Luego de una planeada y larga campaña de expectativa, Alejandro Gaviria completa una semana como precandidato presidencial y su aspiración empieza a generar controversias, críticas y a despertar dudas. Los caciques políticos de siempre están pensando que en 2022 se va a dar una elección de cambio, mas no de continuidad. Y ante el desprestigio de la clase política tradicional, surgen nuevas candidaturas, como la del exrector de la Universidad de los Andes, milimétricamente diseñadas para aparentar una ruptura frente al establecimiento y una supuesta independencia que no es otra cosa que la fachada de más de lo mismo.

Atrás está quedando la imagen del respetable académico alejado de los vicios de la política tradicional. Ahora empieza a conocerse el verdadero rostro de un hombre que aspira al poder presidencial y que, políticamente, no está solo en este empeño. Detrás tiene una estructura inmensa y poderosa, que incluye a expresidentes, élites empresariales, algunos intelectuales y jóvenes, y la mayoría de los medios de comunicación ya le dieron su guiño.

En realidad, lo que muestran las evidencias es que Gaviria es el candidato del establecimiento. Es el candidato de la élite, y Colombia es más que eso. Las necesidades de los ciudadanos van más allá del círculo bogotano que desconoce la Colombia real, que no vive en el norte de Bogotá y que tampoco vacaciona en Anapoima, Miami, Nueva York o Madrid.

Pese a que Gaviria se postuló como independiente y sin partido, la realidad indica otra cosa. El exrector tiene dos padrinos fundamentales en su campaña y que están tras bambalinas, así algunos se empecinen en negarlo: los expresidentes Juan Manuel Santos y César Gaviria. De hecho, el fin de semana anterior a su lanzamiento, Alejandro Gaviria tuvo un almuerzo con Santos y su exvicepresidente, el general retirado Óscar Naranjo.

Aunque la información filtrada a los medios señaló que se trató de una reunión social en la que no se habló de política, el encuentro se ha convertido en un símbolo. ¿Se trató acaso de la patadita de la suerte? ¿Celebraban el anuncio de la candidatura que estaba por venir? Por su parte, César Gaviria lo dejó claro meses atrás: su candidato es el exministro de Salud. “En el Partido Liberal hay un apoyo impresionante para Alejandro Gaviria, es que yo no he visto a nadie que diga que no, ni congresista, ni concejal, ni diputado. Todo el mundo acoge a Alejandro Gaviria”, reconoció el expresidente, en entrevista con SEMANA, en mayo.

El apoyo de algunos partidos y políticos tradicionales es notorio, pero el exrector quiere venderles a los colombianos la idea de que es un aspirante independiente y sin vasos comunicantes con esa política de siempre que él mismo asegura querer combatir. Como la política es transaccional, esos apoyos no son gratis.

La conexión es tan evidente que el Partido Liberal, en su cuenta en Twitter, invitó esta semana a sus bases para acompañar a Gaviria en la inscripción de su comité de firmas en la Registraduría. Sin embargo, poco después, y extrañamente, la colectividad borró el mensaje. También, varios militantes de ese partido y concejales en todas las regiones contaron, molestos, que les enviaron correos y mensajes para que apoyaran a Alejandro Gaviria. Algunos integrantes de las juventudes liberales, además, hicieron sentir su voz de rechazo, porque consideran que les están imponiendo a la brava el nombre del exministro de Salud como candidato para 2022.

“El Partido Liberal ha oficializado lo que César Gaviria quería: que Alejandro fuese su candidato”, dijo el senador Gustavo Petro, quien ha señalado al exrector de ser un neoliberal puro, aunque contradictoriamente le ofreció ser candidato a la alcaldía de Bogotá por la Colombia Humana, ser su ministro de Hacienda y unirse al Pacto Histórico.

Alejandro Gaviria quiere presentarse como un candidato outsider, alguien sin el pecado original de la política y que sorpresivamente irrumpe en el panorama sin poderes que graviten sobre él; como el único capaz de venir a arreglar un problema llamado Colombia desde una independencia que, definitivamente, no existe. Una mirada al círculo de confianza del exministro de Salud deja ver la presencia de una corte santista de primer nivel.

