Durante la semana pasada, la opinión pública presenció un hecho poco usual. Cerca de 500 militares y policías venezolanos cruzaron la frontera por trochas, y como pudieron desertaron de las Fuerzas Armadas de ese país. Todos manifestaron su rechazo al régimen de Nicolás Maduro y su respaldo al presidente interino, Juan Guaidó. Los militares de ese país suman más de 230.000 hombres, y medio millar de desertores puede parecer una cifra insignificante. Pero el asunto, por ahora, tiene más un valor simbólico, que refleja el rechazo de un sector clave, como el castrense, hacia el actual Gobierno de Maduro. La gran mayoría de estos desertores abandonaron las filas por razones legítimas. Pero informes de las agencias de inteligencia colombiana alertan por la posibilidad de que entre esos uniformados el régimen haya aprovechado para meter lobos en medio de rebaños de ovejas. Es decir que capitalice la situación para enviar algunos agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebín) o de la Dirección General de Inteligencia Militar (DGIM) para efectuar labores de espionaje o sabotaje en territorio colombiano. Puede leer: Inquietudes por la llegada a Colombia de los desertores de Maduro Más allá de esta inquietud, a esos centenares de desertores, la mayoría de rangos medios y bajos, se suman las manifestaciones de otros militares que en las últimas semanas optaron por darle la espalda a Maduro. Muchos de ellos son oficiales de alto rango, asignados como agregados en embajadas de Venezuela en varias partes del mundo. Dentro de ese grupo de uniformados que anunciaron su respaldo a Guaidó, y que reclaman elecciones libres y cambios en el vecino país, hay uno que llama poderosamente la atención. Se trata del general retirado Hugo Carvajal, cuya deserción parece un gran acto de cinismo. Por medio de sus redes sociales, hace pocos días este hombre difundió varios videos en los que hizo un recuento de su carrera militar de más de 30 años, “dentro de la cual, me tocó dirigir la inteligencia y contrainteligencia militar por más de una década”, afirma. “Me dirijo a ustedes con una doble responsabilidad, la que tengo como diputado a la Asamblea Nacional, último vestigio de democracia que se mantiene vivo en este país; pero también, con la que tengo como soldado de esta Patria, integrante del Ejército Venezolano”. “Aquí está un soldado más por las causas de la libertad y la democracia", dijo Carvajal a Guaidó. En los videos, publicados pocos días antes de la fallida acción para ingresar toneladas de medicinas y alimentos a Venezuela el pasado 23 de febrero, el oficial retirado cuestionó a los generales y militares que apoyan a Maduro. Afirma que “cómo es que teniendo el poder para dejar ingresar la ayuda humanitaria internacional decidirán no hacerlo, ¿serán tan inhumanos? ¿o es que el valor no les da para enfrentar, como deben, a quién hoy les ordena oprimir a nuestro pueblo?”. Al final envió un mensaje al presidente interino Guaidó, en el que afirma que “aquí está un soldado más por las causas de la libertad y la democracia, para ser útil en la consecución del objetivo de restablecer el orden constitucional que nos permita convocar elecciones libres...”.
