SEMANA: Hay muchas dudas y expectativas por la negociación con el ELN, así como voces indicando que será un diálogo de meses y no de años, el presidente Petro habló de seis meses. ¿Es sano ponerles tiempos a unas conversaciones que tendrán complejidades?
JUAN CAMILO RESTREPO: Es una buena noticia que se hayan reanudado los diálogos con el ELN después de un paréntesis de cuatro años. La búsqueda de la paz es un propósito predominante que tiene que prevalecer en Colombia, lo que va a comenzar es una mesa de negociaciones, pero eso no quiere decir que vayan a concluir muy pronto, así se tomen elementos en los que ya se avanzó durante el Gobierno de Juan Manuel Santos con el ELN. No hay que desconocer que este grupo alzado en armas es complejo, difícil y, por lo tanto, las negociaciones pueden tomar bastantes meses antes de que concluyan, ojalá terminen bien.
SEMANA: La mesa se reactivará en la segunda semana de noviembre. ¿Qué pasará en este mes?
J.R.: Establecer dónde será la sede, si va a ser una sede rotatoria o única, eso no se ha definido. El Gobierno tiene que designar su equipo negociador, el ELN también, y luego definir ciertos puntos operativos como cuándo exactamente van a comenzar, quiénes van a ser los garantes adicionales a los que han sido mencionados, si se va a utilizar la agenda que se venía trabajando, si habrá una nueva o si será la anterior con algunos aditamentos.
SEMANA: ¿Cómo debe estar conformado ese equipo negociador?, ¿qué debería identificar el Gobierno para garantizar que sea una buena mesa de diálogo?
J.R.: Le corresponde definirlo al Gobierno, puesto que ha dicho que tiene el firme deseo de buscar la paz, pues uno supone que van a nombrar personas comprometidas en ese sentido, ojalá con alguna trayectoria y conocimiento de estos temas para que se pueda avanzar lo más rápidamente posible.
SEMANA: Pero ve de pronto a alguien que se perfile, por ejemplo, el senador Iván Cepeda, alguien así…
J.R.: El senador Cepeda ha estado muy involucrado en todos estos asuntos desde el Congreso, desde las comisiones de paz y en negociaciones anteriores, sería una persona naturalmente muy valiosa.
SEMANA: En 2016 la realidad del ELN era otra. ¿Podría haber alguna distribución en la delegación de la guerrilla?
J.R.: Yo creo que el ELN sí tendrá cambios en su cúpula, la principal de ellas es que Gabino no va a estar muy activo en esta negociación. Estarán más bien Antonio García y Pablo Beltrán, que ha sido una persona que ha estado siempre en primera línea, conoce mucho el tema, y no me sorprendería que siguiera en primera línea en estas conversaciones que vienen.
SEMANA: ¿Y Antonio García debería estar?
J.R.: Esas son decisiones que corresponden al comando central, pero él tendrá una participación activa.
SEMANA: Se han hecho ocho intentos para lograr la paz con el ELN. ¿Por qué creer en este momento que los diálogos podrían avanzar?
J.R.: Primero, porque hay que intentarlo, hay que tener buena energía y buscar que esa paz fructifique, sin levantar excesivas expectativas de que va a ser a la vuelta de la esquina. En segundo lugar, porque sí es de esperar que el ELN recapacite un poco, pues esta es una de las últimas, sino la última oportunidad que tiene de reincorporarse a la vida civil. Si no lo hace ahora con un nuevo Gobierno como el de Petro, que ha mencionado su deseo de avanzar lo más posible hacia la paz, no ve uno cuándo lo va a poder hacer entonces. El ELN corre el riesgo de que lo deje el tren de la historia y quede marginado como el último grupo alzado en armas en América Latina, quedará ligado a su criminalidad y perderá la posibilidad de trascender.
SEMANA: Entonces está de acuerdo con quienes dicen que si el ELN no aprovecha que hay un Gobierno progresista nunca habrá paz...