El propio Gaviria anunció que el exdefensor del Pueblo en ese Gobierno, Carlos Negret, estará en su equipo. Camilo Granada, quien se desempeñó como director de comunicaciones de Juan Manuel Santos, tendrá un rol similar en la campaña de Gaviria a la presidencia. La representante a la Cámara Juanita Goebertus, de la Alianza Verde, otro partido con prácticas de la política tradicional, ya se convirtió en la escudera número uno del exrector después de traicionar a Sergio Fajardo.

Esa voltereta es considerada una práctica deleznable en política. Goebertus, quien pertenece al círculo más cercano de la alcaldesa Claudia López y su esposa, la senadora Angélica Lozano, formó parte del equipo negociador de los diálogos en La Habana entre el Gobierno Santos y las Farc.

Como cuota santista en el equipo de Gaviria, también estará Liliana Caballero, ex procuradora delegada para la vigilancia preventiva y exdirectora de Función Pública en el Gobierno Santos. El entusiasmo por Gaviria se ve igualmente en algunos integrantes de la familia del expresidente Santos, quienes están en su derecho de apoyar a quien consideren, así dicho respaldo alimente la teoría de que el exministro es la carta santista para 2022.

“Es chistoso cómo los extremos políticos se ponen de acuerdo para atacar y difamar a Alejandro Gaviria. Demuestra la fortaleza y viabilidad del candidato. Vamos a ver qué cuentos se inventan en los próximos meses para intentar atajarlo”, escribió Esteban Santos, hijo del exmandatario.

“Decir que Fajardo, Alejandro Gaviria, Cárdenas, Galán, Echeverry, etc., son los candidatos ‘de Santos’ solo comprueba que JMS se rodea de gente preparada que clasifican de presidenciables”, agregó su hermano, Martín. Alejandro Gaviria ha admitido públicamente su amistad con Santos y ha asegurado que es el mejor expresidente en la historia de Colombia.

César Gaviria ha dejado claro, desde hace meses, que su candidato es Alejandro Gaviria. Ha dicho que en el Partido Liberal hay un “apoyo impresionante” al exministro de Salud.

En el mundo político, donde se las saben todas, ya le están sacando jugo a los evidentes e innegables vínculos de Alejandro Gaviria con los expresidentes. “Ya veremos al rector sudando en las tarimas de tierra caliente, hablando de Huxley y de Camus en eventos armados por los senadores liberales a punta de buses, aguardiente y ‘entretenimiento’”, aseguró el concejal de Bogotá Carlos Carrillo, del Polo Democrático. “Gaviria, aunque quieran presentarlo como un intruso, es un político de carrera, que puede reconstituir el hoy fracturado bloque de poder; Gaviria pasó sin mayor lío del Gobierno de Uribe al de Santos y es bien sabido que quien está detrás de su aspiración es César Gavira”, agregó Carrillo.

¿Qué significa, entonces, que Alejandro Gaviria tenga unos nexos más que visibles con los expresidentes? De ganar, ¿sería un instrumento de dos poderes tradicionales del país? ¿Tendría que consultarlos permanentemente? ¿Ejecutaría políticas similares a las de ellos? ¿Cómo cambiaría por completo la política, como él pretende, si su presidencia quedaría amarrada a la política de siempre en sí misma?

La gente en Colombia está cansada de que le mientan. Evidentemente, los partidos están desgastados y esa es la principal razón por la cual, como un atajo, algunos candidatos decidieron lanzarse a la presidencia recogiendo firmas, a sabiendas de que al final se unirán a los partidos y a sus cuestionadas maquinarias. Sería mejor que Alejandro Gaviria encarara su realidad política, aceptara el aval del Partido Liberal, el apoyo gavirista y santista, y saliera a hacer campaña de manera transparente para tratar de llegar a la Casa de Nariño. Quizá le iría mejor, porque la gente sabría de entrada qué está ofreciendo y qué representa.

En el mandato de JUAN MANUEL SANTOS, Alejandro Gaviria se desempeñó como ministro de Salud. Personajes del Gobierno Santos ahora lo asisten en su campaña.

