Joe Broderick nunca quiso ser un experto en el ELN, pero desde hace 40 años, cuando se convirtió en el biógrafo del cura guerrillero Camilo Torres, se convirtió en una de las personas que más conoce ese grupo insurgente. Hace más de una década publicó también una biografía del cura Manuel Pérez, titulada El guerrillero invisible. Durante estas décadas ha seguido con gran agudeza el devenir de los elenos y es una de las voces más críticas al respecto, con conocimiento de causa. En esta entrevista expresa su escepticismo sobre un eventual proceso de paz con esa guerrilla. SEMANA: Por solicitud del ELN el gobierno ordenó buscar los restos de Camilo Torres. ¿Qué importancia tiene este gesto? JOE BRODERICK: El país tiene derecho a saber dónde están los restos de Camilo porque él fue un héroe nacional. Pero la verdad no lo creo fácil. Quien sabía dónde estaba su cuerpo era su hermano Fernando Torres, quien era un hombre reaccionario. Es por eso que el entonces coronel Álvaro Valencia Tovar le entregó los restos, para que no trascendieran. SEMANA: ¿Por qué lo considera un héroe? J.B.: Porque en su momento fue luminoso. Camilo se metió en política pero no se comportó como los políticos. Los políticos son cínicos y él era ingenuo. Eso lo llevó a tomar caminos errados, pero con mucha honestidad. Lo que lo hace un héroe es lo consecuente que era consigo mismo. SEMANA: ¿No es paradójico que se llegue primero a un acuerdo de paz con las Farc que con el ELN? J.B.: No. Las Farc siempre ha sido un grupo político militar. Han manejado la política de manera muy astuta. Hay que recordar cómo respondieron cuando por primera vez un presidente, Belisario Betancur, decidió darles un tratamiento político y no como un grupo de delincuentes. Cómo manejaron las armas y las urnas simultáneamente. Los del ELN rechazaron esa oferta porque ellos no tienen idea de la política. No entienden las coyunturas políticas. Para ellos todos los gobiernos son iguales: la burguesía de siempre con diferentes caras. SEMANA: ¿En qué se diferencian los elenos de las Farc? J.B.: En dos cosas. La primera es el origen. Las Farc son un movimiento raizal campesino que fue llevado a defenderse de los terratenientes godos y liberales, y que luego de los bombardeos se convierte en guerrilla. Eso les da una gran fuerza. Además estuvieron encabezados durante 40 años por alguien muy singular: Manuel Marulanda. Un hombre de gran inteligencia, conocedor del país y de las políticas del gobierno, y con una evidente habilidad para la guerra de guerrillas. El ELN, en cambio, nació de un grupo de estudiantes pequeñoburgueses idealistas, muy entusiasmados –como lo estábamos todos en esa época– con la revolución cubana. Ellos hacen entrenamiento militar en Cuba y vienen como paracaidistas a buscar campesinos para convertirlos en su tropa. Y los campesinos, incluyendo a Gabino, son de alguna forma utilizados por ellos. SEMANA: Pero hay quienes creen que el ELN es más político que las Farc… J.B.: Yo creo honestamente que el ELN no tiene habilidad política ni militar. Hace poco leí una entrevista con Antonio García en El Espectador, un hombre del comando central que según entiendo domina sobre Gabino. Tú lees esa entrevista y no sacas nada. Que sí, que no, que tal vez. De otro lado, se llaman Ejército de Liberación Nacional pero yo sinceramente creo que no son ni Ejército ni de Liberación ni Nacional. SEMANA: Explíquese… J.B.: Hace como dos años dije en un programa de televisión que no creía en las conversaciones con el ELN porque no estoy seguro de que el comando central de esa organización tenga injerencia sobre sus bases. Siempre he tenido la impresión de que el ELN es una federación de frentes vagamente unidos por su adhesión a las tres letras, a la imagen de Camilo y a algunos símbolos. Pero no son una organización piramidal como las Farc. Cada uno de los frentes de las Farc tiene cierta autonomía y cometen barbaridades, pero a la hora del té hay una dirección que se impone sobre ellos. SEMANA: ¿Y por qué dice que no tienen habilidad militar? J.B.: Cuando hice mi libro El guerrillero invisible, sobre el cura Manuel Pérez, me contaron que en algún momento él decidió formar un ejército. Entonces