No se vieron, pero estuvieron muy cerca. El mismo día, con pocas horas de diferencia, a dos kilómetros de distancia, y un domingo sin Junior en el Metropolitano. Germán Vargas en el histórico Paseo Bolívar, en la calle 34 con carrera 44, a una cuadra de la Alcaldía. Gustavo Petro, en la plaza de la modernidad conocida como la Plaza de la Paz, al pie de la Catedral.
Plaza de la Paz, lugar de la concentración de Gustavo Petro.En Barranquilla se libró el pulso más atractivo de la jornada de cierre de campaña en plaza pública del que es considerado el primer puerto de montaña de la presente campaña política. El próximo domingo, 11 de marzo, tanto Petro como Vargas Lleras se jugarán mucho en las urnas. El exalcalde de Bogotá no solo su candidatura presidencial. Al igual que el exvicepresidente, hacerse con curules del nuevo Congreso.
Paseo de Bolívar, sitio de la manifestación de Vargas Lleras. Ambos hablaron el uno del otro. Vargas advirtió a los presentes sobre el riesgo de elegir a un demagogo socialista, mientras Petro se refirió a Vargas como el heredero de la política tradicional, el heredero de los apellidos políticos, de las familias que han gobernado al país en los más de 200 años de vida republicana.Los públicos en una y otra plaza también eran diferentes. A Vargas lo acompañó una multitud de militantes y seguidores de dirigentes de barranquilla, gente de todos los estratos, mujeres con niños de brazos; a Petro, clase media, obreros, estudiantes, en su mayoría antisistema. Viejos militantes de la izquierda y del sindicalismo que han aplazado durante años la llegada al poder de alguien que se parezca a ellos. Le sugerimos: Elecciones, al rojo vivoEn la tarima, junto a Vargas, exponentes de las familias que han representado a la política durante varias épocas. Jaime Pumarejo, el exministro de Vivienda que estuvo pocas semanas, nieto de exministro e hijo de exalcalde; la exministra Elsa Noguera, nieta de uno de los jefes liberales más importantes de los años 60 e hija de un exalcalde conservador. Y el inseparable Luis Felipe Henao, exministro de Vivienda y hombre de confianza de Vargas Lleras. Aunque es bogotano, Vargas Lleras parecía jugar de local. Entre otras porque estuvo arropado por el senador Arturo Char, que aspira a mantenerse en el Capitolio. El hijo de Fuad Char, el empresario de las tiendas Olímpicas, del Junior, y el hermano del alcalde con más popularidad del país, Alejandro Char.
En la tarima de Petro no había miembros de los castas políticas (a excepción de su esposa Verónica Alcocer) o económicas; estaban los candidatos a Senado y Cámara por las negritudes que vinieron del pacífico, aquel joven que en alguna ocasión cuestionó a Uribe en un consejo comunitario, una candidata wayuu por la circunscripción indígena, la exconstituyente Aida Avella, Gustavo Bolívar, el escritor y guionista cabeza de la lista Decencia al Senado, el compositor y músico cordobés Francisco Zumaqué y una candidata transgénero, entre otros.
La intervención de Vargas fue breve, más o menos 20 minutos en un destartalado Paseo Bolívar, acosado por los malos olores de las ventas callejeras y las basuras acumuladas a pesar de estar la alcaldía a 300 metros de donde hablaba Vargas Lleras.En su intervención augurando a sus aliados a senado y cámara resultados exitosos, pero remató poniendo como ejemplo el desastre que vive Venezuela ‘gobernada por un proyecto de gobierno populista, lo destruyeron todo dijo: la industria, el empleo, el comercio, la ganadería. “El día que estuve en Cúcuta transitaron por esa frontera 45.000 venezolanos cargando sus pocas pertenencias, sin destino alguno. Lo tuvieron que dejar todo. Escojan bien, voten con responsabilidad y no se dejen seducir por promesas que no se pueden cumplir”.
