Han pasado más de tres años desde que Hidroituango entró en crisis, y muchos lo consideran hoy un error constructivo. Fue en marzo de 2018 y por entonces faltaban unos cuantos meses para que la central más prometedora del país empezara a generar energía. Actualmente, Hidroituango está a un año de que la primera turbina entre en funcionamiento, lo que hace unos cuantos meses parecía lejano.

El anuncio lo hizo el presidente Iván Duque esta semana: “Para el mes de junio de 2022 esperamos tener la primera turbina funcionando y la segunda estará en funcionamiento en noviembre de 2022. Representará más de 2.000 megavatios de capacidad instalada y generará continuamente energía para todo el pueblo colombiano”.

Esta noticia es un punto en la cancha del alcalde Daniel Quintero Calle, quien se ha empeñado en seguir adelante con la demanda en contra del consorcio CCC y el diseñador (Integral S. A.), y cuyas decisiones en EPM han sido objeto de tensión y polémica.

El conglomerado paisa es un grupo tan sólido que logra crecer en medio de cualquier crisis. En el último año tuvo ingresos por casi 20 billones de pesos, lo que representó un crecimiento del 8 por ciento con relación a 2019. Quintero no ha hecho mucha bulla del logro que encarna Hidroituango, pues sabe que ante cualquier salida, sus contradictores afilan los comentarios.

Sin embargo, frente al pronunciamiento del presidente Duque, dijo: “Este proyecto es importante para Medellín, Antioquia y Colombia. Que Hidroituango entre a operar va a significar que en los próximos ocho años los ciudadanos y empresas van a ver una reducción en el costo de la energía de cerca de 34 billones de pesos de manera agregada. Si no hubiéramos avanzado como estamos avanzando, lo que se vendría sería todo lo contrario”. En el corazón del mensaje del alcalde de Medellín está la supuesta recuperación del patrimonio público; es ahí donde está la defensa de la demanda a los constructores.

No obstante, para seguir adelante en ese proceso de recuperación, EPM tiene que continuar con la enajenación de activos, entre los que se cuentan las acciones de ISA, Aguas de Antofagasta (su negocio en Chile que, a juicio de expertos, no es más que un ramillete de pérdidas) y, finalmente, la venta de UNE Telecomunicaciones.Pese a los buenos momentos de EPM, lo que la empresa más necesita es liquidez. Según dijo su gerente, Jorge Andrés Carrillo Cardoso, terminar Hidroituango costará 2,1 billones de pesos.

Así las cosas, la obra que estaba trazada en unos 11,4 billones de pesos terminará costando casi 18 billones, dinero que el alcalde Quintero espera recuperar con la demanda; aunque esa parece una deuda que no puede pagar nadie y que arrasaría con las empresas perjudicadas.

De esta manera, mientras se anunciaba la esperanza para Hidroituango, Moody’s Investors Servic informó que mantendrá la calificación de riesgo crediticio a escala internacional de EPM, en Baa3, conservando el nivel “grado de inversión”. Carrillo Cardoso dijo al respecto: “La calificación de Moody’s permite mantener el grado de inversión con esta agencia y reconoce el trabajo que adelantamos para superar los retos de la empresa en sus inversiones de infraestructura, en nuestro propósito de contribuir al bienestar de millones de personas y al desarrollo de los territorios en los que prestamos nuestros servicios”.

Hidroituango aún tiene un camino difícil por delante, pues aunque la casa de máquinas está ya completamente descubierta y se va a proceder con la instalación de turbinas, en algunos túneles continúan obstrucciones que dejó el paso sin control del río Cauca.

Por otro lado, la demanda está lejos de resolverse y ya tiene en crisis a empresas como Integral –pieza fundamental de la ingeniería paisa–, esto sin contar con el descontento de las comunidades aguas abajo y las investigaciones de la JEP en el territorio. Este es el claroscuro de un proyecto que empieza a ver la luz.