En la sucursal del cielo la violencia se expande rápido en tiempos de pandemia. Hasta ahora, 2020 no es un año para celebrar en materia de seguridad en Cali, donde se han presentado 574 homicidios desde el 1 de enero hasta el 2 de agosto. No es una cifra menor, y menos cuando el grueso de la población ha estado confinada en sus hogares por el peligro que representa la covid-19.  Dicen las autoridades que se trata de ajustes de cuentas entre bandas delincuenciales en algunos sectores de la ciudad. El Distrito de Aguablanca, zona oriente de Cali, es la que más muertos aporta a este desafortunado conteo.  Enero (95), mayo (88), junio (98) y julio (88) fueron los meses con más homicidios. Mientras que marzo (67) y abril (48) —meses de cuarentena total— son los menos violentos. 

Carlos Rojas, secretario de Seguridad, dijo en su momento que la ciudad estaba recibiendo los coletazos de la violencia en el norte del Cauca, donde hay disputas entre narcotraficantes, disidencias y pequeñas estructuras. Cali está a escasos 40 minutos en carro de municipios críticos como Corinto, Caloto y Miranda, el denominado ‘triángulo de la marihuana‘.  Cali, por su cercanía, hace las veces de centro de acopio para los criminales. A esta ciudad llegan partes de armas de largo alcance que las estructuras criminales han comprado en el exterior. En armerías clandestinas de la capital del Valle las acaban de diagramar. Desde allí salen hacia el sur del país y muchas se quedan en manos de las disidencias Dagoberto Ramos y Jaime Martínez.  Recientemente, la Policía de Cali desmanteló una de estas armerías en el centro de la ciudad. Encontraron más de 12 fusiles y material de guerra avaluado en 200 millones de pesos. Además, había piezas para la fabricación de armas de fuego, 81 tubos de culatín, 42 apagallamas, 35 alzas de mira y siete guardamanos. Todo un arsenal para equipar cualquier oficina de sicarios. Este fin de semana las autoridades también asestaron un golpe parecido: en cinco allanamientos capturaron a 16 personas que tenían en su poder tres fusiles, 12 armas de fuego y una granada. “Algunos de los capturados serían los responsables de la movilización de no menos de 70 armas de fuego de corto y largo alcance, las cuales tendrían como destino el departamento del Cauca y grupos de delincuencia común organizada en la ciudad de Cali”, dijo la Policía en un corto comunicado. Narcos invisibles  La hipótesis de las autoridades es que los hombres tras las sombras del narcotráfico en el norte del Cauca viven en Cali. Desde esta ciudad despachan la droga, monitorean las rutas y custodian oficinas de microtráfico en sectores vulnerables. En pocas palabras, muchas de las muertes violentas tendrían relación con esa disputa por quedarse con puntos estratégicos.  Sin embargo, analistas de seguridad consultados por SEMANA creen que esa es una lectura facilista de la administración municipal para justificar el alza en los asesinatos. Y es que a cinco meses de terminar el año, Cali está a 55 homicidios de superar todos los asesinatos ocurridos durante 2019. 

El fenómeno de violencia en Cali es mucho más que un coletazo de lo que ocurre en el vecino departamento del Cauca. “Aquí hay asesinatos por hechos de intolerancia, por disputa de bandas de pandilleros que matan porque se cruza una frontera imaginaria, por sicariato y, una de las causas más preocupantes, por robo”, dice un experto en seguridad que prefiere omitir su identidad.  Cita como ejemplo el reciente ataque al actor Mauricio Bastidas, quien recibió un disparo en la cara en medio de un hurto, a pesar de que no opuso resistencia, según se aprecia en un video de cámara de seguridad divulgado este fin de semana. “La vida de una persona para los ladrones no vale nada. No les importa disparar así la víctima esté cooperando con el atraco”.  ¿Crecen las oficinas del delito?  Algunos líderes sociales y concejales denunciaron el año pasado que en sectores de ladera y el Distrito de Aguablanca estarían reclutando jóvenes para enviarlos al sur del país.  También alertaron del crecimiento de la criminalidad y extorsión en sitios como plazas de mercado y barrios vulnerables de la ciudad. “Vemos con preocupación que los asesinatos de nuestros jóvenes crecen y crecen por cuenta de disputas urbanas”, explica un veedor ciudadano residente en el Distrito de Aguablanca.  Fin de semana violento  En los primeros dos días de agosto Cali registró diez muertes violentas. Dos el sábado, a pesar de que la Alcaldía dijera que en la ciudad no se presentaron homicidios durante 48 horas, y ocho el domingo, día más violento de la semana, según el reporte entregado por Seguridad y Justicia.  Los homicidios ocurrieron en el oriente, ladera y centro de la ciudad. Las víctimas tenían entre 20 y 30 años. Así las cosas, Cali no solo enfrenta la pandemia de la covid-19, sino el problema de la inseguridad que azota a toda la ciudad.