Rocki, un labrador chocolate de seis años, se ve tendido en el piso, en una funeraria de Villavicencio, Meta. Completó dos días ahí acompañando el cuerpo del soldado profesional Andrés Vargas, fue la persona que lo acogió cuando era cachorro, le enseñó a olfatear e identificar narcóticos. Gracias a él se convirtió en un canino fiscal. Más que su compañero de equipo, describen quienes lo conocieron que Vargas era la familia de Rocki.
Durante seis años nunca se separaron, pero el pasado martes la vida les cambió de repente. El soldado Vargas y Rocki trabajaron todo el día en la guardia del Cantón militar en San José del Guaviare. Se dedicaron a inspeccionar cada paquete que ingresaba al lugar. El uniformado empezó a presentar síntomas de gripa. Cada vez se le dificultaba más respirar, así que lo separaron de Rocky. El canino se fue a la perrera y Vargas a un hospital en otra ciudad. En cuestión de horas el soldado murió por una afección respiratoria.
Como si Rocki entendiera lo que estaba pasando, dejó de comer, no trabajaba y se la pasaba decaído. Los comandantes de la unidad militar vieron la necesidad de llevarlo a Villavicencio, Meta, la ciudad en la que adelantaron las honras fúnebres del uniformado. Conscientes de que el perro sentía la ausencia de su binomio, consideraron conveniente que se despidiera de Vargas.
El Ejército señaló en un comunicado: “Vargas le enseñó a Rocki siendo apenas un cachorro las técnicas de búsqueda y comandos (órdenes) para que, en una perfecta sinfonía de señas, ambos pudieran hablar el mismo idioma y así entenderse. La última misión de este par se centró en salvaguardar la seguridad del primer anillo de las instalaciones del cantón militar sur oriente en San José del Guaviare, por lo que se les veía mañana y tarde adelantando la inspección minuciosa de vehículos, personas y mercancías; siempre velaron por la vida y la tranquilidad de los guaviarenses”.
Cuando llegó a la funeraria, el animal se acercó de inmediato al féretro, lo rodeó mientras caminaba, se acostó de bajo del cajón. No pasó un solo segundo lejos del cuerpo de quien lo vio crecer. Incluso lo acompañó hasta el cementerio. “Claro que él entendía lo que estaba pasando”, relatan los asistentes al funeral.
Rocki, luego de que sepultaran al soldado, fue llevado de vuelta a San José de Guaviare. Espera pensionarse el próximo mes, pues ya cumple el tiempo de servicio a Colombia. El Ejército le propuso a la familia del uniformado que lo adopten, a manera de homenaje del soldado Vargas y con la certeza de que Rocki es el amigo más fiel que pudo tener. La familia del uniformado está esperando que los días pasen rápido para recibirlo en su hogar.
El uniformado de 33 años llevaba 13 años vinculado al Ejército Nacional. Lo recuerdan como un hombre comprometido por la institución y con el resto de la sociedad. Era de los que lideraban jornadas de donación de alimento y atención veterinaria a animalitos de la calle. No solo Rocki lo va a extrañar.