crearon una compañía que tuvo una acción conjunta con las Farc, en un intento de tomarse un cuartel en el Bajo Cauca. La acción fue un fracaso y murieron muchos del grupo. A partir de eso, el padre Pérez decidió que no seguía con esa compañía porque no podía sacrificar vidas así. Entonces eso no es un ejército sino una vaga federación de gente armada. SEMANA: Si no hacen la guerra ¿cuál es el fuerte del ELN? J.B.: Se dedican a ejercer su concepto de política: adoctrinar, concientizar, despertar a la gente de las causas de su opresión. Una tarea de educación válida y supongo, que la hacen bien. Lo que no sé es para que tienen que hacerla con armas en la mano. SEMANA: ¿Se puede considerar al ELN el heredero de Camilo Torres? J.B.: Ellos hablan como si Camilo hubiese sido su fundador, pero eso no es cierto. Lo que sí es cierto es que están muy influenciados por el ethos cristiano que les dieron Camilo, el cura Pérez y muchos otros curas, monjas y seminaristas. Realmente el valor para ellos no es la capacidad de tener éxito político, sino los valores religiosos como la entrega, el sacrificio, la abnegación. SEMANA: Eso hizo al ELN menos cruel que a las Farc… J.B.: En cierta forma. Un eleno que conocí en La Habana me resumió todo en una frase: queremos hacer la guerra sin los vejámenes de la guerra. Ellos quieren hacer la guerra sin matar la gente, sin hacer daño. Eso resume su gran contradicción. Ni las Farc ni el Ejército dirían eso porque saben que la guerra es para vencer o morir. SEMANA: ¿Cuál es la otra diferencia con las Farc? J.B.: Las Farc no se fundaron con la idea de tomarse el poder sino de defenderse de los atropellos. El ELN, en cambio, quería tomarse el poder por las armas, como Fidel y el Che Guevara. Ahora se han cambiado los papeles. Las Farc llegaron a creer que podían tomarse el poder central de Colombia y Uribe le puso fin a ese sueño. Pero a nadie se le ocurre que el ELN quiera tomarse el poder. SEMANA: ¿Entonces no cree que se pueda llegar a firmar un acuerdo con el ELN? J.B.: Yo traté a los principales jefes del ELN cuando hice mi libro sobre Pérez. Lamentablemente no pude hablar con Gabino, que es el más sensato de ellos, por no decir el único. Los del ELN rechazaron mi libro porque tiene algunas críticas a su proceder y ellos no aceptan críticas. No aceptan el diálogo. En mi larga vida yo he tratado con mucha gente y nunca he visto gente menos dialogante que ellos. No son negociadores. SEMANA: ¿Qué pasará con el ELN si las Farc firman este año un acuerdo de paz? J.B.: Uno puede esconderse durante años en un monte y matar de vez en cuando a unos soldados, pero no vencer. Las Farc se dieron cuenta de eso. En un tiempo tuvo sentido que la guerrilla estuviera en el monte. Ya no. Porque como dijo una vez León Valencia, la guerra de ahora es para los dormidos. Con un chip que tienes en la bota te bombardean cuando estás dormido. Claro que hacen estorbo para el Estado y mucho daño. Se convertirán en una piedra en el zapato. SEMANA: ¿Dejarán pasar este momento? J.B.: Este es un momento político muy excepcional. Pero por esa actitud de no entender las coyunturas ellos lo ven como una trampita más de la burguesía para acabar con la lucha popular. De pronto hasta tienen razón… SEMANA: ¿Entonces el diálogo con el ELN no va para ningún lado? J.B.: Lo veo muy difícil. Las Farc entendieron que tenían que negociar con el Estado y en esa lógica si usted cede algo yo cedo algo. El ELN quiere hacer una conversación entre los que detentan el poder –sustentados por la oligarquía y el imperio– y el pueblo. Ese es un concepto muy jodido. SEMANA: Pero sin el ELN la paz es incompleta. J.B.: La paz es incompleta de todas maneras. SEMANA: Y ¿qué consecuencias tendría que no haya paz con el ELN? J.B.: Sería lamentable porque justificaría que el Ejército siguiera con su financiación para combatir a los insurrectos, en lugar de hacer lo que debe hacer, que es ir a las fronteras. El conflicto interno sigue de todos modos con las bacrim, los narcotraficantes y todos los causantes de la violencia. La paz no se va a conseguir en La Habana. Allá se está dando un buen paso, pero es mejor que la gente no hable tanto de paz. Porque la paz está muy lejos.