Hace dos semanas la oposición citó a una rueda de prensa para manifestarse, conjuntamente, contra el hecho de que el gobierno no hubiera presentado un mensaje de urgencia para tramitar en el Congreso tres iniciativas relacionadas con los contenidos de la consulta anticorrupción. En una misma foto, Claudia López y Angélica Lozano –de la Alianza Verde–, Iván Cepeda y Jorge Robledo –del Polo Democrático–, y María José Pizarro y Gustavo Bolívar –de los Decentes– se manifestaron además contra varios aspectos de las reformas a la política y a la justicia lideradas por el Ejecutivo.Estas fuerzas han proyectado una unidad casi monolítica en el Congreso. Más de 40 congresistas de ambas cámaras han mantenido un discurso homogéneo y crítico del gobierno y se denominan “bloque alternativo”. A ellos se suman algunos de La U y del Partido Liberal con quienes tienen identidades relacionadas con la defensa de las libertades individuales y el proceso de paz. Esa solidaridad de la izquierda y la centroizquierda se ha expresado también en los ires y venires de la moción de censura contra el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla.Le recomendamos: Izquierda y derecha, las coaliciones se decantanLos sectores que conforman el bloque alternativo recibieron un fuerte impulso con los resultados electorales de este año. No han ganado las elecciones, pero las urnas les dieron fuerza y legitimidad. En las presidenciales, Petro logró la votación más alta que haya tenido la izquierda, después de una primera vuelta en la que Sergio Fajardo también obtuvo cifras inesperadas. En las parlamentarias, Antanas Mockus hizo que la Alianza Verde duplicara sus senadores, Robledo se mantuvo como uno de los senadores más votados, y contra todo pronóstico la lista de Petro logró cinco curules. Por si fuera poco, la Coalición Colombia (verdes y Polo) logró que 11 millones de personas votaran la consulta anticorrupción en un domingo en el que no se celebró ninguna otra elección. La votación fue tan alta que, a pesar de que no pasó el umbral, su resultado se convirtió en un logro ciudadano y motivó al gobierno para crear una mesa técnica para tratar el tema.La ‘Concertación Colombia‘ se piensa como una convergencia de varios partidos que también seguirán trabajando sus temas propios.Varios aspectos han permitido esa articulación de algunos sectores del centro y la izquierda. El primero es el acuerdo de paz, cuya defensa política creó un colegaje entre las figuras más visibles de esas colectividades, incluyendo el Partido Liberal y varios miembros de La U. El expresidente Santos, en su propósito de sacar adelante el acuerdo, se apoyó en políticos de su coalición y en otros de izquierda. En la etapa final de la negociación con las Farc, congresistas como Roy Barreras e Iván Cepeda resultaron definitivos. Y en el equipo de gobierno encargado de la paz participaron liberales como Yesid Reyes, Guillermo Rivera y Juan Fernando Cristo, quienes renunciaron a su partido y hoy son cercanos a los sectores alternativos.El uribismo también ha generado nuevas identidades entre sectores que hoy hacen oposición. Los lazos entre ellos comenzaron a hacerse evidentes hace casi diez años, cuando los unió el rechazo a la posibilidad de una tercera reelección.Puede ver: Por qué Colombia necesita una izquierdaSin embargo, la fuerza de las convergencias políticas no solo se mide a partir de sus identidades, sino de sus resultados electorales. Después de que la oposición se posicionó en 2018, sus fuerzas tienen el reto de permanecer unidas de cara a las elecciones locales y regionales de 2019 y posteriormente para las nacionales de 2022. En eso vienen trabajando desde hace varias semanas Claudia López, Gustavo Petro, Iván Cepeda, Antonio Sanguino y otros, quienes han celebrado reuniones exploratorias para acordar los principios de una gran plataforma para elegir conjuntamente alcaldes, diputados, concejales y gobernadores. La idea, sintetizada en un documento titulado ‘Concertación Colombia’, implicaría algunos acuerdos de tipo mecánico e ideológico.En una versión aún preliminar, el Polo, la Alianza Verde, los