Sucedió en una zona vecina, en el centro comercial Hayuelos, en el occidente de Bogotá, cuando un grupo de patrulleros de tránsito realizaba un operativo contra vehículos parqueados en zona prohibida.
Luego de cerciorarse que el carro estaba abandonado, lo subieron a la grúa con destino a los patios de tránsito, cuando el dueño llegó presuroso a impedir que se lo llevaran.
Los uniformados le explicaron varias veces que no había nada que hacer, puesto que, según la norma, él estaba mal parqueado y la sanción incluye, demás de la multa, la inmovilización del vehículo. Molesto, el hombre siguió discutiendo airadamente con los agentes y en una inesperada maniobra saltó y se subió a la grúa para impedir que se llevaran el automotor.
Mientras la gente se solidarizaba con él y discutía con los patrulleros, el hombre aprovechó un descuido, y le pidió a su acompañante que se subiera a bordo del vehículo que ya estaba encima de la grúa.
Uno de los videos registra cómo, a pesar de la insistencia de los uniformados, el acompañante se niega a descender del vehículo, le echa seguro a la puerta del copiloto y se encierra, de manera que los agentes no pudieran sacarlo.
Mientras tanto, el dueño del carro seguía agrediendo verbalmente a los policías, que en reiteradas ocasiones le explicaron que, por cuenta de su actitud irresponsable, al dejar el carro parqueado en una zona demarcada con una señal de prohibido parquear, no tenían más remedio que inmovilizarlo.
El hombre, sin embargo, se negó rotundamente a bajar de la grúa o a pedirle a su acompañante que bajara del automotor para terminar el procedimiento y conducirlo a los patios, tal como establece procedimiento.
“¡Prefiero que me maten!”, gritaba insistentemente, solicitando la ayuda de la comunidad, que les exigía a los patrulleros que bajaran el carro de la grúa. El hombre aseguraba que había estado a tiempo para evitar que se llevaran el vehículo, pero los agentes le explicaban, una y otra vez, que lo habían subido desde hacía varios minutos y unos cien metros atrás, de manera que no podían echar para atrás el procedimiento.
El dueño del carro, visiblemente irritado, aseguró que se había parqueado solamente por un par de minutos para hacer un pago en una entidad bancaria y que por eso no podían inmovilizarlo.
Pero los uniformados le explicaron hasta la saciedad que podría haber utilizado el parqueadero del centro comercial para evitar estacionarse en una zona expresamente prohibida, y que, como no lo hizo, tenían que cumplir con lo estipulado en la norma.
Luego de más de 10 minutos de discusión y ante la negativa del dueño del carro de bajarse de la grúa y de su acompañante de descender del vehículo inmovilizado, el intendente a cargo del operativo dio la orden de que arrancaran rumbo al patio de tránsito.
Guardaba la esperanza de que, finalmente, el propietario del automotor entrara en razón y admitiera que había cometido una infracción sancionable, pero se llevó un chasco.
Irritado, el hombre gritaba que todo era una arbitrariedad, y a pesar de las múltiples peticiones de los agentes y de los vecinos que finalmente entendieron lo que pasaba, gritó a todo pulmón: “Ustedes son testigos, son testigos”.
Ahora tendrá que pagar la multa estipulada en el Código Nacional de Tránsito Terrestre, que, en este caso, asciende a $500 mil, más el valor de la grúa y el parqueadero que le cobren en el patio.