Las metidas de pata

En los primeros días de su campaña presidencial, Alejandro Gaviria cometió varios errores que le empiezan a pasar factura. El más complicado de todos, y que lo dejó en evidencia, fue interpretado como una falta de carácter y personalidad al cambiar de opinión, en menos de 24 horas, sobre el nombramiento del exministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, su gran amigo, como codirector del Banco de la República. Tan pronto se conoció la decisión del presidente Iván Duque, Gaviria dijo: “Yo conozco a Alberto Carrasquilla hace 25 años, es probablemente la persona que más sabe de política monetaria en el país (...) tuvo un paso polémico por el Ministerio de Hacienda, pero yo creo que es un buen nombramiento, nadie puede disputar los pergaminos académicos de Alberto”, respondió.

Las críticas de los opositores al Gobierno no se hicieron esperar y lo pusieron contra la pared a tal punto que horas después cambió de parecer frente a Carrasquilla, y calificó su primer pronunciamiento como un “error”. Más que la patraseada, lo insólito fue la explicación para tratar de justificarla. Así se lo explicó a varias personas en redes sociales que lo increparon.

“He dado decenas de entrevistas. Muchos temas. Es difícil tener siempre capacidad de discernimiento. El repentismo lleva con frecuencia a los errores. Cometí un error (...) hermano, no he dormido bien estos días, era la cuarta entrevista, es un tema difícil, pues involucra a mi esposa, improvisé una mala respuesta. Error. Nos pasa a todos”.

De inmediato, en las mismas redes lo cuestionaron, pues el presidente de un país como Colombia suele dormir más bien poco y, por el contrario, se enfrenta a problemas de gran calado, como el narcotráfico, el terrorismo, la agitación del orden público y una crisis social y económica que demandan soluciones inmediatas. ¿Puede Alejandro Gaviria asumir un reto así? Los ciudadanos también demandan firmeza en las decisiones de sus gobernantes.

Si Alejandro Gaviria considera que Carrasquilla es la persona indicada para codirigir el Banco de la República, ¿por qué no defendió su posición y prefirió hacerles caso a las hordas de Twitter? Si llega a la presidencia, ¿sus políticas públicas irán al vaivén de las redes sociales? ¿Cuál de los dos es el verdadero Alejandro Gaviria: el que apoyó a Carrasquilla inicialmente o el que le dio la espalda unas horas después por pura conveniencia?

En otro episodio, el exministro de Salud tuvo su primera salida de ropa. A quienes criticaban, también en las redes, a su esposa Carolina Soto, quien renunció al Banco de la República en días pasados, los mandó a freír espárragos.

Sería mejor que Alejandro Gaviria encarara su realidad política, aceptara el aval del Partido Liberal, el apoyo gavirista y santista, y saliera a hacer campaña de manera transparente.

“A las fuerzas retardatarias, machistas, que minimizan a las mujeres y despectivamente hablan de la ‘esposa de Alejandro Gaviria’ las vamos a derrotar. No más machismo disfrazado de progresismo. No más irrespeto a las mujeres de nuestro país”, escribió Gaviria, en su cuenta de Twitter. Aunque a las feministas este trino las entusiasmó, a otros les preocupó la intolerancia de Gaviria ante unas críticas habituales en el ejercicio público y más cuando se trata de una funcionaria sometida al escrutinio.

Otro hecho que alcanzó a desilusionar a algunos seguidores de Gaviria pareciera una nimiedad, pero es importante por cuanto será la forma como la gente podrá identificarlo en la contienda presidencial. Se trata del logo de su campaña. Incluso, el propio Sergio Fajardo aprovechó para burlarse con humor fino. “Nadie sabe para quién trabaja. Después de mi proceso creativo, la metáfora de los tres platos, tan comentada en redes, por fin encontró su lugar. ¡Bienvenido a la leonera, Alejandro Gaviria!”.

Después de este mensaje, Fajardo invitó a Gaviria a conversar con la Coalición de la Esperanza, y él aceptó. Hay que recordar que, por las alianzas que hizo con personas como el exministro Juan Fernando Cristo o el exjefe negociador Humberto de la Calle, el exgobernador de Antioquia fue etiquetado desde el inicio de la campaña como el candidato de Juan Manuel Santos. Hoy, Fajardo parece haber pasado a ser el plan B del expresidente, tras la aparición de la candidatura de quien fuera su ministro de Salud. En todo caso, Santos parecería que quiere ganar con cara o con sello. Y algunos se atreven a decir que, si Fajardo o Gaviria no despegan, estaría, incluso, dispuesto a apoyar a Gustavo Petro.

