En su tercer año de mandato, que comienza el 7 de agosto, el presidente Iván Duque le pondrá el acelerador al Gobierno, algo apenas natural porque el reloj corre en contra y necesita que sus propuestas se conviertan en realidad. Para ello, el mandatario decidió darle un voto de confianza al nuevo presidente del Senado, Arturo Char, con quien forma una dupla que estará a prueba en el segundo semestre. Salvo excepciones, los dos primeros años de Duque no resultaron fructíferos en el Poder Legislativo. Las derrotas se explican en parte porque el presidente les cerró las puertas de la Casa de Nariño a los partidos políticos bajo el argumento de acabar la mermelada y la relación clientelista con los parlamentarios, y eso molestó a muchos congresistas hambrientos de puesto. Pero quizás más importante que esto fue el obstinado empeño del Gobierno por tramitar un proyecto de ley que pretendía reformar la justicia especial para la paz y que enfrentó la oposición de los partidos de centro e izquierda. El epílogo de esta tormentosa relación política en torno a la justicia transicional fue una derrota del presidente en el Legislativo y la imposibilidad de tramitar otras reformas estructurales que el país aún necesita, como la pensional, la tributaria y la laboral.

Sus aliados naturales tampoco ayudaron. En el primer año, el uribista Ernesto Macías presidió el Senado e hizo noticia por sus ‘jugaditas’ para acallar a la oposición, y no creó un buen ambiente para Duque. En el segundo año estuvo al mando el liberal Lidio García, quien le dio juego a la agenda del Gobierno y aprobaron algunos proyectos como la cadena perpetua para los violadores de niños, la ley de pagos a plazos justos y la de los pliegos tipo para la contratación. Pero la pandemia paralizó la tarea de los congresistas. En marzo debatieron intensamente sobre si las sesiones debían ser presenciales o virtuales, y perdieron tiempo. Ahora, Duque sabe que tiene por delante 12 meses definitivos. Lo que no concrete en este momento difícilmente lo hará en el tramo final de su mandato. El país entrará de lleno en la campaña presidencial de 2022. El presidente ya destapó sus cartas y apostará con reformas a la salud, a la política, a la justicia y con un paquete legislativo para enfrentar el desempleo y reactivar la economía, afectada por la covid-19. No presentará en el corto plazo la impopular pero inevitable reforma tributaria, lo mismo que la laboral y pensional, pues quiere primero concertar.

Char conoce el afán del Gobierno y tendrá el reto de tramitar las iniciativas de Duque. La relación entre ambos es inmejorable desde que la familia Char apoyó al candidato del Centro Democrático en las elecciones de 2018. Cuando Alejandro Char terminó la alcaldía de Barranquilla con el 95 por ciento de aprobación, Duque le ofreció un ministerio. Pero él declinó porque tiene en mente competir en 2022. Para algunos analistas, la llegada de Arturo a la presidencia del Senado puede ser el primer paso de una eventual campaña de su hermano a la presidencia. La dupla tendrá un apoyo clave en la ministra del Interior, Alicia Arango, quien ha venido dialogando con los partidos de la coalición para lograr victorias legislativas en los próximos meses. Hasta ahora Duque no ha tenido una aplanadora que le apruebe todo en el Congreso. Por el contrario, algunas iniciativas se han quedado a la mitad del camino y otras han terminado hundidas. Para que la dupla funcione, Char deberá demostrar que puede ser un congresista juicioso. En efecto, las constantes inasistencias y la falta de proyectos han marcado su sello personal.

El presidente y Char se reunieron esta semana en la Casa de Nariño y hablaron de la agenda. A diferencia de la incertidumbre en los primeros meses del año, está claro que el Congreso sesionará de manera virtual. Desde una pantalla, el congresista barranquillero deberá demostrar que puede presidir el Senado, en medio de la oposición de partidos como la Alianza Verde, Decentes o el Polo Democrático. La expectativa es alta y en la Casa de Nariño todos le apuntan a que el tercer año rinda por fin frutos en el Congreso. Eso estará por verse y a la dupla le espera una dura prueba.