Daniel Quintero dice que desde que empezó a gobernar en Medellín ha tenido que lidiar con dos virus: la covid-19 y el uribismo. “Todavía no sé cuál de los dos es más peligroso”, comenta en broma. El alcalde de Medellín, conocido como el hijo del Tricentenario –barrio en el que creció y eslogan del que se ha apropiado–, se presentó esta semana en audiencia pública en el proceso revocatorio en su contra. Allí lo carearon sus contradictores y se recordó que ganó las elecciones sin el apoyo del Centro Democrático, ni del fajardismo, ni con padrinazgos visibles. Esto quedó en evidencia porque pocos políticos lo defienden.

Se sabe bien que no tuvo una campaña fácil, que sus contrincantes usaron su carrera en Bogotá para señalar que no era paisa, que era casi un extranjero; esto sin contar con que lo mostraron como un hombre de izquierda por apoyar el proceso de paz. “Mi campaña fue difícil, y hasta intentaron matarme”, dice. No ha sido un buen gobierno para ningún alcalde del país; sin embargo, con Quintero las cosas han estado color de hormiga desde que quiso meter mano en Hidroituango y EPM.

La ciudadanía se divide en opiniones. Las cosas empezaron mal con la iniciativa de cambiar el objeto social de la empresa –la segunda compañía pública más importante del país y la responsable de las grandes inversiones sociales de los últimos 20 años en la capital antioqueña–, ampliándolo para lo que parecen actividades inimaginables que van desde venta de seguros hasta la construcción de vías. “Les pido perdón a la ciudadanía porque presenté mal este proyecto, pero es necesario hacerlo; todas las empresas públicas del mundo lo han hecho. Hay que mirar que quienes primero protestaron fueron las empresas que serían competencia, porque a un ciudadano, por ejemplo, le queda más fácil pagar el Soat con la cuenta de servicios”.

Después del fallido cambio de objeto social vino la demanda de EPM al consorcio CCC por las fallas constructivas que atravesó el proyecto Hidroituango, una decisión que para muchos fue polémica e injusta y que terminó con la renuncia de la junta directiva. No obstante, ya fallos entregados por la Contraloría le dan la razón al alcalde Quintero, esto sin contar con los informes de la reaseguradora en los que se da cuenta de que se tomaron decisiones sin seguir los diseños y los consejos de los expertos.

Además está la construcción del tercer túnel o Galería Auxiliar de Desviación (GAD), que se llevó a cabo sin que se tramitara la modificación de la licencia ambiental, lo que está en contra de la ley. Estas medidas, que van en contravía de una costumbre paisa de proteger a las compañías y a los empresarios, terminaron por colmar la paciencia de políticos y hombres poderosos, quienes ahora quieren la cabeza de Quintero; cosa que no le sucedió a Aníbal Gaviria, pese a las múltiples investigaciones que tiene abiertas en la Fiscalía, o a Federico Gutiérrez, a quien le capturaron a su secretario de Gobierno (Gustavo Villegas) por supuestos nexos con la Oficina de Envigado.

“Hemos buscado proteger a la empresa pública más importante de la ciudad, no puede ser que EPM responda por las pérdidas de otros”, ha dicho Quintero en repetidas ocasiones.

Pero al margen de estas decisiones, hay un inconformismo general con las determinaciones que el alcalde ha tomado para enfrentar la pandemia, sobre todo en las últimas semanas, y ya un grupo nutrido de comerciantes ha hecho plantones en el Centro Administrativo La Alpujarra. Se le ha tildado de improvisador y de que los toques de queda se han impuesto sin ninguna consideración y a última hora.

Al cansancio general por la llamada nueva realidad se le suma la crisis económica y el ahogo de los dueños de restaurantes, bares, cafés y discotecas, los más golpeados por la crisis sanitaria. “Pero yo no puedo cargar en la conciencia con los muertos que puede dejar el virus”, dice el alcalde. Sin embargo, responde que la ciudad tiene uno de los porcentajes de letalidad más bajos del país, con 1,76 por ciento de los casos, “además del crecimiento en camas ucis, por número de habitantes, más alto en Colombia. Hemos tratado de proteger la vida”, afirma, y agrega que ningún exalcalde del país ha tenido que enfrentar la situación que los actuales: una pandemia.

Por ahora, la revocatoria está caminando y parece que va para rato, pues detrás hay políticos antioqueños de gran calado como el exconcejal Bernardo Alejandro Guerra, la familia Ramos y hasta el expresidente Álvaro Uribe. Justo en la audiencia de esta semana, Julio Enrique González, delegado del comité de la revocatoria, se fue lanza en ristre contra el alcalde: “Quintero le está haciendo daño a Medellín con su mezquindad, su vanidad, su generación de divisiones y de odio. Defenderemos a Medellín con todos los elementos legales, como esta revocatoria (…) Tenemos empresas de todos los tamaños, desde las tiendas de barrio en adelante.

Hoy Quintero tiene en jaque a EPM, la que hemos ayudado a funcionar como gran empresa, pero el alcalde desconoció a la junta directiva, no la quiso escuchar y pidió a su amigo, Álvaro Guillermo Rendón, que demandara irresponsablemente”.

El exconcejal Guerra, que no pudo intervenir en la audiencia, publicó su posición en redes sociales. Denunció incumplimientos al plan de gobierno y nombramientos cuestionables en la administración y en entidades centralizadas, como Metrosalud. Dijo, además: “La revocatoria es urgente y necesaria porque Quintero les mintió a los electores y a toda la ciudad. El modelo de desarrollo universidad-empresa-Estado, creado hace 30 años, ha llevado a Medellín a ser líder a nivel nacional… y Quintero promete desmontar todos estos esfuerzos para implementar un estilo de gobierno basado en la ambición personal y la cartelización de la inversión pública”.

Y es que los detractores del alcalde justamente le achacan que está acabando con un modelo que le ha dado cientos de avances sociales y económicos a la capital paisa. Quintero está lejos de creer eso, y dice que está protegiendo el patrimonio de la ciudad. Aseguró en la audiencia que demandó para “recuperar los recursos públicos de todos” porque a “EPM se la estaban llevando”.

Justo después de que el comité revocador interviniera, Quintero afirmó que el Plan de Desarrollo marcha a toda máquina, con 93 por ciento de cumplimiento. Y salió al ataque: “En vez de hacer revocatoria, deberíamos utilizar esos recursos para comprar vacunas. Veo falta de empatía en medio de una pandemia que nos ha arrebatado a más de 50.000 colombianos. Que haya personas que quieran dividir y debilitar a los alcaldes que trabajan en medio de la pandemia (…) Colombia no necesita revocatorias, necesita vacunas. Hago un llamado al comité revocador: hay que aprender a perder cuando se pierde”.

Dice Quintero que uno de sus problemas ha sido limitarse a comunicar temas relacionados con el coronavirus: “Ha sido necesario, pero tenemos logros como el tranvía de la 80, que se adelantó en plena pandemia. La ciudad está avanzando en todos los frentes y después de la audiencia muchos se dieron cuenta”.

El alcalde recalca que no ha sido fácil para sus contradictores el saberse derrotados por un hombre que no contaba con el respaldo de los grandes políticos, “y estoy seguro de que terminaré mi mandato. Aquí continuaré”.