El asesinato de Hernán Roberto Franco Charry, reconocido empresario colombiano, estremeció al país a finales de febrero pasado, puesto que fue baleado por un sicario dentro de un exclusivo edificio del Parque de la 93, ubicado en el norte de Bogotá.
Luego de más de dos meses de investigaciones, SEMANA reveló nuevos detalles con respecto a este atroz crimen. Incluso, tuvo acceso al testimonio que dio ante la Fiscalía General de la Nación la última persona que habló con la víctima, mientras agonizaba.
“Cuando cae al piso, él me dice en tres ocasiones: fue Jonathan Romero, fue Jonathan Romero, fue Jonathan Romero. Él solo me decía que no gritara. En esos momentos llegó Hugo Romero y lo llevamos a la Clínica del Country, pero a los cinco minutos nos dijeron que había fallecido”, precisó el testigo.
Romero era el gerente de la empresa El Arrozal y, de acuerdo con los relatos recogidos por la Fiscalía, sería el responsable de una serie de irregularidades dentro de la empresa. Estas anomalías iban a ser destapadas por Franco Charry el día de su asesinato, ya que estas estaban consignadas en el informe de auditoría que había realizado durante meses.
El empresario, señalado de ser el principal sospechoso del crimen, ya se presentó a la Fiscalía y entregó su declaratoria oficial. SEMANA conoció este testimonio, donde contó detalles de su relación con Hernán Franco, a quien consideró su “ángel de la guarda”.
Habló de su cercanía con la familia de este y confesó que peleaban constantemente, pues (según él) el temperamento del auditor no ayudaba mucho. Sin embargo, negó cualquier relación con el asesinato, recalcando que eran muy unidos y que sus hijos se conocían.
“Era asesor, pero iba todos los días a la empresa, ahí fue donde nos hicimos parceros. Trabajó hasta febrero de 2019, luego se volvió asesor personal mío, de mi hijo y mi hermano. Todo el mundo decía que parecíamos marido y mujer, porque peleábamos, pero nos contentábamos. La última pelea fue en septiembre del año pasado”, expresó Jonathan Romero en su declaración.
Hay que recordar que en un video, que fue grabado por la cámara de la recepción del edificio, se observan los últimos minutos de vida del empresario colombiano, quien, pese a la gravedad de las heridas, no se desplomó al instante y alcanzó a enviar algunos mensajes por WhatsApp.
Al haber utilizado el sicario un silenciador en el arma, Hernán Roberto nunca se dio cuenta de que se estaba desangrando mientras hablaba por el dispositivo móvil. Momentos más tarde, se sostuvo en un mostrador de la recepción para luego caer al suelo.
El celular de la víctima duró varios días desaparecido. No obstante, luego de que SEMANA reveló que el aparato no estaba, el hijo del asesinado se acercó a la Fiscalía y aseguró que él lo tenía, por lo que lo entregó inmediatamente.
Los testigos indicaron en la Fiscalía que los hallazgos corruptos en la empresa El Arrozal habrían motivado el asesinato del empresario. Los problemas que surgieron tras esa auditoría se convirtieron en la historia que mantuvo a Franco Charry encerrado en su apartamento en el norte de Bogotá, ya que casi nunca salía.