Dos batallas silenciosas libra en el Congreso el senador Jorge Enrique Robledo. El estandarte del Polo adelanta una enconada oposición a la firma del TLC con Corea y al proyecto de ley de baldíos que el Gobierno está tramitando en la Cámara de Representantes. Le pide al Gobierno que retire esta iniciativa por considerarla un atropello contra el campesinado colombiano. Este proyecto de ley busca quitar algunas prohibiciones que la Ley 660 impuso a los terrenos baldíos, que desde 1994 deben ser adjudicados a campesinos pobres o sin tierra. El propósito, habilitar a particulares para que sean sujetos de adjudicación. A propósito de este proyecto, Robledo dialogó con Semana.com y calificó esta iniciativa de Santos como retardataria y que busca beneficiar a los poderosos por encima de los campesinos y los pequeños empresarios agrícolas. Semana.com: ¿Por qué pide al Gobierno retirar el proyecto de ley de baldíos? Jorge Enrique Robledo: Este proyecto es una monstruosidad. Está diseñado para legalizar los terrenos baldíos que han sido adjudicados ilegalmente, pues al despojar ciertas prohibiciones en la adjudicación de estos terrenos se les va a arrebatar la tierra a los campesinos pobres que, según la Constitución, es a los que se les deben adjudicar. Esta es una muestra de la política agraria del presidente, que ha sido el peor presidente de la historia para los campesinos. Semana.com: ¿Por qué asegura que Santos es el peor presidente? J. E. R.: La política agraria de Santos es la más antiagraria de la historia de Colombia. Él se ha atrevido a hacer cosas que nunca antes nadie había hecho. Primero, los TLC, no es nuevo pero hace parte de su política, pero el resto de la política es para arrebatarles a los campesinos colombianos los derechos que hoy la Constitución les otorga sobre los baldíos del Estado. Son derechos que hace décadas están establecidos constitucional y legalmente y se los va a arrebatar para que esas tierras, que hoy tienen que ser para los pobres del campo, pasen a manos de todo tipo de magnates nacionales y extranjeros. Nadie se había atrevido a tanto. Semana.com: ¿Y según usted, Santos a quién quiere beneficiar? J. E. R.: A los magnates, eso está clarísimo. Antes los grandes propietarios de tierras eran gente de mil o 500 hectáreas. Ahora, si usted no tiene 70.000 hectáreas o 40.000 o 20.000, como las tienen los grandes empresarios, ya usted es un indeseable que se está atravesado en el progreso de Colombia. Porque es que esto ha venido siendo acompañado de un discurso profundamente retardatario que dice que respaldar al campesino o al mediano empresario es como una especie de ineficiencia y estupidez. Yo no me opongo que haya grandes en Colombia. Esa no es la discusión. Yo defiendo la existencia de los ingenios azucareros en el Valle del Cauca, eso es una historia, otra cosa es que se vayan por el país como con una especie de motosierra descabezando campesinos y pequeños y medianos empresarios para que aquí lleguen las transnacionales y unos cuantos cacaos a quedarse con la riqueza agrícola de Colombia. Semana.com: ¿Quiere decir que con este proyecto el Gobierno les está quitando tierra a los pobres para dársela a los ricos? J. E. R.: Es que Santos es como un Robin Hood a la inversa. Robin Hood les quitaba a los ricos para darles a los pobres, y Santos, de alguna manera, les quita a los pobres para darles a los ricos. Semana.com: ¿Usted cree que este proyecto va en contravía de los acuerdos de La Habana? J. E. R.: Yo no soy las FARC ni soy el Gobierno. Esa opinión la tienen que dar las partes. Los acuerdos que conocemos son bastante generales y a mi juicio no amenazan en materia grave en nada los mecanismos estructurales de funcionamiento de la sociedad colombiana, cosa que no es sorprendente porque todo lo que allí se acuerde está bajo el poder de veto cualquiera de las dos partes. A mí no me sorprendería que Santos se atrinchere en ciertos criterios, como jefe de la derecha colombiana que es, y las cosas se den bajo ciertos límites. Eso no sería sorprendente. El solo hecho de que el día de mañana desaparezcan esas armas y quienes hoy las empuñan regresen a la vida civil es un logro por el que bien vale la pena luchar. Semana.com: Este proyecto lo tramita en el Congreso el superintendente de Notariado y Registro en lugar del ministro de Agricultura. ¿Hay alguna ilegalidad en este procedimiento? J. E. R.: El doctor Vélez está incurso en una violación flagrante de la Constitución y de la ley. No hay norma que le permita a un superintendente de notariado actuar como un ministro y menos como ministro de Agricultura. Esto obedece a que el Gobierno viene de ilegalidad en ilegalidad. El ministro Aurelio Iragorri reconoce que tiene primos hermanos vinculados a estas ilegalidades con la adjudicación de baldíos y se declara impedido. Nombran ministro de Agricultura ad hoc al ministro Juan Fernando Cristo y no cumple su deber, que es tramitarlo, seguramente por su ignorancia en esos asuntos, y le pasa la pelota al supernotariado. Nada habilita a un superintendente a ser ministro de Agricultura.