Dice el adagio que después de la tormenta viene la calma, pero tras la borrasca de las elecciones del 11 de marzo, el ciclón no para de soplar en el Partido Liberal. Tienen candidato presidencial propio, Humberto de la Calle, 14 curules en el Senado y 35 en la Cámara, y un caudal cercano a los 2 millones de votos. Sin embargo, las urnas dejaron en evidencia una lucha interna por el control de la colectividad, que aunque sus protagonistas quieran bajarle el tono en público, tiene a las toldas rojas ardiendo.La siguiente cita electoral, las presidenciales, ha profundizado la división. El jefe único de la colectividad, el expresidente César Gaviria, siente que el haber perdido 4 curules en la Cámara y 3 en el Senado con respecto a los resultados del 2014 no es la debacle que se le alcanzó a pronosticar al partido, y que -por el contrario- lo potencian como una fuerza decisoria en el ajedrez político. Sin embargo, otro sector que lleva meses en confrontación con Gaviria no desaprovechó las cuentas para pedir su cabeza. A este bloque, aún no mayoritario, lo lidera el exministro y exsenador Juan Fernando Cristo, quien desde que salió derrotado en la consulta roja por la credencial presidencial se sintió traicionado por el exmandatario.Puede leer: Arde el Liberalismo a pocas horas de las eleccionesLa consulta liberal para elegir a su carta presidencial fue en noviembre -y le costó al erario 40.000 millones de pesos-. En ella, Cristo sintió que Gaviria “chantajeó” a los congresistas para que respaldaran a De la Calle y por eso fue derrotado. Desde ese momento no se han ni saludado, ni siquiera el día de la inscripción oficial de la candidatura liberal, a comienzos de marzo, cuando quedaron sentados en la Registraduría a una silla de distancia.
Cristo califica los resultados del domingo pasado como un fracaso por el descenso en el número de curules y votos, pero Gaviria ve como un triunfo el hecho de haberse mantenido relevancia en el Congreso al ser la cuarta fuerza política detrás del Centro Democrático, Cambio Radical y el Partido Conservador.Y esa puja, entre dos figuras con pesos diferentes en el escenario político, está tomando cada vez más fuerza. Varios de los recién elegidos, en especial los que saltaron de la Cámara al Senado, respaldan las decisiones de Gaviria y afirman que es el único al que reconocen como jefe de la colectividad.El barranquillero Mauricio Gómez Amín, cabeza de la lista liberal al Senado y amigo del clan Char -el mismo que respalda la candidatura de Germán Vargas Lleras-, salió en defensa del expresidente y advirtió que “debe seguir al frente de la dirección única del liberalismo, porque creyó en los jóvenes y los jóvenes le respondimos con más de 100.000 votos”. Y el representante Alejandro Chacón, en igual sentido, aseguró que “no aceptamos a nadie distinto a César Gaviria como director del Partido Liberal, porque fue la Convención Nacional Liberal la que tomó la decisión”.Le recomendamos: Oficialmente, De la Calle es el primer candidato presidencialY la contraparte, la que ha venido liderando Cristo, tiene su propia postura. Para este sector, en el que están varios de los líderes tradicionales de la colectividad, lo que se debería hacer es poner a De la Calle como jefe único del partido y desde esa posición continuar con su aspiración presidencial.Los que defienden esta tesis aseguran que así se cerrarían las heridas que abrió el manejo que Gaviria le ha dado al partido. El senador Luis Fernando Velasco aseguró que “hay una tendencia cansada de manejos autocráticos y que pide que De la Calle asuma la dirección del partido para unirlo”.Esta tesis, entre otros, también la respaldó el senador Guillermo García Realpe. Dijo que “estamos planteando un mecanismo de unidad del partido y eso pasa porque Humberto de la Calle asuma la dirección”. Y el recién electo senador Horacio José Serpa (hijo de Horacio Serpa -otro enemistado con Gaviria-) precisó que “le llegó la hora al presidente Gaviria de dar un paso al costado”.
Estas dos tendencias están disputándose el poder al interior del liberalismo. El martes en la noche, por ejemplo, hubo una cena en la casa de Gaviria a la que no asistieron los disidentes y el exmandatario tuvo que comenzar a tejer su estrategia de campaña -junto con De la Calle- al lado de los que aún lo respaldan.En contexto: ‘Hermanos‘ de sangre, el pasado liberal de cinco candidatos a la presidenciaLa semana que viene habrá una reunión de bancada clave, porque en ella se sabrá cuál de las dos vertientes -independiente de quiénes la lideren- tiene más peso en la colectividad. Además, y esto es algo muy clave, de la capacidad que tengan para definirse con celeridad depende que el Partido Liberal tenga la fuerza para enfrentar con fuerza la contienda presidencial que, de por sí -de acuerdo con las encuestas-, no les está siendo muy favorable. La puja que tiene a las toldas rojas ardiendo es una lucha por el poder.