Íngrid Betancourt y Clara Rojas parecían compañeras inseparables. La primera era una de las senadoras más reconocidas del país, la que les cantaba la tabla a muchos políticos, la que soñaba ser la primera presidenta del país. Clara era su principal aliada y asesora en el Senado y a quien nunca abandonaba ni en la política ni en la vida.Las dos fueron secuestradas en el 2002, cuando se levantó la zona de despeje, y cuando asumieron los riesgos de ir a San Vicente del Caguán. Seis años de secuestro, y la selva pareció poner una brecha en la inseparable relación. A su regreso a Colombia, Íngrid Betancourt sabía que una de las primeras preguntas que le harían estaría relacionada con Clara Rojas. La respuesta fue lacónica y diciente: “En la selva todos tratábamos de sobrevivir”. Por su parte, Clara Rojas, ahora representante a la Cámara por el Partido Liberal, siempre ha sido cauta en sus actuaciones respecto de Íngrid. El país conoció detalles de su distanciamiento por largas entrevistas o certeros párrafos en libros de ex secuestrados. Sobre la ruptura de sus relaciones aparecieron decenas de mitos y una única certeza: la crueldad del secuestro fue lo que acabó con una amistad de hierro. Pero los años, como escribió algunas vez Einstein, “engrandece los corazones y fortalece los espíritus”. Después de superar uno de los flagelos más inexplicables de la humanidad, Íngrid Betancourt y Clara Rojas tuvieron la dura tarea de seguir con sus vidas. Y, aunque suene sencillo para el resto del mundo, para aquellos que estuvieron internados en una selva por tantos años, sobreviviendo, puede ser el desafío más complejo de sus existencias.La reconciliación se produjo en la noche del miércoles. Un abrazo en privado, donde ambas decidieron mirar hacia adelante, no para atrás. “Salió todo bien, eso era de lo que se trataba, de encontramos, saludarlos, y darle gracias a Dios. Nos preguntamos por la familia, cómo estábamos, me alegró que la gente recibiera bien en su regreso a Colombia. Creo que se cierra un capítulo, es como un nuevo renacer. Estoy más tranquila”, relato Clara Rojas este jueves, ante del Foro sobre Reconciliación, del que ambas hicieron parte junto a otras víctimas del secuestro. “No hablamos sino en presente y en futuro. Me preguntó mi opinión sobre del proceso de paz y me alegró ver su interés. Le mencioné que la paz está cerca. Todo fue muy cordial, cálido. La sentí muy bien y tranquila. No la acosé con preguntas”, añadió Clara.Este jueves fueron las protagonistas, las cámaras las perseguían, y durante el foro, apenas se saludaron con un apretón de manos. No hubo show, aunque los asistentes lo reclamaban. Definitivamente, el reencuentro entre Íngrid Betancourt y Clara Rojas ha sido uno de los ejemplos por la reconciliación.