Indignación y rechazo ha despertado entre organizaciones ambientalistas, animalistas y defensores de los derechos de los animales, la muerte de un jaguar en zona rural del municipio de Ciénaga, Magdalena.

El caso se habría registrado exactamente en el corregimiento de Siberia. Aunque todavía se desconocen los móviles del hecho, a través de las redes sociales circula una imagen del felino ensangrentado con lesiones en la cabeza.

Desde diferentes sectores lanzaron un llamado a las autoridades competentes para que adelanten las investigaciones que permitan esclarecer lo sucedido.

Expertos coinciden en que la presencia del jaguar es fundamental para sostener el equilibrio ecosistémico de la Sierra Nevada de Santa Marta. Incluso, hay varias especies de flora y fauna que permanecen en peligro de extinción.

El jaguar, el único felino grande de América y el tercero más grande del mundo. | Foto: Jhon Barros

“La muerte de este jaguar es el reflejo de la falta de conciencia y de valores por parte de quienes siguen creyendo que los animales no son seres sintientes y que pueden ser tratados de manera cruel y despiadada”, afirmó Carlos Avendaño, biólogo de Santa Marta.

El Jaguar es el felino más grande de América y habita en los bosques por debajo de los 2.000 metros sobre el nivel del mar, así como en zonas aledañas a ríos, ciénagas y playones, al igual que en las sabanas.

Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), el jaguar se considera una especie vulnerable amenazada por la caza ilegal, que no solo se hace por motivos deportivos, sino también para exportar partes de este animal a otros países.

“Este es un llamado a la conciencia y al respeto por la vida de todos los seres vivos que habitan en la Sierra Nevada de Santa Marta. Debemos proteger el patrimonio natural de nuestra región y garantizar su supervivencia para las generaciones futuras”, afirmó Lerber Dimas, líder social y defensor de derechos humanos.

“La presencia del jaguar es fundamental para el equilibrio ecológico de la Sierra Nevada de Santa Marta. Su desaparición sería un duro golpe para la biodiversidad y la supervivencia de otras especies”, señaló la bióloga Marta Cuello.

Jaguar | Foto: Getty Images

En 2017, José Fernando González-Maya, director en Colombia de la organización Proyecto de Conservación de Aguas y Tierras (ProCAT), junto a varios investigadores del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México publicaron un gran estudio en la revista Oryx en el que hallaron que la situación del jaguar no era uniforme en todo el espacio de distribución de esta especie en el continente americano. Los investigadores analizaron todas las variables que les permitieron concluir que de las 34 poblaciones de jaguar, 25 de ellas debían ser consideradas En Peligro Crítico y 8 En Peligro de extinción, mientras que la población amazónica era la única que podría ser categorizada como de Preocupación Menor. Además, hallaron que se ha perdido el 55 por ciento del rango de distribución de la especie en el último siglo.

“La población de la Sierra es la más amenazada de Colombia, se considera en Peligro Crítico y está relativamente aislada, solo con algo de flujo hacia la zona de Perijá y por eso requería de acciones muy puntuales. En general, todos los felinos de la región Caribe dependen, en gran parte, del buen estado de conservación de la Sierra Nevada de Santa Marta”, le dice González-Maya a Mongabay Latam.

Es por eso que el aumento de la cacería del felino en esta zona preocupó a Corpamag, de manera que la autoridad ambiental empezó a estudiar, junto a ProCAT, a qué se debía el aumento en los conflictos humanos-felinos en la zona. Encontraron que la población de jaguar se había concentrado principalmente en el cinturón cafetero de la Sierra y que, al ver disminuido su espacio de movilidad y sus presas habituales, había recurrido a cazar, eventualmente, animales domésticos.

La caza es una de las actividades que tienen en peligro al jaguar. | Foto: Fundación Panthera.

Ante ese escenario, ProCAT y Corpamag empezaron un fuerte trabajo de educación ambiental en el que se capacitó a la población de la región para que aplicara algunas recomendaciones en la tenencia de los animales y en la respuesta que debían tener en caso de encontrarse frente a frente con un jaguar.