J.R.: Creo que en la búsqueda de la paz, si bien puede ayudar el corte progresista de Petro, es ante todo una responsabilidad del Gobierno colombiano, cualquiera que sea su sesgo. Es decir, no es porque sea de derecha o de izquierda que no llegaron a acuerdos definitivos en el pasado, el ELN está muy crecido, no es cierto lo que dijo el Gobierno Duque que lo entregaba disminuido. El ELN puede tener en este momento 4.500 o 5.000 hombres en el campo y las ciudades con una capacidad de daño y de terrorismo muy grande. De manera que es el momento para entrar a una negociación con ellos, negociación que ya sea con un Gobierno de derecha o con uno de izquierda debe tener claro que no le puede entregar al ELN todo lo que pida. Sentarse a negociar con el ELN no quiere decir accederle a todo, tiene que haber unas líneas rojas y una de ellas es el respeto a la Constitución y al Estado de derecho en Colombia. Dentro de ese marco se deben adelantar las negociaciones, pero no a cualquier costo.
SEMANA: Antonio García, comandante del ELN, dijo en Caracas que ellos hablarían de la dejación de armas, pero que se debía revisar el uso de las armas del Estado. ¿Qué lectura le da a esto?
J.R.: El ELN siempre ha entendido, esa fue la percepción que nosotros tuvimos en las negociaciones del Ecuador, que la entrega de armas es una de las fases finales y no iniciales de la negociación. No esperemos que el ELN de entrada vaya a entregar las armas y se vaya a desmovilizar; ellos lo que están entendiendo es que se inicia una negociación y así lo debe tener en claro el Gobierno para no llevarse sorpresas desagradables. Todo se trata de que se llegue al final del proceso y el ELN firme una paz, entregue unas armas y se desmovilice. Ahora el ELN siempre ha mantenido la tesis de que ellos, más que negociadores entre ellos mismos y el Estado, son unos intermediarios entre la sociedad civil y el Estado. Hay que ver eso cómo se aterriza y se concreta en una negociación, porque el ELN representa uno, dos o tres estamentos de la sociedad civil, una mínima parte.
SEMANA: ¿Usted cree que ellos se comen el cuento de que los colombianos los quieren?
J.R.: Bueno, primero que todo, ellos no representan a la sociedad civil colombiana, como le dije en la respuesta anterior, representan una pequeña franja de la sociedad colombiana. El ELN debe entender que un proceso de paz con ellos requiere de un apoyo político, de un apoyo de la sociedad y para que esta los respalde, se necesita que no menoscaben ni acosen a la sociedad civil no combatiente. Eso, dicho en términos jurídicos, quiere decir que el deber del ELN, si quiere tener respaldo popular en estas negociaciones, tiene que cesar los daños, los atentados contra la sociedad civil, los secuestros, y eso, dicho en otras palabras, es el respeto al Derecho Internacional Humanitario, que ojalá se ponga como una condición desde el arranque.
SEMANA: En Ecuador se estuvo a punto de decretar un cese al fuego. Si las partes retoman desde donde quedaron, ¿podría pactarse esa medida?
J.R.: Es un punto muy importante a retomar y a tener en cuenta porque se firmó por los días en que vino el papa Francisco a Colombia, fue un cese bilateral que duró 101 días, pero tiene la importancia de que es el primer documento en más de 50 años que lleva el ELN alzado en armas y que firma con el Estado colombiano. Ese cese al fuego contenía una serie de condiciones a las que se acogían la guerrilla y el Gobierno. El ELN adquiría unos compromisos muy puntuales: cesar las bombas, los atentados a los civiles, dejar las minas antipersonales y el secuestro. El Estado, por su parte, también adquirió compromisos, por ejemplo, que se diera un mejor trato a los detenidos en las cárceles pertenecientes al ELN, mejorar la red de alertas tempranas para prevenir, en lo posible, el asesinato de líderes sociales. Ese cese al fuego fue verificado por las Naciones Unidas, fue acompañado por la Iglesia católica y el balance que se hizo es que fue muy bien cumplido. Se pueden utilizar esos esquemas y sería una gran ayuda para que esta mesa nueva de negociación arranque con el mayor dinamismo posible.
