Una reciente encuesta del programa ‘Medellín cómo vamos’ muestra que en Medellín la gente se siente más insegura este año. El resultado contrasta con la disminución en las cifras de homicidios en 25 % en relación con el año pasado. En la encuesta, el porcentaje de personas que dijeron haber sido víctimas de algún delito en el último año aumentó. La mayoría dijo que la habían robado en atracos, en su residencia, en su vehículo o en el transporte público. Además, el estudio refleja otro preocupante panorama. De los consultados, pocos creen que los delitos puedan ser sancionados y la mayoría considera que puede ser víctima otra vez (ver informe). El general José Ángel Mendoza, comandante de la Policía Metropolitana, dialogó con Semana.com sobre lo que se está haciendo para mejorar la seguridad y da su versión sobre por qué la gente se siente más insegura. Semana.com: ¿Cómo explica el deterioro de la seguridad en el centro de Medellín? José Ángel Mendoza: Cada día nos aparecen nuevas problemáticas. Cuando atacamos las ollas de vicio, que son grandes expendios de droga, nos encontramos otro problema delicado. En estos sitios existen verdaderas cuevas. Una vez destruimos una y sacamos a 205 personas, unas piltrafas humanas que vivían allí consumiendo droga en medio de lo que uno podría llamar un escenario de estiércol humano. Vivían, dormían y defecaban en el mismo lugar. Habían instalado puertas blindadas para que la Policía no entrara y nos tocó utilizar una retroexcavadora para tumbar puertas. Estos 205 ciudadanos los vemos ahora regados por las calles del centro y eso se nos ha vuelto un problema social que la Alcaldía se está esforzando por resolver. Sabemos que eso genera inseguridad física y sensación de inseguridad porque es una la mala imagen. Semana.com: ¿Cómo llegaron esas personas a esa condición? J. A. M.: Esa dificultad se genera por la autorización de la dosis personal, unida a los resultados positivos del Estado colombiano en el gran volumen de incautaciones al narcotráfico. Semana.com: Por partes, ¿cómo influye la autorización de la dosis personal? J. A. M.: Aparece la autorización de la dosis personal de parte del Congreso y luego vienen también sentencias de las Cortes en las que se dice que no se puede criminalizar al adicto, al consumidor. Dicen que lo que hay que hacer es darle tratamiento y entonces finalmente el jíbaro, el distribuidor, se nos camufla entre el mismo consumidor. Solamente carga la dosis personal y cuando la Policía le hace algún requerimiento el tipo, dice que no se le puede hacer nada porque está en su derecho. Semana.com: ¿Qué tienen que ver las incautaciones? J. A. M.: En el país, pasamos de tener en el 2012 unas 174.000 hectáreas de cultivos de coca a menos de 50.000 actualmente, según el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos (SIMCI), de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Antes se podían producir casi 1.000 toneladas de clorhidrato de cocaína, que en su gran mayoría iban a otras partes del mundo. Ahora, el potencial no supera 320 toneladas por año porque la cantidad de cultivos que tenemos no da para más. Pero, fuera de eso, pasamos de una incautación que nunca era superior al 10 % a la de hoy, que es muy cercana al 70 %. Semana.com: Pero el comercio de drogas sigue vivo. J. A. M.: Nos hemos vuelto fuertes, pero el narcotráfico no se vence fácilmente. Es un negocio muy rentable. ¿Qué hacen los narcotraficantes? Viran el negocio. Se aprovechan de esa decisión de autorización de dosis personal y de no criminalizar al consumidor, entonces dicen: “Eso es perfecto para nosotros. Además nos está dando muy duro el Estado colombiano con su fuerza pública en la incautación de lo que queremos sacar del país, entonces ya no saquemos todo. Parte de eso vendámoslo en las propias ciudades”. Y empieza entonces el comercio en nuestras grandes capitales y aun en los municipios pequeños. El consumo de estupefacientes nos ha dañado a la sociedad colombiana. La sociedad colombiana se nos volvió verdaderamente consumidora. Mucho tiene como razón. El que anda en el barro, pues por su puesto que las botas se le tienen que ensuciar. Hemos producido coca y marihuana por ene cantidad de años y hoy terminamos siendo consumidores de esas sustancias de manera muy fuerte. Semana.com: ¿Eso explica la guerra por el control de las plazas de vicio en Medellín? J. A. M.: Este año hemos incautado 627 kilos de clorhidrato de cocaína. De heroína llevamos dos kilos, esta es una sustancia muy costosa y no es muy usual. De base de coca llevamos más de 1,1 toneladas incautadas. De bazuco, 336 kilos y de marihuana, más de 12 toneladas. Aquí se consume mucha marihuana. Estamos haciendo el esfuerzo para acabar con los jefes de esas ollas, con los que nutren esas ollas y acabar allí la vagabundería del consumo de estupefacientes o por lo menos llevarlo a niveles tolerables. Semana.com: Usted llegó a Medellín el pasado 29 de enero y lo recibió una ciudad con un incremento en homicidios, como consecuencia de la guerra entre bandas ligadas al narcotráfico. Ahora las cifras muestran una disminución. ¿Qué pasó? J. A. M.: Empezamos el año con serias dificultades. Hasta junio se presentaron en promedio 100 homicidios por mes, que representaban un aumento en relación con el año anterior. Vino un apoyo de 1.200 hombres de Unipol y creamos un Gaula para el Área Metropolitana. Este año llevamos 21.653 capturas. En julio empieza a verse una reducción positiva en las cifras de homicidios. En Medellín tuvimos 1.136 homicidios entre enero y noviembre del 2012 y en igual periodo de este año llevamos 847 homicidios. Esto significa una reducción específica de 289 homicidios, que equivalen a una reducción del 25 %. Semana.com: Sin embargo, hay otras razones que hacen que la gente se sienta insegura… J. A. M.: No es que el homicidio sea la única conducta criminal que nos preocupa. Pero sin lugar a duda, el homicidio tiene una incidencia grande en la medición de la seguridad de una comunidad cualquiera. Aquí en Medellín tiene una connotación especial y es que la bandera del gobierno del alcalde Aníbal Gaviria es ‘Todos por la vida’. Obviamente, la reducción del homicidio se nos vuelve un objetivo muy importante.  Semana.com: ¿Y entonces qué va a pasar con la inseguridad en el centro? J. A. M.: Que hay problemas, claro que los hay. Allá tenemos ahora una situación difícil. Hemos tenido que meter 300 hombres que hemos tenido en otros lugares de la ciudad. Hemos aumentado de 13 cuadrantes a 40 en Medellín.