“Quiero hacer una denuncia pública, porque el día 31 de octubre fui abusada en una estación de TransMilenio”, arranca diciendo con voz entrecortada la joven de 17 años que grabó un video y lo difundió en sus redes sociales contando a detalle lo sucedido. Pretendiendo que las autoridades actúen y eviten más casos como este.

Ella, según describe, había tomado la ruta B13 que conduce al norte de Bogotá, se bajó en la estación de La Castellana, en esa misma descendió un hombre que miraba para lado y lado mientras sacaba algo de la maleta, describe la joven. En el lugar estaban solo los dos, así que la adolescente empezó a agilizar el paso con angustia.

“Era una estación en la que no había un solo policía, ni un solo celador. Este hombre llega detrás mío y me amenaza con un cuchillo”, relata. Inicialmente todo parecía un atraco, porque el hombre, que según describe la niña, tenía aspecto de habitante de calle, le pidió que le entregara todo lo que llevaba. Así que ella se quitó un canguro –bolso pequeño- que tenía terciado sobre su pecho. Él la empieza a requisar de arriba abajo sin encontrar su celular.

Mientras la amenazaba con el cuchillo se acerca a su cuello y “empieza a decirme muchas cosas obscenas, dice que quiere coger y no sé qué. Y entro totalmente en shock y no puedo responder absolutamente nada”, indica que trataba de reaccionar frente a todo lo que estaba pasando y no podía del mismo susto.

El hombre la tomó de la mano para obligarla a salir de la estación de TransMilenio. Una vez lo logró valiéndose de amenazas, el celular que ella escondía en su busto se asomó y sin dudarlo él se lo arrebató. La llevó atrás de la estación y allí todo empeoró.

“Se bajó los pantalones mientras me seguía teniendo amenazada y me obligó a practicarle sexo oral. Intentó tocarme por debajo del short (yo llevaba un short puesto) y acá –señala los senos–. Yo intentaba correrlo con las pocas fuerzas que tenía porque por el miedo no podía hacer absolutamente nada”, describe entre lágrimas.

Fueron dos jóvenes que caminaban por el lugar los que motivaron a que la agresión parara. La adolescente señala que ellos se percataron de que algo estaba pasando y buscaron acercarse, en ese momento el abusador se va corriendo. La menor corre hacia los jóvenes para pedirles ayuda. Una vez le facilitan el celular, la joven se comunica con las amigas con las que se iba a encontrar y que la estaban esperando. Sus amigas llegaron a recogerla y por más que intentaron buscar al agresor no volvieron a verlo.

La joven describe a su abusador, consciente de que no recuerda muchos detalles de su rostro, pero con algunas características que quizá puedan ser útiles a la hora de identificarlo: tenía barba, vestía de azul y tenía aspecto de habitante de calle.

Tan pronto tuvo fuerza, dio aviso a su mamá de lo que había pasado y se encerró en su cuarto, porque no quería dar detalles de lo sucedido, estaba tratando de asimilar el hecho. Al día siguiente tomó fuerza, con el apoyo de su mamá, para salir y denunciar. Y ese fue el preámbulo de lo que ella llama una revictimización del sistema judicial.

Luego de que un abogado les aconsejara dirigirse a la URI de la 38 y allí denunciar para iniciar un proceso en el que pudieran solicitar los videos de las cámaras de seguridad de la estación, pero al llegar a esa sede le indicaron que con ellos no era porque su caso debía manejar una URI que tuviera experiencia en casos de menores de edad, debido a que ella solo tenía 17 años.

Así que se dirigió a otra ubicada en la carrera 30 con calle 12, cerca de la estación del Ricaurte, especializada en temas de menores de edad. Pero allá tampoco la atendieron porque le dijeron que el agresor era al parecer mayor de edad. Se mueven buscando ayuda en otro lado y le dicen que ya no están en horario de oficina, según el relato que hace la menor, solo recibían denuncias antes de las 5:00 p. m. y el caso de ella no era de urgencia.

Tras sugerencia de su abogado, llamó a la línea de la Policía de TransMilenio, “llamamos y dice que está fuera de servicio. Claramente quiero hacer todo este caso público porque no quiero que quede en la impunidad. Ni tampoco quiero que esto le vuelva a pasar a otra mujer. Estoy cansada de que los procesos judiciales sean sumamente revictimizantes para todas y que tengamos que pasar por todas estas cosas”, reprochó la menor.

Finalmente hizo un llamado a la Alcaldía de Bogotá para que verifique qué tan seguro es el transporte público porque no es aceptable que sucedan este tipo de actos y menos aún en un espacio de utilización masiva diariamente.