En la tierra del vallenato, donde las estampas de Diomedes Díaz y Martín Elías están por todos lados, las polvorientas y ‘magulladas’ calles que conectan los tramos de Valledupar se están transformando en caminos cargados de sueños.
Gustavo Molina recoge los melones que le dan sustento a su familia, mientras limpia la tierra para volver a sembrar, cosechar y recoger melones seis meses después, en un ciclo que aprendió desde niño. Mientras acomoda el redondo y dulce fruto y lo clasifica por su tamaño, recuerda que para sacarlos por la maltrecha vía que comunica al corregimiento de Los Tupes, (Cesar) con la cabecera, se demoraba 40 minutos y terminaba con dolor de espalda por los obstáculos que debía atravesar.
“Ahora el tiempo de recorrido es de 5 minutos, si mucho… y es que las historias de esos viejos caminos hablan de tiempos peores. Gracias al proyecto de pavimentación de vías estamos hablando de buenos tiempos y mejorando nuestra calidad de vida”, dice Gustavo, mientras la aplanadora va poniendo su sello de asfalto y llena de esperanza a más de 20.470 habitantes de este municipio, gracias al mejoramiento de vías terciarias del núcleo veredal Pitu, tramo desde Los Tupes a Las Pitillas y Saraita en el municipio de San Diego.
Este, y otros proyectos de mejoramiento de vías en zona rural de Valledupar, se está financiando con recursos del Sistema General de Regalías, Ocad Paz, y se ejecutan por el Fondo Mixto para la Promoción del Deporte, el Desarrollo Integral y la Gestión Social del Valle del Cauca.
Mientras esto pasa en Los Tupes, en el municipio La Paz, otros 4.000 habitantes se benefician con 3.140 kilómetros de pavimento, teñido con ansias de transformación social.
“Esta es una de las vías más importante que tiene el municipio de La Paz, porque va al acueducto. Estuvo por muchos años olvidada, no se le hacía nada, intransitable completamente, ni en cicla podíamos pasar y los niños para ir al colegio lo tenía que hacer en burro. Fueron muchos años sufriendo y ver ahora cómo la dejaron de bien nos produce una satisfacción”, señaló María Torres López, presidenta de la veeduría de la vía La Canchera.
Por esta vía se transportan productos agrícolas y artesanales que representan la mayor fuente de ingresos de la región. Con su mejoramiento se reducen los tiempos y costos de transporte, representando un gran aporte al desarrollo socioeconómico, pero también se mejoran las condiciones para que los pobladores tengan de nuevo esperanza y un nuevo camino para darle forma a sus sueños.
“Anteriormente desplazarse era más costoso, porque los ‘motorratones’ le cobraban a los campesinos y trabajadores la tarifa equivalente al tiempo y a la dificultad del camino. Pero también tenemos que hablar del impacto social, porque los niños ya pueden ir a la escuela sin sufrir los embates de una vía en mal estado, que cuando llovía el lodazal impedía el tránsito. Esto es progreso, esto es pensar en la gente y es la muestra de que los recursos públicos bien administrados se reflejan en obras que benefician a la comunidad”, dijo Isaid Trujillo, ganadero que acortó sus tiempos de transporte por la vía, de 35 minutos a cinco minutos.
Estos son los proyectos que está ejecutando el Fondo Mixto para la Promoción del Deporte, el Desarrollo Integral y la Gestión Social en zona rural de Valledupar:
- Mejoramiento de la vía terciaria desde barrio 6 de Enero hasta la vereda Canchera, municipio de La Paz.
- Mejoramiento vías terciarias del núcleo veredal Pitu, tramo desde Los Tupes a Las Pitillas y Saraita en el municipio de San Diego.
- Mejoramiento de la vía que conduce desde el casco urbano del municipio de Pueblo Bello hasta los corregimientos de Costa Rica y Colón.
- Mejoramiento de la vía terciaria en el tramo estación Chulo a Cuesta Plata, en el núcleo veredal colegio Laureano Martínez en el municipio de Pueblo Bello.
- Mejoramiento tramo vial La Y de Canadá-Manantial, sector rural del municipio de Becerril».
José es un campesino de la zona, sale de su casa todos los días a las 5:00 a. m. y se gana la vida ‘pelando’ el monte con su machete, despejando caminos para cultivar. Debía cargar el rastrojo al hombro por horas en los antiguos caminos de trocha, y ahora lleva los residuos a bordo de un mototaxi, que le cobra la mínima, y llega a su destino en menos de seis minutos. Habla entre wayú y castellano, pero tiene claro que algo tan común en ciudades capitales, como es tener vías en buen estado, puede cambiar la vida de las personas.
“Este es mi sustento, con mi trabajo le doy de comer a mi ‘amá’ y a mi hija, pero el cuerpo ya lo sentía cansado y a veces el sol me pegaba muy duro. Esta carretera es una bendición, ya no tengo que recorrer largas horas con el costal y la herramienta en mi espalda, ahora todo es más fácil y eso me tiene contento”, finalizó.