Las imágenes de una cámara de seguridad, de una bodega en el centro de Bogotá, muestran cómo dos policías, supuestamente, llegan a verificar la situación de dos comerciantes que horas antes fueron víctimas de un atraco. Los comerciantes abren la puerta, confiados de que, quienes golpean, son policías y realmente lo son, pero ocurrió algo inesperado.

Los policías ingresan a la bodega y conversan con las víctimas. Simulan estar interesados en la situación que acababan de pasar, el atraco, un hecho de hurto a las afueras de una entidad bancaria. De un momento a otro, un uniformado saca su arma de dotación y les apunta a los comerciantes.

La triste y vergonzosa imagen revela cómo los policías despojan de sus equipos celulares a los comerciantes y los llevan a una habitación que está en el mismo espacio. Después de amarrarles las manos, los encierran y le abren camino al resto de la organización criminal. Las víctimas terminaron atrapadas con los elementos de denotación de los policías.

El hecho ocurrió en una bodega donde se almacenan productos de tecnología como computadores, iPad y celulares, que son distribuidos en diferentes zonas de la ciudad. Los policías les abren la puerta a los otros delincuentes que llegan a una camioneta, en reversa, con plena intención de llevarse la mercancía de las víctimas.

Las imágenes hacen parte de una larga investigación que hizo la Fiscalía para desarticular una organización criminal que se dedicó al hurto en diferentes modalidades en Bogotá, desde el fleteo hasta el hurto a residencias y bodegas, con la complicidad de policías, como quedó dibujado en las cámaras de seguridad.

En el curso de la investigación, la Fiscalía recaudó elementos de prueba, más denuncias y hechos que vinculaban a los dos uniformados de la Policía Metropolitana de Bogotá, con la organización criminal. Los delincuentes, que por varios meses mantuvieron en zozobra la seguridad que prometieron proteger.

Ante jueces de control de garantías fueron presentados estos dos uniformados y tres civiles más que los acompañaban en los atracos, en la identificación de personas que retiraban fuertes sumas de dinero de los bancos o quienes en sus negocios tenían mercancía que pudiese ser de interés para la red criminal de los policías.

Los uniformados, de forma descarada, eran los encargados de establecer en sus sitios de trabajo, en los barrios que tenían por encargo cuidar, cuáles podrían ser las víctimas; luego entregaban la información a los delincuentes para los seguimientos, diseñar el plan de hurto y lanzarse, con la garantía de tener a su disposición dos policías uniformados.

La Fiscalía desarticuló una organización criminal que, con uniformes de la Policía, se metían a bodegas para desocuparlas. | Foto: Suministrada

Son las propias autoridades judiciales las que advierten que algo muy preocupante ocurre en la Policía Metropolitana de Bogotá, pues hace menos de una semana, fueron capturados integrantes de la Sijín que secuestraban y extorsionaban a personas. Lo hicieron, insólitamente, con un excompañero de la Policía, que tenía en su poder 20 millones de pesos.

Con el material probatorio recaudado, las declaraciones de las víctimas y los videos de seguridad, la Fiscalía imputó cargos en contra de los uniformados y los civiles vinculados a esta organización criminal, y solicitó un juez una medida de aseguramiento en centro carcelario, tristemente, mientras advierte que los dos policías son un peligro para la sociedad.