Decentes y un grupo de exliberales confirman el interés por “juntar esfuerzos para presentar candidatos únicos y listas únicas en las elecciones del año 2019”. Aclaran que ese propósito no implica la desaparición de las fuerzas políticas que representan, que por regla general escogerán los candidatos a Alcaldías y Gobernaciones por medio de consulta interpartidista a menos que alcancen un consenso, y que harán las listas a Concejo y Cámara a partir de una “integración equitativa de las organizaciones políticas” bajo la supervisión de un comité de ética.La idea, sintetizada en el documento, ‘Concertación Colombia‘, supone acuerdos mínimos de cara a las próximas elecciones. Entre ellos, continuar con la bandera anticorrupción.En términos ideológicos, esta concertación supone defender varios puntos que ubican a estas fuerzas más al centro que a la izquierda y que tienen un origen liberal. Entre ellos, se destacan la defensa de los mandatos de la consulta anticorrupción, el compromiso con “los derechos humanos, las libertades públicas, los derechos de las minorías y los derechos de la comunidad LGBT”, la protección del medioambiente; la promoción del acuerdo de paz y su implementación, un enfoque de salud pública para la drogadicción, una perspectiva económica y social para abordar el problema de los cultivos de uso ilícito y “un modelo de desarrollo que garantice equidad, inclusión social, que reconozca y garantice los derechos de las minorías, de la comunidad LGBT y garantice el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales”. Esos temas formaron parte de la Coalición Colombia, que en la presidencial permitió el respaldo del Polo y los verdes a la candidatura de Fajardo, así como en el programa de Petro.Simultáneamente con la alianza, todos ellos tienen claro que siguen trabajando desde cada una de sus plataformas. Ahora discuten si esos principios guiarán exclusivamente su acción política en 2019 o si también lo harán en 2022. Ese debate no será fácil, pues las elecciones locales ofrecerán una primera medición de fuerzas. A pesar de que se trata más de una convergencia que de una coalición, el petrismo, por ejemplo, llega impulsado por 8 millones de votos en las elecciones pasadas. Por eso, los integrantes de la Colombia Humana insisten más en que desde ahora deberían buscar coincidencias para competir dentro de cuatro años.A lo anterior se suma que las fuerzas de la eventual coalición tienen sus fortalezas en ciudades y regiones diferentes. En Bogotá, donde los sectores alternativos tienen mucha acogida, Antonio Navarro ya lanzó su candidatura por la Alianza Verde, y Hollman Morris y Jorge Rojas hicieron lo mismo por la Colombia Humana.Otras preguntas tienen que ver con qué pasará con la Farc, por un lado, y con Sergio Fajardo, por el otro. Algunos de los interesados en esta concertación respaldan la idea de que la Farc se sume a ella, con el argumento de que la única manera de que la paz funcione es ayudar a que la exguerrilla tenga una plataforma que les ayude a abrirse espacio en la política. Pero otros creen que ese partido llevaría demasiado a la izquierda a la convergencia.Fajardo ya ha insinuado su candidatura en 2022. Pero la historia reciente muestra que a él no le gustan las consultas y que prefiere no subirse en la misma tarima con liberales ni con Gustavo Petro. Ante esa realidad la pregunta es cómo participaría en la plataforma para elegir autoridades locales y, sobre todo, para escoger candidato presidencial.Puede ver: Gustavo Petro, la mayor votación de la izquierda en la historia de ColombiaPor ahora, los verdes, el Polo, los Decentes y varios exliberales tienen conciencia de que sería un error estratégico repetir la historia de 2018. A comienzos de año, sectores sociales movieron la etiqueta #UnidadYa para pedir convergencias como la de Fajardo y De la Calle, o la de Fajardo y Petro. Una plataforma común de cara al año entrante les convendría para hacerle frente a un país que en muchos aspectos gira a la derecha. La posibilidad de materializar esa plataforma dependerá, como siempre, de qué tanto pesen los egos al definir la mecánica.