Más temprano que tarde, Alejandro Gaviria tendrá que destapar sus cartas. El boom mediático que desató con su lanzamiento no será suficiente.

El desafío de Gaviria

El mayor reto de Alejandro Gaviria parecía ser darse a conocer cuando anunció su candidatura, dado que su nombre no le dice mucho al colombiano promedio. Sin embargo, hoy su gran desafío es demostrar que en realidad es independiente y que no hay un maquillaje detrás de una candidatura auspiciada por Juan Manuel Santos, César Gaviria y un círculo de políticos tradicionales y el poder de siempre. Otro gran interrogante es cómo se va a quitar de la espalda el peso por los sonados escándalos de Medimás, Saludcoop y Cafesalud, en los cuales tuvo que tomar decisiones como ministro de Salud, algunas de ellas muy criticadas por opositores de peso como el senador Jorge Enrique Robledo.

El exrector también tendrá que esforzarse por crear una estrategia que le permita llegar a la gente común y corriente. ¿Cómo les hablará y cómo persuadirá, por ejemplo, a los mototaxistas, a las madres cabeza de hogar, a los domiciliarios, a los pescadores, a los obreros y a los campesinos? “A mí no me llama la atención la política electoral, entonces no me interesa ser popular”, le dijo Gaviria a Noticias Caracol antes de lanzarse a la presidencia. Justamente hizo todo lo contrario. Se lanzó a la política electoral y ahora necesita ser popular y conocido para ganar votos.

Otras preguntas también quedan en el aire. ¿Cómo podrá explicarles a los círculos más populares y conservadores que está de acuerdo con regular el consumo de marihuana entre adultos? Tampoco le será fácil escapar a las críticas de quienes le atribuyen buena parte de la responsabilidad de que Colombia haya abandonado las fumigaciones con glifosato contra los cultivos de coca. Luego de la decisión de la Corte Constitucional, la siembra se disparó y el Gobierno Santos terminó con más de 200.000 hectáreas sembradas. Por más esfuerzos que ha hecho Duque, la lucha contra el narcotráfico ha sido casi que imposible.

Pero no solo eso. ¿Cómo podrá Alejandro Gaviria seguir sosteniendo, sin matices, que apoya el acuerdo de La Habana cuando las encuestas muestran que apenas el 20 por ciento considera que trajo la paz para Colombia? ¿Buscará dialogar con las disidencias de las Farc y con el ELN? ¿Defenderá a capa y espada a los ex-Farc en el Congreso sin que hasta hoy hayan pagado una condena por sus crímenes? ¿Mantendrá el pedido de extradición de la cúpula del ELN, alojada en Cuba, para que responda, entre otras, por el atentado terrorista contra la Escuela General Santander? ¿Qué pensará de las denuncias que vinculan las campañas de Santos con Odebrecht? ¿Le dará la mano a Nicolás Maduro, tal como lo hizo Santos? Más temprano que tarde, Alejandro Gaviria tendrá que destapar sus cartas en cada uno de estos temas. El boom mediático que desató con su lanzamiento no será suficiente.

Igualmente, aunque Colombia es un país laico, la mayoría de la población es profundamente religiosa. Alejandro Gaviria ha expresado claramente que no cree en Dios y que es ateo. Pese a que no debiera, ¿esto le pondrá o le quitará votos?

Sus comunicaciones planeadas para verse espontáneas, pero que parecen libreteadas, con videos en cámara lenta, primeros planos y música épica de fondo, se agotarán muy rápido. El precandidato se dará cuenta de que tendrá que salir de la burbuja y mojarse en la realidad de la política colombiana. Hoy su imagen desfavorable (47 por ciento) es mayor que su favorable (41 por ciento), según Datexco. En materia de intención de voto, la más reciente medición electoral de SEMANA, en junio, reveló que tiene apenas el 2 por ciento. Y para ganar necesita mínimo el 50 por ciento más un voto.

Por eso, lo cierto es que el camino a la presidencia de Gaviria apenas empieza y por delante tiene rivales políticos fuertes y sólidos, algunos de los cuales ya han definido claramente sus posturas. Gaviria tendrá que poner a raya las detestables prácticas de la política tradicional, al Partido Liberal y a César Gaviria, al santismo y a Juan Manuel Santos, hablarle a todo el país y demostrar que en realidad es el hombre independiente que tanto pregona.