Aunque hay relaciones diplomáticas entre Colombia e Irán desde 1975, el ministro de defensa Diego Molano encendió la polémica al tildar sorpresivamente a Irán de país enemigo. “Por supuesto, aquí tenemos un enemigo común y es el caso de Irán y de Hezbolá, que opera en contra de Israel pero también apoya el régimen de Venezuela. Es un esfuerzo importante de información e inteligencia que desarrollamos con las fuerzas militares y el Ministerio de Defensa de Israel”, afirmó Molano desde la residencia del presidente de Israel. Pero el presidente Iván Duque salió de inmediato a matizar lo dicho por su ministro de defensa y aseguró que con Irán hay relaciones diplomáticas. Aunque se mantuvo en la categoría de terrorista para Hezbolá.
La declaración de Molano fue calificada por algunos como imprudente, agresiva, desatinada e incluso, como una posición que está por fuera de las funciones que le corresponden como ministro de defensa. Él no maneja las relaciones exteriores, lo hacen el presidente y la canciller. Pese a esto, en el fondo, Molano tiene argumentos de sobra para ver como “enemigo” a Irán. Una verdad cruda. Irán es un aliado crítico del régimen de Maduro y dicha alianza representa un riesgo permanente para la seguridad nacional.
SEMANA reveló hace apenas unos días cómo documentos oficiales del régimen venezolano dejaban al descubierto una peligrosa negociación entre Venezuela e Irán de 2015: baterías antiaéreas que incluían misiles. El barranquillero Alex Saab, hoy preso en EE. UU., ha sido clave en esa alianza. De hecho, cuando Saab fue capturado en Cabo Verde, su destino final era Irán. Se espera que Saab revele, finalmente ante la justicia de ese país, toda la verdad sobre la macabra alianza. Y eso sin contar que los investigadores del caso Saab han venido documentando lo que sería una conexión entre el llamado testaferro de Maduro y el grupo terrorista Hezbolá. También hay pruebas del intercambio de personal y el adiestramiento entre Caracas y Teherán.
Siendo así, la carrera armamentista del régimen venezolano patrocinada por Irán es más que una amenaza para Colombia. La inteligencia del país sabe que Nicolás Maduro viene creando fuertes y peligrosos lazos para mantener vivo su régimen, no solo con Irán, sino con Rusia y Cuba, especialmente. De hecho, hace aproximadamente un año, la cancillería expulsó a dos diplomáticos rusos que estaban desarrollando actividades de espionaje en el territorio nacional, con énfasis en la llamada infraestructura crítica, (energética y de petróleo). Un dossier en poder del Estado colombiano, revelado por Semana, también da cuenta de las andanzas non santas de algunos diplomáticos de la embajada de Cuba en Bogotá. El gobierno de la isla también ha sido un aliado incondicional del Palacio de Miraflores. El equipamiento de drones para uso militar en Venezuela y la movilización de estos aparatos hacia la frontera con Colombia, con pilotos especializados, no pueden estar por fuera del radar de la Casa de Nariño y los organismos de seguridad.
Las disidencias de las Farc, el ELN y todos los grupos narcos que han encontrado refugio y complicidad en el régimen venezolano también han sido simpatizantes de estos problemáticos gobiernos y sus vasos comunicantes en muchos casos llegan a la organización terrorista Hezbolá. Así que desconocer el peligro solo pondrá a Colombia en más peligro. Así continúen las relaciones diplomáticas con Irán, es necesario que se sepa que mientras Nicolás Maduro siga en el poder, Colombia duerme con el enemigo. Se trata, no de una paranoia, sino del verdadero eje del mal.
Venezuela-Cuba-Rusia-Irán. Y aunque el ministro tenga probablemente un jalón de orejas con llamado a la prudencia, lo que dice en el fondo es verdad y se tapa con las buenas formas de la diplomacia.