Las autoridades van tras el paradero de Nicolás Rodríguez Bautista. Este miércoles la Interpol emitió una circular roja contra el máximo líder del ELN por los delitos de homicidio agravado y reclutamiento ilícito. Con la medida se espera que la detención preventiva del jefe guerrillero se lleve a cabo donde sea que se encuentre. El problema, sin embargo, es que con excepción de Chocó, el ELN no suele tener campamentos, sino fincas donde están instalados. Muchas de ellas, en la frontera con Venezuela donde siempre se ha creído opera el Comando Central de esa guerrilla. Ahí el problema no solo radica en la relación que por años han sostenido los elenos con las autoridades del vecino país sino también por la maltrecha comunicación que hay en este momento con el gobierno colombiano. Le recomendamos: ELN, el nuevo enemigo “Es un arte operativo nuevo que no los deja expuestos. Uno no los ve armados como lo hacían las Farc, sino que andan de civil, en camionetas o montando a caballo. No necesitan capacidad de masa sino individual, y eso los acerca más al concepto de los grupos terroristas internacionales”, explicó un oficial de inteligencia militar. En su lucha armada ELN terminó envuelto por la vorágine política e ideológica que vive Venezuela. Información de inteligencia, pero también producida por varias fuentes en terreno, revela que muchos cuadros, militantes y bases sociales de esa guerrilla, como el mismo Gabino, se encuentran refugiados en el vecino país, en especial en las orillas de los ríos Lora y de Oro, y los municipios de Fernández Feo y Apure. Esa cercanía que históricamente ha existido ha llevado a muchos a pensar que en una hipotética intervención militar, "las fuerzas insurgentes elenas se pondrán bajo las órdenes de la defensa de la revolución bolivariana y del país, e incluso estarían dispuestas a combatir a las Fuerzas Militares colombianas, si fueran estas las que estuvieran comprometidas en esa intervención", cómo manifestó Carlos Arturo Velandia a La Opinión de Cúcuta. Y es que por años, el gobierno colombiano ha sabido dónde están, pero se han quedado maniatados, sin poderlos capturar porque se encuentran al otro lado de la frontera. La cooperación militar o judicial entre Colombia y Venezuela ha sido muy difícil, por no decir que nula. Y, ahora, se ha puesto peor. Los presidentes no se hablan (solo por los medios de comunicación), y el embajador de Colombia en Venezuela fue trasladado desde hace varios meses a Costa Rica. En ese contexto, y dada la complejidad geopolítica de la región, sería un grave error intentar capturarlos contra viento y marea. Es decir, bombardearlos o perseguirlos del otro lado de la frontera, como se ejecutó la operación en la que cayó Raúl Reyes en Ecuador no es factible en estos tiempos. La persecución en caliente a través de la frontera, que existió durante mucho tiempo en el pasado, sin las autorizaciones correspondientes es ilegal y hoy no tiene cabida. Puede ver: Las indígenas barí que desalojaron un campamento del ELN para sanear su espíritu El tema es de hondo calado si se tiene en cuenta que hay pruebas de que los elenos han servido a cuerpos de civiles armados venezolanos e, incluso, han entrenado grupos paramilitares cercanos al gobierno, como las Fuerzas Bolivarianas de Liberación. Se ha podido detectar que muchos de los guerrilleros van regularmente a Maracaibo a descansar o realizar trabajos políticos. De hecho, en algunas zonas son los encargados de entregar las cajas CLAP, que forman parte del plan de abastecimiento de alimentos que hace el gobierno venezolano en los estados Táchira, Zulia y Apure.
Aunque la circular de la Interpol no es nueva, refresca una solicutud que no estaba vigente. Desde el 2002 el exjefe guerrillero está en la mira de las autoridades internacionales que ahora lo buscan en más de 190 países. Lo cierto en la práctica, es que la búsqueda se reduce a un par de países. Hace algunos meses, por ejemplo, según informó Blu radio, se supo que el máximo jefe del ELN estuvo en Cuba. “Se sabía, y eso me lo dijo el anterior comisionado de Paz, el doctor Rodrigo Rivera, que él estaría en un tratamiento médico en La Habana. Eso me lo informó antes de mi posesión. En este momento no sé cuál es su paradero”, dijo el alto comisionado de paz Miguel Ceballos a la cadena radial. Vea también: ¿Por qué es tan difícil negociar con el ELN? Ahora bien la decisión que se oficializó este miércoles en esencia sirve para dos cosas. De un lado poner a prueba la cooperación internacional de Venezuela. Pero, en esencial, cerrarle el cerco a la negociación que se ha empantanado en el nuevo gobierno. Luego de avanzar lentamente y a regañadientes en el gobierno de Juan Manuel Santos, en este primer mes la nueva administración no ha nombrado siquiera un equipo negociador. El secuestro volvió a envenenar la negociación y las partes siguen sin ponerse de acuerdo sobre cómo enfrentar el flagelo que se convirtió en una inamovible para que el gobierno se siente en la mesa. Mientras el gobierno exige liberar a todos los que tienen en su poder, los elenos solo se refieren a los casos recientes. Aún así el gobierno no ha dado muestras de querer pararse de la mesa sino más bien de dejarla languidecer mientras le arrebata el oxígeno que le queda. Eso ocurrió hace dos semanas cuando decidió retirar el equipo negociador y no nombró a los nuevos. Y, ahora, con la medida de la Interpol.