Jarrison Gómez Ruiz, oriundo de Condoto, Chocó, tiene dos marcas en su rostro: una sonrisa sostenida y una cicatriz que le atraviesa el costado derecho, desde la frente hasta el cachete. El surco, por el que ahora es llamado caracortada, lo consiguió cuando de niño recibió el golpe seco de una teja un domingo de lavado de ropa. "Dios metió sus manos y no permitió que afectara el ojo", afirma el chocoano al recordar que fue afortunado en ser él y no su madre embarazada el que paró la teja con la cara.Con los años, Gómez, politólogo de profesión, se convirtió en la cara de sus comunidades. Y como personero del municipio de Nóvita será el encargado este jueves de representarlas en un escenario al que solo fueron invitados los pesos pesados de la política nacional y afamados expertos. Antes que el presidente Duque, que el expresidente Santos, que un puñado de ministros y exministros, antes que los académicos de todo el mundo, el micrófono lo tendrá Gómez para explicar por qué las comunidades afro e indígenas que habitan la zona alegan que les vulneraron sus derechos cuando en el 2012 les rociaron la tierra, el agua y el cuerpo con glifosato. Él es ahora el rostro de un pueblo que siembra resistencia al regreso de las aspersiones aéreas. Le puede interesar: Duelo de titanes Duque y Santos hablarán del glifosato SEMANA: ¿Qué le va a decir a la Corte Constitucional? Jarrison Gómez: Le pediremos que mantenga la decisión de suspender el glifosato como método de erradicación de los cultivos ilícitos debido a los efectos que produjo en el área rural del municipio de Nóvita, tanto en las plantas como en los humanos. Las condiciones climatológicas no permiten que el rocío se haga únicamente en los cultivos ilícitos, sino que la brisa esparce el herbicida a las comunidades, afectando los ríos y el ecosistema.SEMANA: ¿Cómo logró que este caso llegara tan lejos?J.G.: La tutela la puso el personero anterior. Yo continué con el proceso y sostengo que la corte debe mantenerse en la suspensión de las aspersiones con glifosato por los efectos que tienen. No solamente en los árboles, las plantas de pancoger, sino en la piel; por las condiciones climatológicas del municipio. En Nóvita usted tira una mata de coco sin importar en qué luna estemos y pega. La gente vivía de eso. Se abastecían comercios como Condoto e Istmina. Pero toda la gente que vivía de la agricultura se quedó sin nada. En algunas zonas del municipio la yuca no se ha logrado recuperar del todo, no ha logrado volver a tener su sabor natural. Se produjo un daño y no sabemos cuánto tiempo vaya a perdurar ese año. SEMANA: ¿Qué habría pasado si no se frenan las aspersiones aéreas?J.G.: Donde la corte no frene se termina de afectar todos los cultivos y quién sabe qué más habría pasado con las personas, especialmente con los indígenas. Ellos se hacen a la orilla de los ríos para abastecer los cultivos y a la avioneta no le importaba atravesar un río. Eso generó brotes en los indígenas. De modo que las órdenes que impartió la corte en su sentencia materializó el Estado Social de Derecho. El Estado debe propender a estar al servicio del hombre, no al contrario.