SEMANA: ¿Debe haber elegibilidad política para los integrantes del ELN, tal como se hizo con las Farc?
J.R.: Yo no creo que el ELN esté buscando curules en el Congreso, eso dicen ellos y hace parte de su enunciado porque dicen ser intermediarios de la sociedad civil y negociar para la sociedad civil y no para ellos. En eso se diferencian mucho de las Farc, y no creo que ese tipo de prebendas vayan a ser de utilidad o vayan a caer en tierra fértil por los lados del ELN. Tiene que haber otro lenguaje, otras ofertas, otra dialéctica. Lo que sí será clave es tener en la negociación muy claro cómo se van a desarmar y reincorporar a la vida civil y democrática desarmada. Esos son temas de fondo que tendrá que tratar el acuerdo al que, ojalá, se llegue con ellos.
SEMANA: ¿Debe manejarse la Jurisdicción Especial para la Paz con el ELN?
J.R.: Cuando digo que se tiene que precisar cómo será el marco jurídico de reincorporación a la vida civil de unos alzados en armas, como es el ELN, tiene naturalmente que tener un marco jurídico. Yo no creo que haya necesidad de llamarlo la JEP o no la JEP, pero tiene que haber un marco jurídico. Creo, en lo personal, que sería un desgaste muy grande y una duplicidad volver a montar una JEP diferente a la que hoy existe, pero eso será algo que va a surgir al final del proceso.
SEMANA: Antonio García dice que no le gusta la ‘paz total’ del presidente Petro. ¿Esto podría ser un traspié en algún momento?
J.R.: Yo creo que eso lo tiene claro el Gobierno y creo que lo tiene claro el equipo negociador que ha venido despuntándose del Gobierno. La mejor prueba de eso es que iniciaron estos diálogos preliminares exclusivamente con el ELN en Caracas, no le mezclaron a estas conversaciones otros grupos criminales con los cuales se quiere hacer también el otro capítulo de la paz total. El ELN rechaza estar en el mismo canasto de las negociaciones que se adelanten con los otros grupos, porque tiene un contenido político; es un grupo alzado en armas y se rige por las normas del Derecho Internacional Humanitario. Las negociaciones con los otros grupos son dentro del ámbito de la política criminal, no tienen una connotación política de alzados en armas, los otros grupos que se están mencionando deben someterse a la justicia.
SEMANA: Y de todas maneras es que los integrantes del ELN son fregados...
J.R.: Claro, son un grupo que lleva alzado en armas más de medio siglo, son unos negociadores curtidos y es un grupo muy duro que ha crecido, como lo mencionábamos al comienzo. Se sienten fuertes en sus finanzas y en su posicionamiento terrorista militar.SEMANA: Doctor Restrepo, ¿sería negociador nuevamente?J.R.: No, yo creo que en esta diría que no, porque cada torero llega con su cuadrilla a la plaza de toros y a las negociaciones de paz.
SEMANA: ¿El ELN tiene verdaderas intenciones de paz?
J.R.: Yo creo que sí, pero no a cualquier costo. El ELN no se va a entregar por un carro, una beca o por una curul en el Congreso, va a exigir algo más sustancioso en las negociaciones. El Gobierno tiene que tener en cuenta esto y estar preparado para unas negociaciones duras.
SEMANA: ¿El presidente Gustavo Petro se está jugando su capital político en esta negociación?
J.R.: Él ha dicho que su bandera principal es la paz total, uno de cuyos capítulos es la reavivación de la negociación con el ELN. Hay que desear que todo salga bien en este sentido.
SEMANA: Rodrigo Londoño se ofreció como facilitador. ¿Le suena?
J.R.: Ese será un tema por definir, pero la impresión que yo me formé es que al ELN le gusta la negociación cortada a su medida y si bien respetan a lo que fueron las Farc, no quieren aparecer como un apéndice de la antigua guerrilla.