La vida de María Isabel Santos (antes Victoria Eugenia Henao) no ha sido para nada fácil. No solo estuvo casada con Pablo Escobar, el narcotraficante más peligroso de Colombia y uno de los más reconocidos en todo el mundo, sino que luego de la muerte del capo ha tenido que soportar el estigma de ser su esposa. Este le ha causado rechazo y exclusión, e incluso la tuvo encerrada en una cárcel de Argentina.

Hoy, sin embargo, puede decir que ha logrado encontrar un nuevo camino. Luego de escribir un libro con sus memorias al lado del capo, María Isabel se ha dedicado a dar cursos de superación personal y coaching a mujeres de todo el mundo que se le acercan para preguntarle cómo superó todo lo que le ha ocurrido en su vida. Y así, gracias a haber alzado la voz, hoy su vida tiene un nuevo significado.

En entrevista con SEMANA, María Isabel contó que hoy puede andar con la cabeza en alto, orgullosa de la vida que lleva y que le ha dado a sus dos hijos: Sebastián y Manuela. “Si mis hijos no tuvieron el cuidado del padre, por lo menos les quedó su madre y eso es a lo que yo le hago honor”, dijo.

Allí mismo reflexionó sobre su vida y, ante la pregunta de si cambiaría algo de lo que le ha pasado, dijo que no. “En todos estos años he aprendido que la vida simplemente sucede. Yo jamás imaginé de niña vivir esta tragedia. Luego, pensé que iba morir bajo tierra y solitaria como los topos y que nadie se iba a enterar”.

Como mujer, todo lo que viví fue doloroso. Tenía miedos, baja autoestima, traumas. Pero me reinventé en el dolor, aprendí a resignificarlo y a soltar ataduras. Lo que quisiera es poder mostrarle a las personas en general, y a las mujeres en particular, que la vida vale la pena ser vivida a pesar de cualquier circunstancia”.

También dejó un mensaje a todas aquellas que se dejan deslumbrar por las apariencias, como le pasó a ella, quien por muchos años vivió pensando que estaba al lado del hombre más amoroso del mundo, cuando en realidad estaba con un asesino: “Hoy lo que le digo a otras mujeres es precisamente eso: que los príncipes encantados no existen, que las relaciones perfectas no existen”.