e internacional.
Mientras tanto, las propuestas de Hernández no lograron la misma atención, y algunas de ellas, como decretar la conmoción interior para atacar la corrupción, no tuvieron el apoyo que esperaba en las urnas. Aunque el lenguaje del santandereano conectó con la ciudadanía, pues se apropió del discurso anticorrupción que abanderó Petro, su propuesta no pasó de la lucha contra los “corruptos”, “bandidos” y “sinvergüenzas”.
En otras palabras, el país se quedó con las ganas de escuchar a un Rodolfo con ideas profundas, aguerrido, contundente y con propuestas de fondo.
También le pasaron factura por no aparecer en los recientes debates, lo que generó que la campaña política estuviera casi que culminada una semana antes de este domingo. Los colombianos conocen el discurso de Petro, mientras que Rodolfo Hernández es un hombre nuevo en el escenario nacional, un candidato que la Colombia apartada no terminó de descubrir.
Los estrategas del exalcalde de Bucaramanga optaron por alejarlo de las tribunas para no controvertir con su adversario, un político que navega con mayor profundidad por la economía y la política. De alguna manera, enviaron el mensaje de que estaba en desventaja; incluso, que podría quedar en apuros ante la opinión pública. El escándalo de Vitalogic se convirtió en el punto de quiebre del ingeniero.
Está imputado judicialmente porque al parecer incidió para favorecer a la firma privada en una licitación millonaria de basuras cuando fue alcalde de Bucaramanga.
En todo caso, la relación contractual no se dio, pero él irá a juicio el 19 de julio.Hernández siempre puso la cara y defendió su honorabilidad, pero Petro logró convencer al electorado sobre las contradicciones del exalcalde de Bucaramanga.
Lo mostró como un hombre que combatía la corrupción, pero quien pretendía elegirse con una imputación entre pecho y espalda.Petro supo reaccionar a las cifras electorales del 29 de mayo. Apenas obtuvo una victoria agridulce, concentró a todo el Pacto Histórico y trazó la hoja de ruta de los siguientes 20 días.
De entrada, transformó el discurso. Dejó atrás las palabras técnicas que lo desconectaron, en su momento, de la ciudadanía de los estratos 1, 2 y 3, y cambió radicalmente su forma de hacer campaña. Atrás quedó el candidato que llenaba plazas, que caminaba entre decenas de votantes, protegido por hombres armados hasta los dientes y quien se movilizaba en camionetas blindadas.
El competidor focalizó más su estrategia de convertirse en el verdadero cambio y de despreciar el continuismo, aprovechando más las redes sociales, el mismo escenario que potenció a Hernández.El líder de izquierda se mostró como pescador, durmió en una humilde vivienda de Honda, Tolima, en una casa en Chocó, vivió con mineros en Boyacá, jugó fútbol y trató de conectarse más con la ciudadanía. Además, se concentró en hacer política en las regiones donde el electorado no lo votó en masa el 29 de mayo.
En cambio, Rodolfo Hernández desapareció del escenario dos semanas antes de los comicios. Viajó a Miami en un momento crucial para la campaña, cuando en Estados Unidos no estaban los votos que necesitaba. Sus electores de la costa, el Pacífico y Bogotá, donde el petrismo lideró desde la primera vuelta, se quedaron esperándolo. Rodolfo, a juicio de varios analistas políticos consultados por SEMANA, se confió, se creyó presidente antes de las elecciones, y su optimismo mezclado con una dosis de folclorismo le arrebató de las manos la Casa de Nariño.
Desde Estados Unidos habló de amenazas de muerte, de un plan para atacarlo con cuchillo y desnudó el temor de regresar a Colombia. Esa afirmación, pronunciada por un hombre que se mostró como un héroe en medio de la adversidad, pero que se escondió fuera del país, no cayó bien. Nadie lo defendió.
Su regreso a Colombia estuvo enmarcado entre la tibieza y la desaparición. No supo capitalizar a su favor el escándalo de los ‘petrovideos’, que reveló SEMANA y que mostraron cómo desde el interior del Pacto Histórico se tejieron oscuras estrategias para sacar del camino a Federico Gutiérrez, Sergio Fajardo y Alejandro Gaviria. Hernández, con la posibilidad de atacar a Petro, no lo hizo y se dedicó a recibir en su finca a youtubers y a grabar videos ligero de ropa.
En realidad, Gustavo Petro tenía todo para ganar. Empezó pisando fuerte en las encuestas desde que anunció su anticipada campaña presidencial, y se mantuvo hasta el final, aunque con altibajos, como cuando registró un empate técnico con Federico Gutiérrez en abril de 2022 y un escenario similar con Rodolfo Hernández días antes de la primera vuelta presidencial. Esta semana Invamer también lo ubicó en un cabeza a cabeza con el santandereano.
El Petro modelo 2022 aprendió de los errores de 2018 y se preocupó por conformar una campaña más estructurada. La llegada del senador Armando Benedetti, aunque resultó polémica por su respaldo en años anteriores a Álvaro Uribe y a Juan Manuel Santos, se convirtió en un arma a su favor, pues el petrismo es una secta, como lo describió el senador barranquillero, pero le faltaba organización y mística.
Pese a que Petro no logró tener de su lado al Partido Liberal, Cambio Radical y La U, dividió internamente las casas políticas y se trajo votos de las regiones. Desde las elecciones del 13 de marzo, el progresista mostró su caudal electoral cuando consiguió más de 2.692.999 votos, que le permitieron obtener 19 curules al Senado y convertirse en la fuerza política más fuerte de la próxima legislatura.
Con una lista cremallera, entre hombres y mujeres, se separó de la imagen de un Petro misógino y concentró su poderío electoral en las regiones del país, incluidas las apartadas, una columna vertebral que Rodolfo Hernández, por su falta de experiencia en el terreno nacional, no logró obtener. Asimismo, Petro se convirtió en el candidato con más perfil internacional.
En su competencia por el palacio presidencial se reunió con el papa Francisco, se encontró con el presidente de España, Pedro Sánchez, y participó de la posesión del presidente de Chile, Gabriel Boric, entre otros.Sin embargo, el recorrido de Petro para alcanzar la Casa de Nariño no fue fácil y debió transitar entre campos minados, de donde salió victorioso. Se convirtió en el candidato que más sorteó crisis, las cuales lo convirtieron en un dirigente maduro y sereno, con un teflón similar al que consiguió Álvaro Uribe en su mejor momento. Hasta el fin de semana pasado, la Casa de Nariño parecía escaparse de sus manos.
Los escandalosos ‘petrovideos’, que revelaban oscuras estrategias para sacar del escenario político a sus rivales presidenciales, lo dejaron mal parado, pero, al final, los electores le perdonaron el juego sucio de sus más cercanos asesores, que él mismo aceptó.Aunque el líder del Pacto Histórico apareció en algunos videos y distintos analistas políticos pensaron que su plataforma presidencial se desplomaría como un castillo de naipes, esto no ocurrió.
El candidato demostró que tiene coraza, supo mostrarse como víctima de los videos que se conocieron y derrotó en las urnas a Rodolfo Hernández, un santandereano que no terminó siendo el gallo de pelea capaz de vencer a Petro.