Hezbollah, el grupo terrorista libanés, ha sido noticia entre las autoridades colombianas en un par de ocasiones durante los últimos años. Hasta ahora, por situaciones aisladas, por cuenta de sus supuestos nexos con las extintas Farc, o por la presunta identidad colombiana de un misterioso hombre que sería el enlace de ese grupo extremista en este hemisferio. Pero esta semana, Hezbollah terminó convertido en un importante tema de discusión entre el presidente Iván Duque y los altos dignatarios del continente que llegaron a Bogotá en medio de la cumbre antiterrorismo. La entrada de Hezbollah en la agenda local llegó promovida por la visita de Mike Pompeo, el secretario de Estado de Estados Unidos, que también estuvo en el evento. "El régimen de Irán con su brazo armado Hezbollah está en Venezuela", dijo. El tema es clave para Estados Unidos, que el 3 de enero mató al general iraní Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds, en un bombardeo en Irak. El hecho generó una crisis internacional que hizo sonar tambores de guerra. Y la justificación para el ataque fue que Soleimani tenía vínculos con ese grupo extremistas, patrocinado por Irán.
Tanto Pompeo como Duque aprovecharon para recomendarle a los ministros de los países presentes que, como acaba de hacerlo Colombia, acojan la lista de organizaciones terroristas creada por Estados Unidos, y que naturalmente incluye a Hezbollah. Pero más allá de las movidas políticas y diplomáticas, ¿qué es lo que se sabe de la presencia de ese grupo en Colombia? El hito de ese grupo en América ocurrió el 18 de julio de 1994 en Buenos Aires. Un carro bomba explotó frente al edificio de la Amia, que ofrecía servicios a los judíos argentinos. Ese día murieron 86 personas y más de 300 quedaron heridas. El ataque le fue atribuido a Hezbollah y, con el tiempo, las investigaciones develaron la figura de supuesto colombiano que, desde la sombra, había movido los hilos del sangriento atentado. En ese punto hay una primera discusión. Según el fallecido fiscal Alberto Nisman, que manejó el caso de la Amia hasta su muerte, ese hombre era Samuel Salman El Reda y efectivamente era colombiano. Otras versiones lo contradicen y señalan que él simplemente se hizo a una identidad falsa, para pasar como sanandresano y obtener el pasaporte con el que luego entró a Argentina.
Información de agencias de inteligencia extranjeras, revelada por SEMANA en 2018, muestra una arista más de esa misteriosa figura de El Reda y da luces sobre la verdadera actividad principal de Hezbollah en América: la financiación. Hace tres años, a partir de la captura en Cartagena de Abdala Rada Ramel, un libanés con papeles venezolanos, se descubrió una red de lavado de dinero y narcotráfico hacia Líbano. Las investigaciones dieron con un entramado para enviar cocaína escondida en cargamentos de carne y lavar dinero a través de establecimientos comerciales fachada en la costa colombiana. El capturado, además, señaló que Samuel Salman El Reda era su contacto en Líbano y lo calificó como un “comandante mayor de Hezbollah”. Las autoridades también establecieron que había otras empresas fachada, de textiles y carbón, que servían para los intereses de Hezbollah. Lo descrito en esas pesquisas coincide con lo que han dicho autoridades en el sur del continente. Al parecer, la operación del grupo extremista en la triple frontera (Brasil, Argentina y Paraguay) es fuerte. Allá también se movería el tráfico de drogas y el lavado de activos con empresas irregulares. De hecho, en Brasil capturaron recientemente a Hamze Ahmad Barakat, señalado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos como uno de los principales financiadores del grupo terrorista. La otra asociación de Hezbollah con Colombia tiene que ver con el tráfico de armas. Un tribunal neoyorquino condenó a 12 años de prisión a Jamal Yousef, luego de hallarlo culpable de proveer un arsenal de armas y explosivos a las extintas Farc. Los vínculos de ese grupo libanés también alcanzarían a los carteles mexicanos. Por las estrechas relaciones de Irán y Venezuela, los analistas de seguridad ven como algo normal que Hezbollah tenga presencia en ese país. Y es sabido que allí, además, se refugian los grupos colombianos, como el ELN y las disidencias de las Farc. Por eso es apenas lógico este interrogante: ¿Hay alianzas ya entre criminales libaneses y colombianos en ese país? La presencia de Hezbollah en Colombia no había acaparado gran atención. Sin embargo, las movidas geopolíticas están poniendo los reflectores en el verdadero alcance local que pueda tener esa organización.