Un reprochable hecho de acoso sexual contra dos estudiantes menores de edad se habría registrado en la Institución Educativa Mariscal Sucre, del municipio de Rosas, en Cauca.
De acuerdo a las investigaciones de la Procuraduría General de la Nación, el directivo de la institución, Olmes Jesús Campo, habría utilizado su autoridad y posición laboral para “hostigar y acosar física y verbalmente a dos adolescentes con fines sexuales no consentidos”, durante el horario escolar.
Según el Ministerio Público, el funcionario habría realizado gestos insinuantes, invitaciones inapropiadas para ausentarse de las actividades académicas, promesas de regalos y solicitudes de mantener relaciones sexuales y/o “noviazgos”, entre otras acciones constantes que habrían generado intimidación, miedo y depresión en las adolescentes.
La Procuraduría enfatizó que esta presunta conducta del rector no está acorde con sus funciones y deber de “proteger a las adolescentes bajo su cuidado”. Además, mencionó que este comportamiento podría haber afectado la integridad sexual de las menores de edad, contraviniendo el principio de dignidad humana y siendo considerado como un posible acto de violencia contra la mujer que limita sus derechos y libertades.
Por estos hechos, el órgano de control presentó cargos contra el rector Olmes Jesús Campo, afiliado a la Secretaría de Educación del Cauca (2019), por las presuntas acciones de acoso sexual hacia las estudiantes del Mariscal Sucre.
Provisionalmente, la Procuraduría Regional de Instrucción de Cauca calificó la presunta falta como gravísima a título de dolo. Los involucrados tendrán la oportunidad de presentar descargos y/o solicitar o aportar pruebas para su defensa. Según la separación de roles, el expediente será remitido al despacho de juzgamiento competente para llevar a cabo el juicio.
Colegio Bethlemitas sobre acoso sexual
Después de las decenas de denuncias de exalumnas de presuntos casos de acoso sexual al interior del colegio Sagrado Corazón de Jesús Bethlemitas, en Chapinero, al norte de Bogotá, por parte de algunos profesores durante varios años, las directivas de la institución educativa rompieron su silencio y anunciaron que abrirán un diálogo con las víctimas para llegar hasta el fondo de esta situación.
“Desde la comunidad de hermanas Bethlemitas, sus dos colegios en Bogotá y Colombia, lamentamos profundamente los hechos que se dieron a conocer recientemente y nos solidarizamos con las víctimas”, afirmó la superiora provincial, Romelia Gómez, en un principio.
En ese sentido, Gómez dejó claro que “no revictimizaremos a nadie y en el marco del respeto, abriremos espacios para escuchar a quienes hoy lo estén requiriendo. Crearemos herramientas nuevas y profundizaremos en nuestros sistemas de atención para evitar cualquier clase de violencia; con el propósito de que historias como las que se han relatado no se repitan nunca y se conviertan en lección para el futuro”.
De igual modo, las directivas del colegio esperan que las investigaciones por parte de los entes de control permitan llegar hasta el fondo de lo sucedido, para poder tomar así las decisiones pertinentes. “Hemos dispuesto todo para que las autoridades puedan llevar a buen término su trabajo y, simultáneamente, buscamos también llegar al fondo de este asunto aplicando medidas internas y tomando decisiones. Nuestra comunidad -hoy afectada- continuará trabajando ahora con más fuerza, para proyectar, para planear y para corregir”, subrayó Gómez.
Finalmente, en una respuesta clara a los cuestionamientos que ha recibido el colegio por no haberse pronunciado frente a las denuncias, Gómez afirmó: “El silencio no es ni será jamás nuestra alternativa”.
Una de las víctimas había relatado que “yo tenía 17 años y estaba en once en ese momento. El problema se inició justo el día en el que se realizó la campaña para la personería. Llevábamos tiempo planeando las actividades y una de ellas era una fiesta neón. Para ello decidimos oscurecer por completo un salón. Quienes éramos las encargadas de la actividad estábamos vestidas de negro y teníamos una falda. En un momento determinado ingresó el profesor, se paró detrás de mí y me tomó con fuerza de la cintura para pegarme hacia él. Seguido de eso, me dijo en el oído: ‘Qué linda se ve así, deberíamos bailar’”.