Entraron al Ejército sin saber leer ni escribir, pero su único sueño era formar parte de la institución. Así comienza la historia de más de 20 soldados voluntarios que se presentaron para prestar el servicio militar en la Brigada de Selva n.° 27 con sede en Putumayo.
Los nuevos uniformados, que son parte de la comunidad wayú de Riohacha, en La Guajira, tenían problemas para comunicarse con sus compañeros; al ver las dificultades, las cabo Rocío Reyes y Andrea Quesada se pusieron la 10, como se dice popularmente, y se dieron a la tarea de enseñarles a sus compañeros a leer y escribir en español.
“Estos soldados no sabían hablar ni escribir en español, las clases con mi curos (Andrea Reyes) las dictábamos tres días a la semana, lunes, miércoles y viernes, después de que terminábamos todas nuestras actividades, instalábamos un tablero y con la cartilla Nacho les enseñábamos las vocales”, dijo la cabo Reyes, quien sin pensarlo se convirtió en la profesa de los militares.
Agregó que “lo primero que les enseñamos fueron sus nombres, de esta manera les enseñamos a leer y escribir a cerca de 22 soldados que están prestando el servicio militar; esta experiencia es muy satisfactoria a nivel personal y personal porque les aportamos a estos soldados”, agregó la uniformada.
“El proyecto, que tuvo una duración de tres meses, inició con clases que se dictaban después de la jornada laboral, los días lunes, miércoles y viernes, mediante la tradicional cartilla Nacho y un tablero instalado en el comedor de los soldados”, dijo por su parte el Ejército.
Así mismo, destacó la institución militar que “este fue el escenario para que las dos suboficiales dieran la instrucción. Había días en los que no se podía por situaciones del servicio, pero los soldados buscaban a las cabos que les enseñaran”.
Y aunque la cabo Reyes es contadora de profesión, por un momento dejó de lado los análisis y los números para contribuir en el desarrollo personal de estos militares.
Sobre los soldados, explicó el Ejército, “hacen parte del primer contingente de 2022 y se encuentran realizando tareas administrativas y de seguridad en el municipio de Puerto Leguízamo, Putumayo”.
Recuentro
Otro caso que destacó el Ejército fue la labor de sus hombres en el rescate de un joven indígena que había sido reclutado por organizaciones ilegales bajo el engaño de una promesa de trabajo.
De acuerdo con la institución castrense, y el relato del padre del joven, en el año 2020, integrantes de un grupo armado ilegal llegaron hasta su comunidad indígena, ubicada a 16 horas del casco urbano de Mitú, y les prometieron a los jóvenes una oportunidad de empleo con excelente remuneración en otro departamento.
“Mediante este engaño fue sacado de su lugar de origen y presuntamente reclutado para adelantar actividades ilegales”, dijo el Ejército.
Explicó la entidad militar: “Es por eso que, gracias a la red de participación cívica, se logró ubicar y contactar al joven y su familia para propiciar el anhelado reencuentro. Desde el departamento del Guaviare, el joven abordó un vuelo que en una hora y diez minutos lo trajo al lugar que lo vio nacer, donde lo esperaban su cultura, sus costumbres y tradiciones. Simultáneamente, el padre, quien habita a más de 30 minutos del casco urbano de Mitú, en la espesa selva, también emprendía su viaje para de nuevo estar frente a frente con su hijo”.
“El emotivo reencuentro con su padre estuvo acompañado de un sentido abrazo y una larga conversación en cubeo, lengua nativa de la comunidad indígena. Allí explicó cómo terminó mendigando en las calles de San José del Guaviare. Las autoridades establecen cuál fue su método de escape”, añadió el Ejército.