Foto: Por encargo del régimen venezolano, Hugo Carvajal suministró armas a las Farc y protegió en ese país a varios de sus jefes. La decisión de voltearse contra el régimen sorprendió a muchos. Y no era para menos. Por más de 20 años Carvajal fue uno de los factores en la sombra que permitieron, a sangre y fuego, mantenerse en el poder a Hugo Chávez y posteriormente a Maduro. Su nombre ocupó los titulares por última vez a mediados de 2014 cuando lo detuvieron en Aruba para responder por una orden de captura internacional, por narcotráfico y terrorismo, emitida por Estados Unidos. Su inminente extradición se frustró porque Venezuela amenazó con cortar los envíos de combustible, y las autoridades de la isla optaron por devolverlo a su país. Graduado de la Academia Militar de Venezuela el 5 de julio de 1981, Carvajal participó en el golpe de Estado de 1992. Entonces cayó preso junto con Chávez y desde ese momento se convirtió en uno de sus hombres de confianza. Una vez el comandante alcanzó el poder, lo reintegró a la Fuerza Armada Nacional con el grado de general de brigada, y el 23 de septiembre de 2004 lo nombró jefe de la DGIM, el organismo de seguridad del Estado más importante del país. Le puede interesar: Del “Caracazo” a la deserción de los guardias nacionales A partir de ese momento, su nombre empezó a verse salpicado de escándalo en escándalo. En 2005 lo vincularon con la masacre de Macarao, en la que murieron varios estudiantes. Bajo sus órdenes hubo grabaciones ilegales a miembros de la política e incluso de los propios militares sospechosos de no ser leales al régimen. En su país conocen bien episodios oscuros con los cuerpos de inteligencia cubana (G2) e iraní (Savama). Su nombre estaba vinculado con los atentados contra el consulado de Colombia en Caracas en 2003. En febrero de 2008, SEMANA reveló en exclusiva la historia de este hombre que fue el principal enlace entre el fallecido Hugo Chávez y la hoy desmovilizada guerrilla de las Farc, a la que brindó apoyo y protección durante años en Venezuela. Pero ¿cuál era su colaboración con la guerrilla? “Su ayuda a las Farc incluye la protección de cargamentos de droga contra el decomiso de parte de las autoridades antinarcóticos y el aprovisionamiento de armas. Carvajal también provee a las Farc con identificaciones oficiales del Gobierno venezolano, documentos que permiten a los miembros de la guerrilla viajar desde y hacia Venezuela con facilidad”, afirmaba uno de los informes revelados. SEMANA también divulgó cómo Carvajal suministró varios lanzacohetes AT-4 a la guerrilla. Era una especie de bazuca de sencilla manipulación para destrozar vehículos blindados, búnkeres o instalaciones fortificadas. El tema generó gran tensión entre Colombia y Venezuela en su momento. Chávez negó cualquier apoyo a las Farc, pero poco tiempo después en los computadores de Raúl Reyes apareció la confirmación en decenas de e-mails. Carvajal ayudó a las Farc con la protección de cargamentos de droga durante el gobierno de Hugo Chávez. El 4 de enero de 2007 Iván Márquez le envió un correo a Reyes en el cual informó: “Como estaba previsto, el 3 de enero me reuní con los generales (Cliver) Alcalá y (Hugo) Carvajal, con el cual ya me había reunido en tres ocasiones en compañía de Ricardo (Rodrigo Granda). Hablamos del Plan Patriota, canje, la ‘para-política’ y de tres aspectos del plan estratégico: finanzas, armas y política de fronteras”, afirmaba al comienzo de su carta. “Entretanto nos van a hacer llegar 20 bazucas (no recuerdo el calibre) de gran potencia, según ellos, de las cuales 10 serían para Timo (Timochenko) y 10 para acá. Alcalá sugirió que fuera una cantidad mayor”, decía la carta de Márquez. Muchas de las evidencias demostraban que Carvajal abasteció a la guerrilla durante años. En contexto: Los E-Mails secretos El general venezolano también estuvo vinculado con la tortura y el asesinato de dos militares colombianos, como reveló SEMANA en su momento. El caso ocurrió en abril de 2007, cuando el capitán Camilo González y el cabo Gregorio Martínez se infiltraron en territorio venezolano para dar con guerrilleros colombianos que actuaban en ese país. Pero los descubrieron y, por orden de Carvajal, los torturaron y asesinaron brutalmente en la sede de la Guardia Nacional localizada en Santa Bárbara, estado Zulia. Por años Carvajal brindó protección para que toneladas de cocaína de las Farc y muchos capos colombianos transitaran libremente por Venezuela hacia el exterior. Eso lo puso en la mira de agencias antidrogas de Norteamérica y Europa. Esta es tan solo una pequeña parte de la historia desconocida del general que acaba de volteársele al régimen de Maduro.