Desde este martes, Íngrid Betancourt se sumará al abanico de precandidatos presidenciales de la coalición Centro Esperanza que congrega a sectores de la centroizquierda y que competirán por una candidatura única en una consulta interpartidista este 13 de marzo.
Betancourt se había mantenido expectante, mirando los toros desde la barrera y participando exclusivamente en un papel de mediadora que le permitió unirse a la centroizquierda.
Ella, por ejemplo, fue clave junto con Humberto de la Calle en el acercamiento entre Sergio Fajardo y Alejandro Gaviria, distantes en su momento por la cercanía del exrector de Los Andes con el Partido Liberal.
La exsecuestrada no había un mostrado un interés directo en ser precandidata presidencial, aunque el precandidato Juan Fernando Cristo la invitó en repetidas oportunidades a lanzar su nombre ante la falta de mujeres entre los precandidatos presidenciales de la centroizquierda. “Estoy donde mejor le sirva a la coalición”, insistió.
Sin embargo, Betancourt no escapa del interés de ser presidenta y nunca negó tajantemente la posibilidad de luchar por un cupo que le permitiera llegar a la Casa de Nariño. Al fin y al cabo, fue una tarea que no logró finiquitar en 2002 porque en la recta final de su campaña, la colombofrancesa fue secuestrada por la columna Teófilo Forero de las Farc y no logró medirse en presencia física en las urnas porque la mantuvieron secuestrada en la selva.
El arribo de Betancourt cae bien en la Centro Esperanza. De entrada le significa un golpe de opinión que, según analistas consultados por SEMANA, le llega en un buen momento a esta convergencia que no genera mayor ruido. “Es una chispa, una mecha para la coalición”, dijo el representante a la Cámara de la Alianza Verde Mauricio Toro.
Betancourt es una figura mediática. Es un rostro que los colombianos conocen, un perfil que, incluso, se convirtió en la cara visible de los secuestrados en Colombia ante el mundo. Sin embargo, también es cierto que a escasos dos meses de la consulta interpartidista es difícil que iguale el caudal electoral de Sergio Fajardo, segundo en las encuestas después de Gustavo Petro y quien viene realizando un trabajo político desde hace varios años.
Además, ella hace más de diez años no recorre el país y hoy no tiene una estructura política que le sirva de trampolín para alcanzar en menos de dos meses a sus compañeros.
Como en política cualquier cosa puede pasar, Íngrid Betancourt, más allá de ganar la consulta del 13 de marzo, jugará electoralmente para sumarle votos a su coalición que espera obtener más de tres millones de electores. Esa sería una de las principales razones que habrían motivado a la colombofrancesa a dejar la comodidad de la tribuna para lanzarse al ruedo y hacerse contar.
De paso, Betancourt aprovechará su candidatura presidencial en las próximas semanas para visibilizar a la lista al Senado y la Cámara de Verde Oxígeno, el partido político que el Consejo Nacional Electoral le revivió tras el fallo judicial que favoreció al Nuevo Liberalismo.
Aunque el anuncio presidencial de la colombofrancesa despierta emociones y se convierte en una mecha para la Centro Esperanza, internamente está claro que le quitará votos a más de un candidato. Carlos Amaya, por ejemplo, se proclamaba como precandidato de Verde Oxígeno, pero con la candidatura de Betancourt, él seguirá en el mismo escenario, pero la exsecuestrada será la cabeza visible de dicha colectividad.
Betancourt, además, le quitará electores a Sergio Fajardo y Alejandro Gaviria, dos precandidatos que se disputan el electorado joven, de opinión y de centroizquierda. La misma historia ocurriría con Juan Manuel Galán, el candidato del Nuevo Liberalismo que compite en la misma coalición.
De paso, su candidatura pondrá en una encrucijada a varios sectores políticos. Por ejemplo: ¿qué camino tomará la hoy candidata al Senado, Angélica Lozano, fiel seguidora de Alejandro Gaviria? Con Betancourt en la carrera presidencial, es posible que Lozano junto con el equipo político que llevó a Claudia López a la Alcaldía de Bogotá se cambie de bando y termine en la campaña de la exsecuestrada.
La decisión de oficializar su nombre a la Presidencia no fue fácil para Íngrid Betancourt e incluso se convirtió en un asunto de familia. En su casa en París, notificó a su familia de la noticia y más de uno quedó perplejo. Sin embargo, después de meditarlo, Yolanda Pulecio, su madre, también dirigente del Nuevo Liberalismo en su momento, le dio el visto bueno. Anastasia Rubio, sobrina de Íngrid, encabeza la lista de Verde Oxígeno a la Cámara por Bogotá y que este martes será presentada ante el país.
La hoy candidata -quien insistirá en enarbolar las banderas de la lucha contra la corrupción que defendió desde que fue senadora por el Partido Liberal- se radicará en Colombia durante los próximos meses, empezará su gira por el país buscando fortalecer su candidatura y de paso consolidar las listas al Congreso de su partido político.