"Paren el mundo que me quiero bajar". Ese famoso grito de Mafalda, resume por estos días el sentimiento que inspira la realidad nacional. Ni Gabriel García Márquez, quien hasta este sábado era el único Nobel criollo, habría imaginado estos agitados dos meses.Atrapados y en el corazón de Macondo. La derrota en las urnas que mandó al limbo la paz con las FARC, desencadenó un frenesí noticioso que a la fecha nadie ha podido atajar.Al mismo tiempo que el país se intenta recuperar del accidente aéreo que sufrieron los 76 tripulantes que viajaban en el avión de Lamia la semana pasada en Antioquia, ve con el corazón destrozado el crimen de la pequeña Yuliana Andrea Samboní y le regala una mirada esquiva a la entrega del premio Nobel de Paz al presidente Juan Manuel Santos.Puede leer: Colombianos, en la cima del mundoDesde el pasado 2 de octubre, las cosas en Colombia no marchan igual. Contadas veces en la historia se experimenta en tan poco tiempo desazón, tristeza, indignación, rabia y sorpresa. Como si la realidad se hubiera subido a una montaña rusa, cada día los colombianos comprueban que aquí en la tierra de Gabo cualquier cosa puede pasar.El mismo lugar que vio nacer las conversaciones de paz entre el Gobierno y las FARC, reanimó la voluntad del presidente Juan Manuel Santos para seguir adelante con el proceso de paz. El Premio Nobel se le otorgó en el momento de mayor incertidumbre política que ha vivido el país, cuando una estrecha mayoría votó No en el plebiscito para refrendar los acuerdos con la guerrilla.Con ese resultado, a Santos no le quedó otro camino, más que sentarse a dialogar con el senador Álvaro Uribe y los demás vencedores del plebiscito. El propósito, un nuevo acuerdo que fue firmado hace unas semanas, en el Teatro Colón, por el presidente y el máximo jefe de las FARC, Timochenko.Consulte: Ganadores del premio nobel de pazComo era de esperarse, la refrendación tuvo un triunfo categórico en el Congreso. Con 75 de 102 votos en el Senado y 130 de 166 en la Cámara, los parlamentarios le dieron el visto bueno al acuerdo renegociado. La mayoría fue contundente y no hubo un solo voto en contra. Sin embargo, el anuncio del galardón no desarmó la polarización política que atraviesa el país y, mucho menos, convenció a los adversario de las bondades de este.La última palabra la tiene la Corte Constitucional. Este lunes el alto tribunal estudiará un fallo que establecería (o rechazaría) la tesis de que la refrendación del Congreso equivale a la de un plebiscito. En ese sentido, si se toma una decisión afirmativa se validaría lo que hizo el Congreso y con ello se rescata el fast track, un proceso expedito para tramitar las leyes y reformas constitucionales que se necesitan para implementar el acuerdo.Con el fast track, el Congreso podría tramitar en la mitad de tiempo los proyectos de ley (porque se requieren cuatro debates en lugar de ocho) y se limita a aprobar o rechazar las iniciativas que vengan del Gobierno, para darle vida jurídica a lo pactado en la mesa con las FARC. Sin él, las leyes y reformas constitucionales tendrían que recorrer el camino largo y tortuoso de los procesos ordinarios. Un trámite engorroso, en lo formal, y además complicado por el clima de campaña electoral que se sentirá con fuerza en 2017.Contrario a lo que muchos creían, el acuerdo de paz aún tiene un pie puesto en el límbo. Uno que tienen congelado el traslado de los miembros de la guerrilla a las 20 zonas veredales y 7 puntos transitorios donde se efecturá el proceso de dejación de armas en un lapso de 180 días.Pero esa incertidumbre que rodea el acuerdo de paz, no es la única que eclipsa la entrega del Nobel. Para muchos, resulta paradójico que el presidente Juan Manuel Santos reciba el galardón cuando en el país ha escalado la violencia contra los líderes sociales. Según el registro de organizaciones no gubernamentales como Indepaz, en lo corrido del año han sido asesinadas más 80 personas."Múltiples denuncias de hechos graves contra la vida de líderes sociales, vienen apareciendo y generando alarma (...) “La presencia de grupos paramilitares se ha incrementado y son permanentes las amenazas contra miembros de organizaciones sociales. Es urgente que se apliquen las medidas efectivas para la protección del derecho a la vida”, se lee en un reciente comunicado.Puede leer: El Nobel solo a Santos, ¿una excepción a la regla?A esa tormenta de acontecimientos, se suma el afán del Gobierno por tramitar la reforma tributaria que tendría que aprobarse en menos de 20 días en comisiones económicas y plenarias de Cámara y Senado si se quiere que comience a regir a partir del primero de enero del año entrante. Además, de la puja por el salario mínimo, que actualmente está en 689.454 pesos, y que libran el Ministerio de Trabajo, los empresarios y los sindicatos de trabajadores.El presidente Juan Manuel Santos recibe este sábado en Oslo el Premio Nobel de la Paz, otorgado hace dos meses por sus esfuerzos para poner fin a medio siglo de conflicto armado. El galardón, acogido por Santos "como un regalo del cielo y un enorme impulso", le será entregado en una solemne ceremonia en el ayuntamiento de Oslo, en presencia del rey Harald y la reina Sonia de Noruega.Mientras el mandatario intenta construir un consenso interno sobre la conveniencia de lo que se pactó, eleva la estatura histórica del acuerdo de paz, que con sigilo aguarda la luz verde de la Corte Constitucional para seguir o no su marcha.