Vea la entrevista al personero de Nóvita, Chocó. SEMANA: ¿Cuáles son los efectos que usted le atribuye al glifosato en las personas? J.G.: Degrada la piel, produce llagas y su proceso de recuperación es lento. Las picazones son constantes porque el glifosato es un herbicida que al hacer contacto con la piel quema a la gente, como quema las plantas. Con la aspersión se produjo un gran daño a las comunidades indígenas que viven en las zonas ribereñas, ya que ellos se abastecen del agua del río. La avioneta que fumiga no le importa atravesar el río y contaminarlo, eso afectó mucho a los indígenas. SEMANA: ¿Cuál es el efecto de consumir agua contaminada con glifosato? J.G.: Vómitos y diarreas casi que incontrolables, deshidratación en los indígenas. Hubo un brote muy grande en el municipio de Nóvita. Afortunadamente la administración de turno y el señor personero de ese momento se movieron a ver qué podían hacer. Hubo medidas de choque y organización de las personas para frenar la aspersión. Nosotros teníamos promotoras de salud que activaron todos los planes necesarios y se le decía a la gente que no consumieran de esa agua, más bien se mandaba agua en bolsa para poder consumirla. SEMANA: ¿Por qué creen que eso se debe al glifosato? J.G.: Porque eso ocurrió luego de la aspersión. Antes de eso no había ocurrido nada, luego que se frenó, los indígenas volvieron a consumir su agua normalmente.SEMANA: ¿En qué época fue la aspersión? J.G.: Ellos no asperjaron en época de lluvia sino en verano. Tenemos que entre julio y septiembre el tiempo es muy seco. Si ellos asperjan en octubre el tiempo es lluvioso y pierde efecto. En cambio, en temporada seca saben que está el sol y les sirve para que queme más rápido. Eso fue en el año 2012. Ellos no asperjaron en época de lluvia sino en verano (...). Si ellos asperjan en octubre el tiempo es lluvioso y pierde efecto. En cambio, en temporada seca saben que está el sol y les sirve para que queme más rápido". SEMANA: ¿Qué le dice a esas personas que mañana van a decir que el glifosato no es tóxico? J.G.: Que si el glifosato no es tóxico, los invito a que simplemente se echen unas cuantas gotas sobre la piel o en un vaso de agua, que echen una o dos gotas y posteriormente ellos mismos sientan los efectos. SEMANA: ¿Qué tan golpeada está la región de Nóvita por los cultivos ilícitos? J.G.: No podemos negar que existan, es posible que existan, pero lo que yo les quiero decir es que el glifosato no es el mecanismo idóneo para acabarlos. SEMANA: ¿Cuál sí es? J.G.: La aspersión requiere de consulta previa, es decir, concertar con las comunidades. Estoy seguro de que no se iban a oponer a la erradicación, pero la concertación busca un mecanismo que beneficie a las comunidades y a el Estado por igual. Hay que vincular a las comunidades en el proceso de erradicación y ofrecer alternativas reales a los campesinos. ¿Dónde está la sustitución de cultivos, que le permita a ellos adquirir sus recursos y sostenerse, brindarse una subsistencia mínima, elementos esenciales? SEMANA: ¿Los planes de sustitución, que hacen parte clave del proceso de paz, no han llegado al Chocó? J.G.: No ha llegado nada, al día de hoy, en sustitución no ha llegado un palo de nada por parte del Estado y eso es lo que le vamos a decir a la corte, no se ha cumplido con el proceso de sustitución de cultivos ilícitos. SEMANA: ¿Cuántas hectáreas hay sembradas en Nóvita? J.G.: No lo tengo claro SEMANA: ¿Como factor social y económico, cuántas familias dependen de los cultivos ilícitos? J.G.: Sí, no podemos desconocerlo, nuestros pueblos son comunidades campesinas, sin oportunidades porque el Estado no llega allá. Vayan ustedes para ver las situaciones tan difíciles que hay allá. SEMANA: ¿Cómo es la situación? J.G.: No tenemos vías, estamos peleando la vía Nóvita-Corundó para que Nóvita se pueda abrir hasta el Valle. Nos hacen falta puestos de salud en las comunidades, interconexiones eléctricas. Hoy me avisaron que aprobaron el proyecto de interconexión, un proyecto ambicioso, que con eso iluminaremos toda la parte del Nóvita hacia el medio y el alto Tamaná. SEMANA: ¿Cuál es la situación de orden público? ¿Qué grupos criminales están detrás de estas siembras? J.G.: Esa parte no la manejo, no la conozco, con toda seguridad no la conozco. SEMANA: ¿En su región, los cultivos ilícitos generan violencia? J.G.: No, son un factor económico. Cero violencia. SEMANA: ¿No hay ningún factor de violencia? J.G.: No tenemos violencia, cuando ocurre alguna muerte eventual los periódicos la resaltan en primera página. De esta manera, el Estado está justificando sus políticas. SEMANA: ¿Qué mensaje le envía al Gobierno? J.G.: Que el Estado Social de Derecho propende para que el Estado esté al servicio del hombre y no de intereses políticos particulares.