Lo que no hay que perder de vista con el debate que se ha generado alrededor de la renovación de la flota de TransMilenio es que es una buena noticia para la ciudad. Esta licitación se debió haber hecho desde 2012 y que por fin parezca materializarse ya es algo positivo. En 2019 saldrán de operación 1.162 buses que ya cumplieron su ciclo. Entrarán 1.383 nuevos con tecnología diésel Euro V como mínimo y se invertirá en la compra, mantenimiento y operación 7,1 billones de pesos. Además, el 67 por ciento de la flota estará compuesta por biarticulados y habrá ampliaciones en 47 estaciones de Transmilenio. Esto permitirá mayor comodidad, más de 50.000 mil puestos adicionales y la posibilidad de reducir los tiempos de espera en las estaciones. Según el secretario de Ambiente, Francisco Cruz, la contaminación de material particulado se reducirá en un 87 por ciento al pasar de buses diésel Euro II a Euro V. De acuerdo a la información de la gerente de TransMilenio, María Consuelo Araujo, estos buses tendrán cámaras de seguridad y lo mejor de todo es que con esa licitación no aumentaría la tarifa para los usuarios. Nada puede ser peor que continuar con una flota que se vara, emite gases altamente contaminantes y que ya debería estar chatarrizada. Pero entonces, ¿por qué la polémica alrededor de los nuevos buses de Transmilenio? Infografía: ¿Cómo renovarán la flota de TransMilenio? El punto más álgido del debate tiene que ver con la continuación del diésel o la transición a tecnologías más limpias. Hay quienes consideran que no se le está dando importancia al ambiente y al impacto de la salud de los bogotanos. Luis Jorge Hernández, médico y profesor de la Universidad de los Andes, le dijo a SEMANA que la licitación no debería ir encaminada a mejorar un poquito, cuando se puede mejorar mucho. Y que el debate ambiental es importante precisamente porque se se trata de mejorar el aire que se respira en la capital. El diésel emite, entre otros contaminantes, material particulado 10 y material particulado 2.5 o fino. Estas sustancias quedan suspendidas en el aire. Ambas pueden ser inhaladas y está comprobado que tienen relación directa con enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Los efectos pueden ir desde resequedad en la piel e irritación ocular hasta enfermedades más graves como aumento de la presión arterial, asma, bronqueolitis y hasta cáncer de pulmón. Estas patologías, según explicó Hernández, afectan a los niños de 1 a 5 años, a las mujeres en embarazo y a los adultos mayores de 55 años. El 40 por ciento de los casos de cáncer de pulmón están relacionado al aire urbano. Y la contaminación atmosférica en las ciudades y zonas rurales de todo el mundo provoca cada año 3 millones de defunciones prematuras, según la Organización Mundial de la Salud. Según cifras de Planeación Nacional, el Sistema de Salud gastó más de 4 billones de pesos atendiendo pacientes con enfermedades respiratorias , y en el 2015, hubo 10.527 muertes relacionados con la polución. No se podría afirmar que esta situación se deba exclusivamente a TransMilenio. De hecho, las cifras presentadas por la Secretaría de Ambiente muestran que este sistema de transporte solo aporta el 13 por ciento de las contaminación a la ciudad. Pero si se lograra reducir la emisión de material particulado seguramente habría una baja en la salud de los bogotanos. Jorge Bonilla, también profesor de los Andes director en Colombia del Environment for Development (EFD), dijo: “La revista Lancet, una de las revistas internacionales más reconocidas en el área de la salud, indicó que en 2015 cerca de 4.2 millones de muertes en el mundo son atribuibles a la contaminación del aire por material particulado fino. Este número supera las muertes causadas por el sida, la tuberculosis y malaria juntas, y es mayor que las muertes por guerras y otras formas de violencia”. Para Bonilla no hay que dejar de lado que el usuario de TransMilenio está muy expuesto a estas emisiones de material particulado por el tiempo de sus trayectos de los buses, y el tiempo que pasan en las estaciones. Además, resaltó que estos vehículos transitan todos los días durante al menos 18 horas: “Lo que afecta a las personas es la calidad del aire respirable. Si bien la industria también contamina, los ciudadanos tienen más contacto con el material particulado del transporte público porque estas sustancias se emiten mucho más cerca de los usuarios”. La Procuraduría General de la Nación por su parte exhortó al alcalde de Bogotá a dar cumplimiento, entre otras normas, a la Resolución 2254 de 2017 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, que demandó actualizar los estándares de protección de la calidad del aire en el territorio colombiano, e implementar programas que permitan reducir los niveles de concentración de contaminantes por debajo de los máximos establecidos.El ente de control señaló que en el Plan Nacional de Desarrollo 2014 – 2018 el Gobierno Nacional apostó por un crecimiento sostenible, a través del impulso de ejes como las energías renovables y la eficiencia energética, el transporte multimodal de carga y el transporte urbano sostenible, con la puesta