Sandra* era una de las mujeres que gustaba jugar billar, bailar y trabajar en alguna cantina de Puerto Gaitán, Meta. Don Guillermo, jefe paramilitar de las Autodefensas Campesinas de Meta y Vichada (ACMV), difundió el rumor de que a todas esas mujeres las reclutaría dado que ese trabajo y ese tipo de ocio no estaba permitido bajo el mando de ese comandante. Una noche, un joven en moto le entregó a Sandra un papel en el que se le informaba que al día siguiente tenía que presentarse al lado del puente del río Manacacías. Todas las mujeres que se dedicaban a lo mismo y que sin miedo salían a divertirse recibieron la misma carta. Una vez la ACMV tomó control sobre el comportamiento de las mujeres en su territorio los casos de violencia de genero empezaron a recrudecerse. Muchas mujeres llegaron al punto de reclusión; algunas de ellas eran conocidas por Sandra, a todas las montaron a un carro y les dijeron que las iban a calvear para castigarlas: las llevaron al Alto de Neblinas y las pusieron a cargar bultos pesados y malolientes. Le sugerimos: “La memoria y la verdad siempre están amenazadas” Este martes el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) presentó en la Vereda Planas, Puerto Gaitán el informe “Violencia paramilitar en la Altillanura: Autodefensas Campesinas de Meta y Vichada”, el tecero que habla sobre el origen de los grupos y acciones paramilitares. Este documento retrata la cruda violencia que ejercieron estos grupos en esos departamentos durante 15 años. La forma más usada consistió en aplicar la limpieza social, un repertorio que afectó al 61% de las víctimas en esos territorios. Continúan los homicidios selectivos (39%), la desaparición forzada (37%), la tortura (22%), las lesiones personales (10%), la violencia sexual (6%) y el secuestro (6%). Puede leer: La verdad: ¡de frente! Una de las formas más crueles de castigo incluía rapar las cabezas de las mujeres, o incluso, hacerlas caminar desnudas por las zonas urbanas. "Les rapaban la cabeza como un espectáculo de castigo, les hacían caminar por el pueblo totalmente desnudas y eran obligadas a tener relaciones sexuales con los miembros de “Los Carranceros”", que no era más que el grupo que Víctor Carranza usó en el occidente de Boyacá y cuyo nombre obedecía directamente al famoso esmeraldero. La fama llegó a tal punto que a la ACMV, era conocida con ese nombre durante los años noventa. También existen denuncias de que Guillermo Torres reclutaba a niñas de los colegios, en frente de sus padres, y se las llevaban para tener relaciones sexuales, y hacer oficios como cocinar, lavar y trabajar en laboratorios de coca. "Yo recuerdo más bien es la conformación de escuelas, muchos muchachos del pueblo dijeron que se iban para el Ejército dizque porque los invitaban a un curso de oficiales, se fue un muchacho y después la tía me decía que eso no era el Ejército, que eso era otra cosa", dijo Omar García, miembro de la Mesa Humanitaria de Derechos Humanos del Meta. Además, las mujeres que integraban la ACMV también fueron víctimas de duros maltratos al interior de la organización. Muchas fueron sometidas a violaciones si se negaban a tener relaciones sexuales con un compañero, o si sonreían eran sorprendidas en la noche por varios hombres que abusaban de ellas. Le recomendamos: La trocha que no termina: buscando paz en el Darién "Si fuera algún muchacho que la china le hizo sonrisa en el día y estaba coqueteando o algo así, por la noche le llegaba al cambuche. O sea, ya creía que porque le hizo sonrisa entonces ya tenía derecho y si la china iba a decir que no, entonces de una vez le daba pata o la estrujaba", narró una persona que vio cómo eso le pasó a muchas de sus compañeras. También la ACMV atentó contra la comunidad LGBTI por señalarla de corromper el orden social. Una exintegrante narró cómo era el trato hacia esa comunidad. "No se metían con esa gente . Eso sí averiguaban que estaba enfermo, que estaba contagiado de alguna enfermedad sexual, de una vez: o que se fuera o que lo mataban". Álvaro Villarraga, director del proyecto, le contó a SEMANA su experiencia a cargo de este informe. "Nos fue muy bien, dentro de lo previsto, el auditorio se llenó. No tanto por el número sino por la representación de delegaciones campesinos, indígenas y colonos, de Tillavá y Planas.", dijo Villarraga quien enfatizó que fue simbólico que el lanzamiento se hicieran con las víctimas directas. "No llegamos por primera vez allí, desde hace dos años, llegamos con nuestros equipos de trabajo, con bajo perfil y manera discreta; y trabajamos de manera pedagógica con las víctimas para recoger su versión de los hechos y el impacto del paramilitarismo". Además destacó que han estado recibiendo masivamente testimonios, cuyo número asciende a 18.000 testimonios de paramilitares algo que les ha permitido hacer un cuadro de las revelaciones de esos grupos. Las autodefensas campesinas exitieron entre 1990 y 2004 son pero tneían antecedentes de una década antes, incluso finales de los setenta, que se artícularon con grupos del occidente de Boyacá. También se hacían vinculos con grandes hacendados y la mafia. No hay que dejar de lado que en el contexto hubo actuación de las Farc con los frentes 16 y 39 y colaboracion de paramilitares con fuerza pública. Ahora el comité del Centro Nacional de Memoria viajará a Villavicencio donde presentarán en un evento más grande este informe, el evento se hará el miércoles en la Universidad de los Llanos.