Vargas terminó su presentación al borde de las cinco de la tarde, bajo un sol brillante y fresco, como las tardes de marzo, acompañado por sus aliados más importantes, la familia Char, quienes se han echado sobre sus espaldas no sólo los resultados de Barranquilla y el Atlántico, también Magdalena, La Guajira, Sucre y parte de Bolívar.Le recomendamos: Así asocian los colombianos a los candidatos presidencialesCuando Gustavo Petro subió a la tarima el sol ya se había ocultado y había una brisa más fresca, la loca le llaman en Barranquilla porque arrebata faldas. Comenzó su intervención pasadas las 6:30, subió a la tarima de la mano con su esposa Verónica Alcocer, con una guayabera blanca y un sombrero vueltiao de sus ancestros sinuanos. Lo acompañaba una guardia indígena armada de bastones de guayacán. Petro comenzó diciendo que él era un sobreviviente como la mayoría de los colombianos, que hace 30 años se había imaginado acompañando a otros líderes que murieron en el camino. Su discurso parecía el de un profesor que enseña historias que no se deben repetir, en especial la historia de la violencia. Hizo un llamado a evitar otra guerra, que en su criterio ya se ve con el asesinato de más de 130 líderes sociales.
Barranquilla, “la novia esquiva”, como la llamó en el 2006 Álvaro Uribe porque no pudo conquistarla, vuelve a ser termómetro de la campaña. Quién se llevará su corazón. El domingo en las urnas se empezará a saber quién juega de local. De Barranquilla a la lluvia de Bogotá No es casualidad que Álvaro Uribe hubiera decidido cerrar la campaña en Bogotá. Hace cuatro años, el Centro Democrático obtuvo la mayor votación en la capital. Con resultados en la mano, el expresidente puede decir que Bogotá es territorio uribista. La cita fue en el Parque Lourdes, en el tradicional barrio Chapinero. Jorge Celedón, el cantante vallenato que cumplía años, oficio de telonero. Tres vallenatos que no fueron suficientes para calentar una tarde pasada por agua.
Jorge Celedón e Iván Duque. Foto: Diana ReyEl parque se llenó, pero no hubo una asistencia tan multitudinaria como las que se registraron en Barranquilla. La bancada de concejales y los candidatos al Senado y a la Cámara se encargaron de mover sus bases para que la plaza se viera llena.Puede leer: Quién es quién en las consultas interpartidistasUribe, como Petro y Vargas Lleras, también se la juega por partida doble el próximo domingo. En una consulta, busca que su pupilo Iván Duque conquiste la candidatura única de la coalición de derecha. También busca que el Centro Democrático se convierta en el partido con mayor representación en el Congreso. Duque fue el primero en intervenir. Saludó a todos los concejales y pidió el voto por los candidatos a Senado y Cámara. Se dirigía como el fenómeno de la última semana en las encuestas, las mismas que parecen graduarlo como el anti-Petro. Por lo menos pareció asumir ese rol pues en su discurso habló contra la política del odio, la guerra entre clases sociales, y como no el parlamento del modelo de Venezuela.
Se comprometió a penalizar la dosis personal de droga, a impulsar la cadena perpetua a violadores de niños, a bajar impuestos y subir salarios, y establecer un día cada dos meses libre de IVA. Habló mucho de la familia y los valores cristianos. Uribe siguió su discurso con Amapola, la hija de Paloma Valencia, y cuando le llegó el turno en el micrófono alcanzó a emocionar, aunque la lluvia ya había espantado fieles. No escatimó en elogios para su candidato, a quien llamó “joven vigoroso”. No quiso referirse a Petro, aunque lo mencionó una vez. “ Déjenme así que llevo toda la campaña con la piedra amarrada”.
Uribe también tuvo palabras de reconocimiento para Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez, quienes competirán por la candidatura contra Duque. Precisamente, Marta Lucía Ramírez se despidió de la plaza pública en Floridablanca, Santander, donde presidió una manifestación bastante concurrida. Ordóñez, por su parte, se despidió con un recorrido por localidades del sur de Bogotá.
Multitudinaria también resultó la manifestación de clausura de Carlos Caicedo en Santa Marta, donde juega de local. Allí se reivindicó como el candidato de las regiones, y la carta para derrotar a la política tradicional. Tendrá un duro escollo el domingo en las urnas, pues deberá derrotar a Petro quien parte con todo el favoritismo en la consulta de la izquierda.
De momento terminó el primer pulso por la plaza pública. El reto para los candidatos que durante semanas se dieron un baño de multitudes será traducir ese fervor en las urnas.