en marcha de esquemas de movilidad más eficientes. Puede leer: Los problemas que azotan a los sistemas masivos de transporte público La tendencia mundial Precisamente en busca de asegurar la limpieza en el aire urbano la tendencia mundial ha sido hacia la eliminación del uso de combustibles fósiles, incluido el diésel. Noruega y Holanda tienen como objetivo su prohibición completa en 2025 e India en 2030. Francia y Reino Unido ya se han comprometido a acabar con la venta de automóviles que no sean híbridos o eléctricos en 2040. Y hace pocos días Alemania dio la noticia de que cualquiera de sus ciudades puede prohibir el uso del diésel. Tan es así que el mercado ha empezado a migrar hacia estas nuevas tecnologías para ser competitivos y ya hay varias empresas que producen los buses eléctricos: VDL, Volvo, BYD, Irizar, Solaris, y otras. En América Latina países como México, Chile, Bolivia también están tratando de hacer esa transición hacia la eliminación del diésel. Sin ir más lejos, Medellín y Cartagena han empezado a experimentar con flotas de buses a gas natural, que se acerca a las cero emisiones de material particulado, y también están empezando a probar buses eléctricos con las que habría cero emisiones. Ambas ciudades además han obtenido ganancias económicas con ellos. Medellín, que cuenta con 408 buses a gas, tuvo un ahorro en combustibles de 44.112 millones de pesos entre 2011 y 2017, y dejó de emitir 100 toneladas de material particulado. En Cartagena ruedan 192 vehículos hace más de dos años y han tenido un ahorro anual estimado de 1,2 millones de dólares, según las cifras de Promigas. Sin embargo, ninguna ciudad ha hecho el salto para dejar el diésel de un día para otro. Es un proceso, se tiene que hacer la transición y por eso los expertos consideran que este es el momento para empezar a dar los pasos a ese proceso de cero diésel. Le recomendamos: Un bus para conservar el aire ¿Atrasados? A Bonilla le preocupa que sea precisamente el secretario de Ambiente quien defienda el uso del Euro V. Comparar el Euro II con Euro V es comparar una tecnología muy vieja con una que tampoco es novedosa. Lo ideal sería compararnos con lo mejor, no con lo peor. “Euro II tiene 20 años y la segunda se lanzó en 2008. Para 2030 ya tendremos 30 años de atraso y la capital no habrá dado ningún paso significativo”. Además, Colombia se ha quedado rezagada con las normas internacionales de calidad del aire. El director de Bogotá cómo vamos, Omar Oróstegui, indicó que la OMS recomienda un estándar de emisiones de material particulado de 10 microgramos por metro cúbico. Pero el país emite 25. Si no se empiezan ya a reducir las emisiones desde todos los frentes tampoco se podrá alcanzar la meta nacional que se trazó en 2011 de reducir el 60 por ciento de material particulado. Advertencias para el Euro V Como hasta ahora lo único que parece seguro es el Euro V de todas formas habría que tener en cuenta ciertas consideraciones. Según explicó Hugo Sáenz, director de Respira Bogotá, la única forma de reducir el estándar de emisiones sería que no solo el motor fuera Euro V sino que también el combustible sea Euro V. Por el momento solo tenemos Euro IV. Habría que traerlo desde Cartagena o importarlo. Y si definitivamente no se va a exigir un porcentaje de buses a gas o eléctricos al menos debería haber filtros que podrían reducir en un 97 por ciento la emisión de material particulado. Le sugerimos: Críticas a la renovación de la flota de TransMilenio En manos del mercado Desde TransMilenio se ha reiterado que están abiertos a todas las tecnologías pero que no exigirán como requisito una tecnología mayor al diésel Euro V en esta contratación porque “sería cerrar la licitación”. No obstante, le darán 50 puntos (de 1000) a quienes propongan tecnologías superiores, y si hay empate, el oferente con mejor propuesta ambiental se quedaría con la licitación. La Secretaría de Movilidad por su parte ha dicho “confiamos en que el mercado presente las mejores propuestas ambientales”. Aseguran que su deseo es que se emitan cero contaminantes, pero el cerrar la licitación beneficiaría a unos pocos oferentes y esto afectaría la tarifa. El presidente de Naturgas, Orlando Cabrales Segovia, considera que la puntuación a quien proponga mejores tecnologías es irrisoria comparada con los puntos a la oferta económica (700 puntos). Agrega que quienes quisieran proponer tecnologías más limpias tendrían que asumir el costo de la infraestructura en los patios y esto sólo valdría la pena si tienen asegurado un buen porcentaje en la participación. En otras palabras, lo más sencillo para un oferente sería continuar con diésel que es más barato. “TransMilenio representa cierto liderazgo de movilidad y hay que empezar por un lado, qué mejor que por el sistema público más importante que tiene el país. Aunque también confío en el mercado, la historia ha demostrado que estos pasos se han dado no por el transportador, sino por el gobierno. ¿Por qué no damos una señal más clara para incorporar tecnologías limpias?”, dijo Cabrales. Habrá que esperar que el mercado tenga la buena voluntad de hacer, como dice el Distrito, las mejores propuestas.